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Puntos negros que viajan en el tiempo, por encima de 30.000 años

Las últimas teorías sitúan el arte más primitivo de Candamo en el periodo Auriñaciense y abren nuevos horizontes de datación de las pinturas

Santullano es la obra más antigua de las incluidas en la declaración del Prerrománico asturiano como Patrimonio Mundial por la Unesco. Las otras cinco son Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, Santa Cristina de Lena, la Cámara Santa y Foncalada.

César García de Castro (Avilés, 1964), doctor en Historia por la Universidad de Oviedo y arqueólogo en el Museo Arqueológico de Asturias, da las razones de la excepcionalidad de este monumento mandado construir por Alfonso II, un rey que llegó a viejo, en torno a los ochenta años, y pasó los últimos veinte, desde 826, guerreando poco, en el palacio seguramente estaría en los terrenos de lo que hoy es la Fábrica de Armas de la Vega. Oviedo era entonces un monasterio con funciones episcopales a 800 metros del palacio real donde el rey vive con oficiales, personal de servicio y una guarnición no muy grande. Santullano o San Julián es una iglesia vinculada al palacio pero a unos 180 metros de distancia que hay que andar por un descampado que se embarra en la Asturias lluviosa.

El rey entra por la puerta grande, 3x2 metros, orientada al Sur (la que hoy mira a la autopista) y que en el interior da al transepto, el espacio reservado al clero y, seguramente, separado por canceles que conduzcan el paso del rey hacia la nave. El pueblo entrará a la nave por las puertas que dan al Oeste (la entrada actual) y al Norte. No se puede pensar en Santullano como una parroquia actual porque no lo era. Los laicos probablemente accedían al culto en momentos en Navidad y Pascua, tiempos fuertes del año litúrgico.

Santullano fue levantada por arquitectos formados fuera de Asturias. Es tan perfecta que no puede ser una improvisación. Hay varios edificios basilicales con el mismo patrón constructivo: San Pedro de Nora, San Salvador de Priesca (la más parecida) y Santa María del Rey Casto, capilla de la Catedral.

El espacio que separa al clero de los laicos se hace monumental, con un arco que se califica de triunfal por su tamaño y porque recuerda a los romanos de ese tipo.

El edifico es excepcional por sus pinturas. El interior estaba pintado por completo. Todo lo que se superpone a las pinturas es posterior al original. Los pintores eran muy buenos. No sabemos de dónde pudieron venir o si tenían un modelo porque lo excepcional es que se hayan conservado y que sea tanta la superficie que ha llegado a nosotros. De Castro señala el monasterio suizo St. Johan Müstair, del mismo tiempo, y el alemán St. Georg Reichenau, algo posterior. Ambos se pueden ver en Youtube.

Cuatro cruces pintadas con joyas presiden los hastiales de los muros de Norte a Sur. Aparte de formas geométricas, las pinturas sólo muestran arquitecturas, frontones grandes que actúan como marcos de unas representaciones más pequeñas. Esos frontones llegan de la pintura romana del siglo I. Lo peculiar es lo de dentro: son representaciones de iglesias pequeñas con sus distintas perspectivas desplegadas como "recortables". No las hay antes de finales del siglo V y principios del VI. No se sabe qué pueden ser.

Es insólito que no aparecen textos que expliquen las imágenes y que no haya ninguna figura humana en las representaciones cuando la teología hispánica es encarnacionista, es decir, insiste en que el Verbo se hace hombre en Cristo Jesús, hijo de la doble naturaleza: la humana, que le da María, y la divina, que le da el Verbo. Esto favorece la representación humana. Puede que el objetivo artístico de Santullano no sea teológico.

San Julián de los Prados es la obra del Prerrománico más impresionante para el visitante. Su horario de visitas es limitado.

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