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LUCIANO ÁLVAREZ | Nacido en Uruguay de familia asturiana, es escritor, historiador, profesor de cine, periodista y realizador de documentales

"Pablo Iglesias es un producto de lo peor del mundo universitario"

"España me duele y me preocupa, creo que no han podido integrar a fondo los principios de la refundación democrática posfranquista; a veces veo debates televisivos que parecen riñas de gallos"

En el tejado de la casa mientras colocan un poste de la luz que aún se conserva.

Luciano Álvarez es estos días, sobre todo, el orgulloso padre de Fede Álvarez, el director de la película de moda, "No respires". Pero hoy toca hablar con él y de él -hijo de un coañés que hizo las Américas- porque su propia carrera es de muy largo recorrido. Álvarez (Montevideo, 1949) es doctor en Comunicación Social por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y profesor de Historia por el Instituto de Profesores Artigas. Autor de libros como "Lógica de una comunicación democrática", "Los héroes de las siete y media", "Medios de comunicación y trampas a la democracia", "Historia del Peñarol" y "La casa sin espejos", ocupó diversos cargos académicos en la Universidad Católica del Uruguay hasta su retiro en 2014. Fue realizador de la exitosa serie documental para televisión "Inéditos" y director del Instituto Nacional del Audiovisual entre 1995 y 1997. En los últimos años ha regresado a su primera pasión, la Historia, y es lúcido columnista en el principal diario uruguayo.

-¿Qué siente cuando escucha la palabra Asturias?

-Que se habla de mi patria. Es raro, pero es como tener un padre y una madre a los que se quiere por igual. Soy uruguayo, aquí nací y aquí hice mi vida, pero al mismo tiempo mi entorno ha sido un pedazo de la Asturias peregrina, real, vivido todos los días y en especial los fines de semana donde se reunían mis padres, mis tíos, primos y paisanos y se cantaba, se comía y "falábase en nosa fala". Cuando iba a Asturias, mis abuelos y mis tíos nunca me hablaron en castellano, y lo curioso es que yo no me daba cuenta, tan integrado lo tenía. Mis primos de Asturias lo siguen haciendo, incluso estoy en una página de Facebook -Frases de nosa zona- en la que todos escriben en eso que los lingüistas llaman eonaviego.

-¿Qué olores, sabores o colores le transportan a su tierra asturiana?

-Lo que se hacía en casa de mi abuelo: el chorizo colorado, no lo había mejor en el mundo; aquellos jamones que se colocaban como un violín y se cortaban con una navaja de Taramundi y las hogazas de pan que preparaba mi tía Delia. ¿Y colores? Qué otro que el verde. Muchas veces le he dicho a gente que iba a pasar por primera vez por Asturias que era el verde más bello del mundo y lo han reconocido. También el intenso oscuro de la piedra pizarra con el que se techan las casas en el Occidente. Atesoro una losa de techo en Montevideo que fue de la casa de Pumarín. Hasta del olor del "cuito" del establo recuerdo.

-¿Qué le enseñaron sus antepasados asturianos?

-Obviamente, que la "palabra vale más que un contrato", diría mi abuelo y repetía mi padre. El sentido del trabajo y el honor, la solidaridad y una cierta tierna dureza que quizá compartamos con los irlandeses. Mi esposa, que tiene raíces portuguesas y suecas, siempre dice que un asturiano se reconoce por la manera de pararse y por la fuerza que transmite.

-Su padre se llamaba Luciano.

-Falleció justo cuando Fede se iba a ir para Hollywood, pero antes tuvo la alegría de saber de su éxito con el corto "Ataque de pánico". El día que lo ingresaron por última vez, fue Fede el que lo afeitó y lo acompañó a la Asociación Española, que es la mutualista de la familia. Es toda una historia, yo me había roto el tendón de Aquiles tres días antes, estaba en el cuarto piso, con una costilla rota además, y papá en el sexto. Papá pretendía llamarme Nicomedes, como mi abuelo, por ser el primer nieto nacido en América, pero sus amigos le convencieron de que ese nombre era muy raro por estos lares.

-¿De qué forma le marcaron sus estudios en Europa?

-Fundamentalmente me dieron la oportunidad de dedicarme a tiempo completo a ordenar un conocimiento aluvional y desordenado, producto de lo mucho que había visto y leído del cine, en una época donde todavía era una novedad para las universidades. También conocer algunos personajes formidables como Edgar Morin.

