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Atapuerca reescribe la evolución humana en Europa

Diecisiete cráneos, reconstruidos a partir de los hallazgos de treinta años en la Sima de los Huesos del yacimiento burgalés, contribuyen a aclarar el origen de los neandertales

Ana Gracia, una de las más veteranas del equipo de Atapuerca, en plena labor de reconstrucción.

Ana Gracia, una de las más veteranas del equipo de Atapuerca, en plena labor de reconstrucción. / javier trueba

A. Montes

La reconstrucción de 17 cráneos a partir de tres décadas de hallazgos en la Sima de los Huesos, en el yacimiento de Atapuerca, altera la concepción lineal y limpia que hasta ahora teníamos de la evolución humana en Europa hace más de medio millón de años. El artículo, publicado en la revista "Science", contribuye a aclarar el origen y evolución de los neandertales, la especie "europea" por excelencia desde el punto de vista de la paleoantropología, pero muestra también una gran variedad de linajes humanos que complica de forma notable los esquemas hasta ahora conocidos sobre los principales hitos evolutivos. "Quizá la particular geografía de Europa, con varias penínsulas mediterráneas, produjo aislamientos muy prolongados durante las larguísimas glaciaciones del Pleistoceno Medio que generaron linajes humanos diversos. Los humanos de la Sima de los Huesos parecen responder a este modelo. El hecho de ser contemporáneos de otros linajes 'menos neandertales' invita a pensar que estamos ante uno de los posibles orígenes de los neandertales europeos", explica desde Francia José María Bermúdez de Castro, uno de los tres codirectores del yacimiento burgalés.

Atapuerca, a quince kilómetros de Burgos, es el escenario paleontológico más rico del mundo. De allí han salido miles de fósiles -6.500 de ellos sólo en la Sima de los Huesos, sobre los que se centra este trabajo-, algunos de los cuales muestran que en Europa hubo ya poblamiento humano hace casi un millón de años, dato que destroza los límites temporales fijados hasta ese momento. Sobre la base material de la variedad y cantidad de los restos extraídos en esa pequeña sierra, la paleoantropología española se ha impulsado en tres décadas hasta la equiparación con otras de mayor tradición científica. La paradoja es que sobre el fracaso de un ferrocarril minero de comienzos del siglo pasado -una curva caprichosa cuyo trazado dejó al descubierto toda una prolongada secuencia del tiempo más profundo de los humanos- se levanta uno de los proyectos punteros de la ciencia nacional.

Atapuerca reescribe la evolución humana en Europa

Atapuerca reescribe la evolución humana en Europa

La más reciente publicación científica centrada en Atapuerca es también la historia del propio yacimiento. "Los primeros restos se localizaron en 1984. Previamente, en 1976, Trinidad de Torres encontró dos pequeños fragmentos de parietal. Sin embargo, los hallazgos más abundantes de fragmentos craneales de mayor o menor tamaño comenzaron en 1992, cuando ya se había terminado de limpiar la parte del yacimiento de las excavaciones sin control ocurridas durante todo el siglo XX. En definitiva, han sido treinta años de recuperación de restos craneales, dentales y mandibulares para llegar a reconstruir los 17 cráneos actuales", resume Bermúdez de Castro.

Como empresa científica, ese trabajo no tiene equiparación en una especialidad acostumbrada a sacar el máximo partido -y, en ocasiones, a lanzar las hipótesis más arriesgadas- de restos muy escasos. Para calibrar la trascendencia de este estudio, el codirector de Atapuerca destaca que "en primer lugar, se puede conocer la variabilidad de una población muy antigua. Este hecho es casi único -la otra excepción es Dmanisi, en Georgia-, puesto que conocemos las poblaciones del pasado gracias a uno o dos ejemplares, casi siempre incompletos". Hasta ahora, "el estudio de la evolución humana en Europa se había simplificado en gran medida" cuando resulta evidente que "los precursores de los neandertales habitaron el continente durante todo el Pleistoceno Medio (780.000-120.000 años). El cráneo de Ceprano (Italia, 450.000 años) era una excepción".

La variedad de linajes humanos surge como una de las características de ese momento evolutivo, y a partir de uno de ellos se desarrolló el neandertal, la especie fósil más estudiada, pero de cuyo origen todavía tenemos evidencias muy confusas. José María Bermúdez de Castro anticipa que "con este hallazgo tenemos muchas más preguntas que antes. Habrá que ir respondiendo con nuevos hallazgos en otros yacimientos". La investigación abre dos posibilidades sobre la posición evolutiva de esos individuos de la Sima de los Huesos. La primera consistiría en asignar esos cráneos a "humanos primitivos de la especie 'Homo neanderthalensis', una especie que habría comenzado su andadura hace 450.000 años". La segunda alternativa es más arriesgada y controvertida, tal y como la describe el codirector de Atapuerca. Consistiría en agruparlos "en una nueva especie, quizá ya nombrada con anterioridad a partir de otros fósiles. De ser así, habría que buscar el nombre más apropiado de acuerdo con el Código de Nomenclatura Zoológica. Si no se encuentra ese nombre, habría que buscar uno nuevo. Esta última opción tropezaría con muchas reticencias en la comunidad científica, en general poco proclive a aumentar el número de especies del género Homo". En cualquiera de las dos soluciones, esos individuos aparecen ya en el umbral del linaje de los neandertales. Los estudios de morfología han de someterse, sin embargo, a la reválida de la genética, el instrumento que en muy pocos años ha revolucionado el estudio de la vieja humanidad. "Dado que el ADN mitocondrial de un individuo sugiere una relación más lejana con los neandertales de lo que apunta la morfología, parece prudente insistir en las investigaciones sobre el ADN -si es posible el nuclear- para determinar con más precisión la posición filogenética de los humanos de la Sima de los Huesos con respecto a los neandertales", advierte con cautela Bermúdez de Castro.

Para otra de las preguntas claves de la ciencia sobre esa especie extinguida también hay un amago de respuesta en el reciente artículo de "Science". El debate científico sobre la evolución de los neandertales se centra en determinar si sus rasgos característicos surgieron todos a la vez o son el resultado de una acumulación de variaciones por separado. "Las evidencias sugieren evolución en 'mosaico', por partes o módulos anatómicos. En el texto del artículo se sugiere la función masticatoria, como primer motor del cambio. Esta conclusión no es nueva. Fue propuesta hace muchos años para 'Homo erectus'". Las modificaciones en la dentición de esos ancestros del neandertal estarían ligadas, sin embargo, no a la alimentación sino al uso de la dentadura como una suerte de tercera mano. Para el codirector de Atapuerca, "este aspecto necesita investigaciones complementarias, porque se propone como hipótesis de trabajo. Es una pregunta muy difícil de responder y que se presta a especulaciones. Habrá que seguir trabajando con precaución". Y así se encadena el fluir continuo de la ciencia: respuestas que multiplican las nuevas preguntas.

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