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La "ducha de sidra" y el "recolector relámpago", disponibles en Cabrales

El empresario de Asiegu Manuel Niembro construye un artilugio que permite escanciar desde el techo con la ayuda de un mando a distancia

Manuel Niembro recoge manzanas con el "recolector relámpago" en una finca de Asiegu. ramón díaz

El cabraliego Manuel Niembro, hasta hace unas semanas, escanciaba sidra todos los días durante cuatro horas para un medio centenar de personas, culete a culete, abriendo la espita de un tonel cada vez que alguien le reclamaba líquido que llevarse al cuerpo y llevándoselo a la mesa. No era práctico. Así que se le pasó por la cabeza una "locura": buscar la manera de escanciar la sidra apretando el botón de un mando a distancia. Y se puso a pensar. Y pensó y discurrió hasta que halló la solución. No fue fácil, pero hoy la sidra, gracias a una serie de artilugios e invenciones, puede caer, a su elección, desde tres puntos distintos del techo de su llagar. Y él sólo tiene que pulsar el botón correspondiente de su mando a distancia y colocar el vaso debajo de la espita elegida. La "ducha con sidra" ya está disponible en Asiegu. Prueba superada.

Pero hay una segunda parte, porque para recoger del suelo la manzana recién caída con la que elabora la sidra que escancia para sus clientes de la "Ruta del quesu y la sidra" en la localidad de Asiegu, Manuel Niembro y su familia utilizaban el método tradicional: agacharse. En este caso un cliente alemán se adelantó a las elucubraciones del emprendedor cabraliego y le dijo que en su país se recogía la fruta sin agacharse, con la ayuda de un artilugio "tipo fregona o escoba". Manuel Niembro buscó de inmediato por internet y acabó encontrando el que algunos llaman "recolector relámpago", con el que ahora él y sus familiares recogen la manzana "ahorrándonos las riñonadas".

El principio de esta historia es la "Ruta del quesu y la sidra", que Manuel y su hermano Javier abrieron en 1999, con la intención de convertir su pueblo, Asiegu, en un museo vivo. La ruta incluye una excursión en la que se visita una quesería de cabrales, una quintana, una ería, un monte comunal, una cueva donde se elabora queso, una pumarada y, finalmente, el llagar, donde se celebra una espicha asturiana, con sidra, tortos, queso y otras viandas.

Cuando a Manuel Niembro se le puso en la nariz escanciar a distancia supo que tendría que llevar el líquido por tuberías hasta el techo desde los dos toneles que tiene en su llagar, de 400 y 1.000 litros. Para mayor comodidad quiso abrir en el techo tres espitas, pues en la espicha los clientes están sentados ("después de dos horas de excursión se agradece una silla", asegura Manuel) y así quien escancia camina mucho menos y atiende mejor y más rápido a los clientes.

La bomba para elevar el líquido hasta el techo ya la tenían los Niembro en su llagar, pues el tonel desde el que se escanciaba la sidra anteriormente era meramente decorativo y el líquido llegaba desde los dos toneles "reales", ubicados fuera de la vista de los clientes. Solucionado el "transporte del líquido", restaba resolver el problema de cómo abrir las espitas y cómo hacerlo a voluntad y sólo una de cada vez. ¿Cuerdas?, ¿botones?, ¿cables? Un ferretero de Arriondas le habló un día de las electroválvulas y el cabraliego se puso manos a la obra.

A través de internet encontró un empresario gallego que las vendía. Y las compró, pero eso sólo solucionaba la salida de la sidra desde el techo, pero no que sólo saliera por uno de los grifos. Entonces empezó a estudiar los relés e interruptores eléctricos y, con la ayuda de un mando a distancia que tiene cuatro botones numerados -idéntico a los que se usan para abrir las puertas de los garajes en los edificios- y a varios receptores, consiguió dominar las espitas. Cada una tiene su número: dos, tres y cuatro. Porque el botón número uno funcionó un tiempo para abrir el tonel decorativo del llagar, cuya espita fue posteriormente anulada.

