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Menú prehistórico: trucha a la tierra y sopa de piedras

La cocina primitiva encuentra soluciones imaginativas y hasta sabrosas con una economía máxima de útiles

Arriba, la extracción con un palo de la trucha cocinada en un horno de tierra. Sobre estas líneas, el pescado ya cocinado, una vez abierto el envoltorio de verdura con el que fue introducido en el hueco abierto en la tierra. miki lópez

En el Parque de la Prehistoria de Teverga, junto a los restos de una fogata hay un círculo de tierra removida de unos cuarenta centímetros de diámetro. Si se pone la mano sobre esta mezcla de terrones y de hierba se aprecia que está caliente. Estamos ante un horno prehistórico. Con un palo, removiendo, se encontrarán pronto restos de madera carbonizada y tras apartarlos aparecerá un envoltorio de berzas. Al abrirlo humeará una trucha asalmonada jugosa, lista para ser disfrutada por la especie que ideó este método de cocina: el hombre primitivo.

Esta trucha asalmonada que lleva una hora haciéndose en un hueco abierto en el terreno, tras ser envuelta en hojas de verdura y cubierta por carbón vegetal, es el resto del taller que han organizado los responsables del Ecomuseo La Ponte, que colaboran con el Parque de la Prehistoria organizando distintas actividades. En esta ocasión, tratan de reconstruir para los visitantes los distintos métodos de elaboración de alimentos que tendrían los hombres primitivos.

Pablo López es el responsable de la asociación, radicada en Santo Adriano, que gestiona el Ecomuseo La Ponte. Ofrecen numerosas actividades centradas en la difusión de los distintos recursos naturales y de patrimonio de los concejos de los Valles del Oso. López es arqueólogo de formación y subraya que para hacer esta reconstrucción de los métodos de cocina primitiva se han apoyado en los datos científicos disponibles y en las costumbres de determinados pueblos indígenas. La elaboración de la trucha "enterrada" es sólo uno de los métodos que recrean.

Pero es uno de los más complicados. Comienzan por los más sencillos, como sería la cocina sobre fuego: espetos de pescado que se hacen sobre la hoguera. Otro método que enseñan, y que también ha llegado a nuestros tiempos, es el de la carne a la piedra. En este taller cocinaron unos trozos de pollo sobre una "llábana" de pizarra calentada al fuego.

El pescado en horno de tierra sería el siguiente nivel en el grado de dificultad de la cocina prehistórica. Tras cavar un hoyo en el suelo y hacer fuego en su interior con varios trozos de palo, sobre las brasas se coloca el pescado envuelto en hojas de verdura. Pablo López explica que una vez cubierta la pieza, con una hora de cocción basta. Y regala un truco: para taparlo todo, lo mejor es el tapín que inicialmente se retiró pero dado la vuelta. La hierba para dentro, la tierra para fuera. Un consejo final: el pescado envuelto en hoja de figar coge "un saborín especial", asegura el arqueólogo de La Ponte.

También enseñan cómo hacer sopa de ortigas. El problema para el chef prehistórico era el recipiente donde calentar el agua. No había aún cerámica para hervir al fuego. Solución: se calientan al fuego unos cuantos cantos rodados y luego se echan en un "duernu" tallado en madera. Con cuatro piedras de unos 10 centímetros que se calienten bien se pueden poner a hervir unos 3 litros de agua. Luego se echan unas ortigas dentro y la sopa ya está lista. Sale negruzca por los restos de las piedras, pero sale.

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