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Así es la botella del genio asturiano

Los lagareros cierran filas para proteger el envase de vidrio de la sidra regional, que elaboró La Industria de Gijón en 1880 y cuyo uso popularizó la técnica del escanciado l Ahora es una empresa de Burgos la que fabrica 5,5 millones de recipientes al año

Así es la botella del genio asturiano

Antes de beberse un culín, se sabe que una sidra es asturiana sólo por su botella. El clásico recipiente de vidrio verde, denominado "molde de hierro" al estar fabricado con moldes de tres piezas de este mismo material, contiene en exclusiva la bebida regional. Un signo distintivo que los llagareros quieren preservar ante la incorporación de grandes grupos nacionales al sector sidrero. El modelo está registrado desde el año 2000 como patente por la Asociación Sidra de Asturias (ASA) y sólo sus asociados -por ahora no se ha puesto cortapisas al productor casero- pueden embotellar con ella. El objetivo es diferenciar a simple vista el caldo regional de otros elaborados fuera de la comunidad. Pero ¿conocemos el envoltorio tanto como su contenido? Al año se fabrican 5,5 millones de botellas, tantas como para llenar trece campos de fútbol, y se elaboran 36 millones de litros de sidra, que en culetes (216 millones) darían casi para invitar a toda la población de Estados Unidos.

1 ¿Cuándo nació la botella?

La historia del envase se inicia a caballo de los siglos XVIII y XIX. En 1805 escribe Francisco de Paula Caveda que la bebida asturiana se exportaba en "pipas, pipotes y botellas". Ya en 1837, de la mano de José Pintado, abre en el barrio gijonés de El Natahoyo un horno de fabricación de botellas, que un par de años más tarde pasa a ser propiedad de Ramón Toral, quien, a su vez, se lo vende en 1843 a la sociedad que Anselmo Cifuentes, Mariano Pola y Luis Trueba habían fundado con la denominación de La Industria. De aquellas instalaciones salieron dos tipos de envases, como señala el historiador Luis Benito García. Uno estaba inspirado en la botella bordelesa, con colores topacio y verde oro. El otro es el que, casi sin modificaciones, ha llegado hasta nuestros días. Su elaboración arrancó en torno a 1880 y fue presentado como novedad en la Exposición Universal de la Minería de 1883.

Luis Benito García explica que desde mediados del siglo XIX y principios del XX, Asturias fue una de las mayores potencias de producción de vidrio, llegando a satisfacer hasta el veinte por ciento del mercado nacional. Las empresas más relevantes fueron las gijonesas Bohemia Española, Gijón Fabril y La Industria. Tras la Guerra Civil comenzó el declive del sector, que llegó a desaparecer en el primer tercio del siglo XX por el aumento de consumo de refrescos y bebidas blancas.

El etnógrafo Inaciu Hevia Llavona señala en su libro "La botella de Xixón" que el envase actual de sidra se inspiró en los modelos ingleses, aunque se modificó pensando en el escanciado. De ahí la curva característica de la botella, llamada "pierna de dama", que lo que hace es "parar la velocidad de la bebida para que no salga disparada". "El ritual de consumo de la sidra es diferente desde que se diseñaron la botella y el vaso. Gracias a estos dos materiales surgió la técnica de escanciado que hoy conocemos", asegura Luis Benito García.

El libro "Agua, sidra y vinu. Cacíos pa beber", de Juaco López, director del Museo del Pueblo de Asturias, indica que antes del nacimiento de la botella, la sidra se vendía y transportaba hasta las romerías en barricas. Para beberla se usaban xarres de madera y de barro. A finales del siglo XVIII sólo se embotellaba sidra para exportarla a América. Allí se convierte en seña de identidad del emigrante.

2 ¿Cuáles son las características de este recipiente?