Manuel Niembro siempre tiene la cabeza funcionando. Y en cuanto ve que alguna tarea da problemas supone mucho esfuerzo o puede ser mejorada, se pone a discurrir. Ya había pensado alguna vez lo cansado que era recoger la manzana del suelo recién caída. Y no quería cogerla del árbol ni varear para aguardar a su punto justo de maduración. Pero, claro, recoger la fruta recién caída del árbol obliga a controlar la pumarada todos los días. "Y acaba uno con los riñones hechos polvo", indica el empresario. Las aparatosas máquinas de uso industrial tampoco sirven para pumaradas como las de Asiegu, muy pendientes e irregulares. Necesitaba algo más versátil. Había que pensar en algo.

Pero en este caso Manuel Niembro no le dio tiempo para inventar. Ya estaba inventado. Los Niembro proyectan durante la espicha de la "Ruta del quesu y la sidra" un vídeo en el que se muestran imágenes del proceso de elaboración de la sidra. Un cliente alemán vio "apañar" a mano las manzanas y le contó a Manuel que en una ferretería de su país había visto unos "aparatos" para recoger frutos secos del suelo. Se lo dibujó en un papel y le dijo cómo era y que hasta lo podría fabricar él mismo. Es más: en cuanto llegó a Alemania le envió unas fotografías por correo electrónico. Maravillado por el descubrimiento, Manuel inició la búsqueda por internet. Halló la ferretería germana de marras, pero problemas lingüísticos dieron al traste con la compra.

Lejos de rendirse, el cabraliego siguió buscando y encontró en Zamora un artilugio muy similar al germano, que en este caso se utiliza para recoger castañas con oriciu sin pincharse. Encargó tres y justo después se enteró de que también se venden en Asturias, en una tiende de Colloto, concretamente. Tras una pequeña fase de "formación" para conocer el funcionamiento del aparato, los Niembro empezaron a recoger manzanas con el "recolector relámpago", integrado por un palo similar al de las fregonas y rematado por unas varillas flexibles que permiten el paso de los objetos hacia adentro, pero no su salida.

"Se recoge mucha más manzana que a mano, porque se cansa menos y se acaba trabajando más". El "recolector relámpago" tiene capacidad hasta para dos kilos de manzanas (sirve para casi todo tipo de fruta) y se adapta "a cualquier sitio", destaca el de Asiegu, que cree que debería cambiarse ya el sistema de manejo de esta fruta de arriba abajo. Y no sólo se refiere a la recogida, también a la manera de tratar el fruto. Primero, Manuel aboga por no varear o "dimir" los manzanos, sino sólo por "esmengarlos". Y con "dos o tres pasadas" la manzana cae en su punto justo de maduración y no se dañan los árboles. Segundo, el cabraliego prefiere echar las manzanas en cajas de fruta, para que no se golpeen y para que las de abajo no queden aplastadas y comience la fermentación mucho antes de lo deseado y de lo necesario, como ocurre habitualmente al echarlas en sacos o grandes cajas. Y para todo ello el "recolector relámpago " es ideal. Porque Manuel Niembro se ha sacado de la manga un enganche metálico que se adapta a las cajas de fruta y que en la parte superior acaba en forma de triángulo. Así, basta con posar suavemente el "recolector relámpago" sobre el enganche para que un par de varillas se separen y, al instante, la manzana caiga en la caja de fruta, donde se seleccionan las piezas antes del lavado. "Frente al pincho vasco y al caldero, que deterioran el fruto y provocan una fermentación anómala" es un adelanto, señala el emprendedor.

Manuel Niembro lleva de ruta a cincuenta personas cada día, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde. Tiene siete empleados habitualmente y tres más en los meses de verano. La "Ruta del quesu y la sidra" mueve a cerca de 5.000 clientes al año. Pero los hermanos Niembro son hombres inquietos y resolutivos. Y ya andan pensando en dar un paso más allá y aprovechar la sorprendente de la "ducha de sidra con mando a distancia". Y están empezando a darle vueltas a dos términos: "Faceculín" y "Selfieculín". Algo se les ocurrirá. Seguro.

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