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JOSÉ ENRIQUE RODRÍGUEZ CAL, "DACAL II" | Boxeador

"Si naces en una familia pudiente te dedicas al tenis; los grandes púgiles salen de la pobreza"

"Me cuidé mucho: los golpes en la cabeza no son buenos para la salud"

José Enrique Rodríguez Cal, "Dacal II", el pasado lunes, en Avilés. mara villamuza

Dacal II o Dacalín tiene tiempo, paciencia y un poco de tartamudez que no le impide hablar de una forma directa y contar su vida con naturalidad. Este jueves se cumplirán 43 años de una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Múnich (Alemania) que fue oro para España después de tres Olimpiadas sin ningún metal que aportar al medallero.

José Enrique Rodríguez Cal, nacido en Candás (Carreño), crecido en Valliniello, vecino de Llaranes, Avilés, tuvo una larga carrera de 21 años en el ring, los siete últimos como profesional.

Trabajó en Ensidesa desde los 22 años hasta los 60, cuando se prejubiló. Vivió y vive bien, ahora como atleta veterano. Aunque dejó el boxeo con 34 años, cansado y con un K.O., le está muy agradecido a este deporte.

-Le debo todo al boxeo, aunque cuando bajé del ring nunca más lo eché de menos. Me cuidé mucho como boxeador y como deportista porque no hace falta ser médico para saber que los golpes en la cabeza no son buenos para la salud. Quiero mucho el boxeo y si volviera a nacer en las mismas condiciones, lo repetiría todo.

-¿Y si naciera en otras condiciones?

-Si naces en una familia pudiente es más fácil que elijas el tenis o la natación... Los grandes campeones salen de los barrios de más pobreza. Ahora hay unos boxeadores mexicanos, pequeños, buenísimos.

Ese cuidarse de Dacal II tuvo que ver con sus hábitos saludables y con su forma de boxear, técnica, inteligente y fría, sin enzarzarse. Las condiciones sociales en que nació y creció Dacal fueron de necesidad y de aprovechar todo hasta los 20 años, cuando ganó la medalla de bronce y su vida cambió por completo.

-¿A qué boxeador admiraba?

-El deportista al que más admiraba no era boxeador.

-¡Cómo!

-Era el ciclista Eddy Merckx. Un vecino que vivió en Bruselas muchos años supo de mi admiración por él y me trajo una camiseta firmada que conservo en mi casa.

-Pero tendría un boxeador...

-Cassius Clay. Para mí es Cassius Clay, no Muhammad Ali, mayor que yo porque ya había sido campeón olímpico en Roma 1960. Tengo grabada en la cabeza la fotografía de él, en pie, con Sonny Liston en el suelo, noqueado. Clay era inteligente en el ring y fuera del ring, promocionando los combates con las provocaciones de los pesajes para que la gente pasara por taquilla. Me da pena verlo ahora con párkinson, con lo que fue, con lo guapo que era, aquel físico tremendo. No está así por el boxeo. El párkinson puede darle a cualquiera.

Tiene cuatro hijos y cinco nietos, el mayor de 23 y el más pequeño de 8. Vive con su mujer, Fina, a la que conoció a los 16 años, en el parque del Muelle, donde paseaban su pandilla y la de ella.

-Vi una chavalina guapa de mi estatura. Se llamaba Fina, era de Llaranes, hija de un malagueño que, como tantos, vino a Avilés a ganarse la vida. Ella tenía 15 años. Fuimos novios tres años.

-¿A Fina le gustaba el boxeo?

-No. Decía que iba a verme porque yo lo hacía bien y no era contemplar a dos pegarse de mala manera.

El campeón de tantas veladas en La Exposición cuenta su vida.

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