-Como profesor de Historia, ¿podría hacer un diagnóstico conciso de los peores peligros a los que nos enfrentamos?

-El mayor es perder el sentido del valor del sistema político democrático. España me duele y me preocupa. Creo que no han podido integrar a fondo los principios de la refundación democrática posfranquista. A veces veo debates televisivos que parecen riñas de gallos.

-¿Sabemos, queremos, podemos combatir el terrorismo yihadista?

-Hoy, es una pregunta imposible de responder en un mundo donde ya no hay Covadonga que valga. Por otro lado, creo que es un problema que se incubó hace casi cuarenta años. Yo viví en Bélgica, en los 80, la casi imposible integración de los emigrantes musulmanes y africanos. Tuve compañeros que hacían un doctorado mientras sus esposas eran analfabetas. ¿Cómo se puede entender?

-Usted, como descendiente de emigrantes, ¿qué piensa ante la crisis de los refugiados en Europa?

-Sería de mucha utilidad estudiar las mal llamadas invasiones bárbaras. Un profesor me explicaba que las Völkerwanderung podían compararse a una mesa de billar con las bolas colocadas en el medio y que reciben el fuerte golpe de una que las dispersa. En cambio la emigración masiva a las Américas, particularmente EE UU, Brasil y el Río de la Plata, integraba inmediatamente a los emigrantes y los absorbía. Eso fue muy fuerte en países como el Uruguay, donde la segunda generación ya había casi olvidado sus orígenes, mediante un sistema escolar público muy eficiente e igualador.

-Si Donald Trump ganara, su hijo Fede tal vez tendría problemas para trabajar en Hollywood...

-En primer lugar (es horrible lo que voy a decir, pero quiero que se me entienda bien): es de piel clara, pelo castaño y ojos claros. Yo viví con culpa esa ventaja en Bélgica. En segundo lugar, es el tipo de emigrante calificado que nunca rechazan. De todos modos, espero que los Trump y otros de su especie sean virus para los que haya adecuada vacuna.

-Su paso por televisión fue eminentemente didáctico, ¿es una batalla perdida conseguir que la televisión sea educativa?

-En la época en que yo intenté hacerme un lugar, sí, era imposible. Hoy la televisión masiva es más estúpida cada día, pero al mismo tiempo el sistema es más abierto y está viviendo su época dorada en cuanto a series de ficción. Los ingleses han recuperado para el audiovisual la morosidad necesaria de las grandes novelas del siglo XIX, también los nórdicos y aun Hollywood. Para poner el caso de España, el éxito de "Isabel" debe enorgullecernos.

-¿El periódico de papel podría tener los días contados?

-Probablemente sí. Pero el papel no es el problema, el problema es que el periodismo se convierta en un eco de las redes sociales, en su versión estúpida.

-¿Las redes sociales están entronizando una información caudalosa, pero poco contrastada y llena de bulos?

-Tal cual. Sin embargo, al mismo tiempo permite, si uno es cuidadoso, crear redes de gente interesada, culta e inteligente que mediante sistemas como Facebook nos proveen y preseleccionan una cantidad de materiales que nos enriquecen notablemente.

-¿España ha cerrado todas las heridas de la Guerra Civil?

-No, y, como en Hispanoamérica, hay demasiados intereses que se benefician en no cerrarlas.

-¿El castrismo morirá con Fidel?

-Siempre existe la salida china, lamentablemente: capitalismo salvaje y tiranía. América sabe bastante de estas cosas, como bien lo noveló Valle-Inclán.

-¿Qué le fascina y qué le indigna del fútbol?

-Por encima de todo me fascina el hecho de que, a diferencia de la mayoría de los deportes, un chiquito como Messi puede ser el rey y un enano de tres millones de habitantes, como Uruguay, puede tener más trofeos que la Unión Soviética o las Rusias. Como todo uruguayo, nací con una pelota debajo del brazo y jugué mientras el cuerpo dio, pero de veterano cometí el error más grande de mi vida, aceptar un cargo de dirigente en el equipo de mis amores, Peñarol. Con un compañero, que fue ministro y senador, concluimos que si la política es sucia, parece la corte del rey Arturo comparada con el mundo del fútbol, especialmente los dirigentes y comerciantes, dueños del negocio. También coincido con varios jugadores con los que tengo trato que lo más sano son los deportistas, al menos por aquí.

-¿Hacia dónde camina el cine?

-Creo que hay un libro que se llama "los expertos hablan" y muestra todas las predicciones fallidas de los supuestos conocedores. Lo que me queda claro es que cada día es más difícil lograr algo novedoso. Ya todo el mundo sabe que el mayordomo es el asesino.

-¿La gente se ha olvidado de hablar y se limita a mandarse mensajes por el móvil?

-No generalizaría. España, con todos sus defectos, sigue siendo un país lleno de lugares con gente hablando y riéndose.

-¿Qué diría su abuelo Nicomedes si levantara la cabeza?

-"Anda, neno, vamos a echar una partida y trae el vino". Luego diría, "vino, vinín, hijo de la cepa tuerta, tú te quieres entrar y yo te abro la puerta".

-Como educador, ¿abandonar las Humanidades para centrarse en las asignaturas de Ciencias es un error?

-Terrible error. Ningún sociólogo, politólogo o cualquiercosólogo puede enseñarnos tanto de la condición humana como Shakespeare o Cervantes. Tuve un profesor en Lovaina que quería poner más Humanidades en las escuelas de negocios, con este principio. Lógicamente no tuvo suerte.

-De los actuales mandatarios americanos, ¿en cuál confía más y de cuál se fía menos?

-Cualquier chileno (Lagos, Bachelet o Piñera) porque sacaron las lecciones de su historia reciente. La otra es fácil. Una bestia como Maduro no la hubiese imaginado ni Valle-Inclán inflamando su esperpento.

-El líder español de Podemos, Pablo Iglesias, forjó su éxito en las tertulias televisivas y en su propio programa. ¿Es la pequeña pantalla la gran fábrica de líderes que nos espera? ¿Valdrá más la telegenia que las ideas?

-Más que telegénico es un producto de lo peor del mundo universitario: sabios cooptados por sus propios cómplices, repetidores de consignas baratas, puesto que siempre es mejor ser rico y sano que pobre y enfermo. Algunos de los peores ejemplares de la humanidad, como Pol Pot, salieron de las universidades. Creo que puedo decirlo porque pasé mi vida en la Universidad; respeto y exijo practicar el saber académico, pero también aprendí de gente como mi padre o mi abuelo que sin haber terminado la escuela sabían mucho del mundo, de la vida, de la gestión de recursos y de la honradez.

-¿Echaremos de menos a Obama?

-Es un tipo que me cae muy bien, pero soy incapaz de evaluar su gestión.

-¿Los intelectuales han perdido ya su papel en el mundo?

-Depende de que se entienda por intelectuales. No hay que olvidar que es una palabra reciente, inventada durante el "caso Dreyfus". Hoy bajo sus títulos pomposos son los actuales druidas, adivinos y profetas. Me gustan los profetas, no los adivinos mercantiles. Ojalá nunca nos falten los profetas.

-¿La piratería de contenidos audiovisuales en internet no tiene solución?

-Por ahora no, y los más perjudicados -lo dijo Víctor Manuel- son los creadores jóvenes. En estos momentos en Uruguay los autores estamos librando una batalla por un proyecto de ley que, paradójicamente, es impulsado por una parte de la izquierda, financiada por multinacionales de la comunicación.

-¿No haber hecho cine de ficción es una asignatura pendiente?

-Sí, claro, ahora estoy tratando de sacarme la espina y estoy escribiendo un guión y tengo dos más en la carpeta.

-Los grandes gigantes de internet comercian con nuestros datos. ¿Es la nueva forma de tiranía?

-Es un toma y daca. Internet también nos proporciona la posibilidad, en mi caso, de ingresar a bibliotecas impensadas, comprar libros electrónicos y tenerlos al instante o comprar libros raros que necesito para un artículo y encontrar el vendedor inmediatamente sin tener que recorrer librerías, una tras otra.

-¿El ágora electrónica empobrece o enriquece la democracia?

-Hoy la empobrece, no debiera ser así. Todos tenemos un poco la culpa, unos porque nos aburrimos, otros porque nos aburren y otros porque no saben qué hacer con su oficio.

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