La botella asturiana tiene unas medidas específicas y únicas. Una altura de 285,5 milímetros, una capacidad de 700 mililitros, un peso de 500 gramos y un diámetro de 78 milímetros en la base, que ensancha a 79,8 en la llegada al cuello y termina en 28 en el bocal. Sus partes más características son el ensanchamiento del cuello y su larga prolongación, con la que se busca favorecer el escanciado, y el reforzamiento del bocal (20,5 milímetros) para ayudar al corchado. Esto último, dice Luis Benito García, tenía más sentido en el pasado que en la actualidad, cuando el tapón se ponía a veces con un mazo. "El refuerzo permitía que el corcho no se rompiese", afirma.

Su color es verde esmeralda y ha quedado casi en exclusiva para el sector sidrero. Mario García, jefe de ventas del Noroeste de la empresa vidriera Verallia, detalla que antiguamente se fabricaban en esa tonalidad todos los modelos de botellas, inclusive las de vino. "Más tarde el sector del vino se decantó por el color canela u otros tonos de verde, quedando el esmeralda sólo para la sidra y algunos modelos personalizados", apunta.

3 ¿Cómo y dónde se fabrica?

Puede decirse que lo único regional de la sidra es la bebida. Ni su envase, ni los corchos, ni las cajas ni los vasos se fabrican ya en la comunidad. El principal fabricante de la botella es Verallia -líder mundial en el sector, con una producción anual de más de 25.000 millones de botellas y tarros de vidrio-, que tiene su mayor planta de fabricación en Burgos. En ella se elaboran al año y desde 1981 en torno a 5.500.000 botellas de molde hierro para los lagareros asturianos. "El vidrio es el único material tan versátil que de una botella de sidra se puede hacer otra igual, por ello utilizamos entre un 80 y un 90% de vidrio reciclado para realizar los nuevos recipientes", asegura Mario García, que explica con todo detalle el proceso de elaboración del envase.

En primer lugar se hace el vidrio mediante la mezcla de varios materiales, que son: arena -su componente fundamental-, caliza molida, sosa cáustica, chatarra de vidrio y el tono verdoso, que se consigue mezclando óxido de hierro y cobalto. Una vez obtenida la mezcla de materiales, ésta se introduce en un horno que alcanza temperaturas de unos 1.600 grados centígrados. El vidrio fundido fluye en la cámara del horno, donde un sistema se encarga de extraer las burbujas para obtener una mayor pureza. El proceso completo dura más de 18 horas. Tras ello, el vidrio fundido pasa a transformarse en botellas. Para ello, se cortan las gotas con el peso exacto (500 gramos), que caen en un molde preparador, denominado molde hierro, en el que se produce el soplado que dará lugar a una preforma. En otro molde se produce un segundo soplado que hace que el vidrio maleable se adapte a las paredes del recipiente, obteniendo así la botella de sidra.

A continuación, llega el proceso de enfriamiento, ya que si se dejasen las botellas al aire libre enfriarían muy rápido por fuera y muy lento por dentro, creando unas tensiones internas que harían que el envase estallase. Finalmente, las botellas de sidra se hacen pasar por tetracloruro de estaño para crear una película que les aporte mayor resistencia a los rasguños y demás golpes que se podrían dar en su traslado a los llagares.

4 ¿Cuándo comienza a vestirse?

La botella de sidra nació desnuda y tardó casi dos siglos en vestirse. La única referencia sobre el elaborador estaba antes impresa en el corcho y la mayoría de veces era ilegible y dejaba la puerta abierta a falsificaciones. No fue hasta hace un cuarto de siglo cuando se produjo un primer intento serio por implantar la etiqueta, enfrentando a los lagareros tradicionales y a unos pocos renovadores. Tal y como estaba cantado, vencieron los defensores de que la botella siguiera en pelota.

Tras años de debate, el Gobierno del Principado decidió hacer obligatorio el etiquetado para avanzar hacia la denominación de origen. Santiago Menéndez de Luarca fue el impulsor definitivo de una medida que entró en vigor en el año 2000 y que se convirtió en condición indispensable para la comercialización a partir del 1 de enero de 2001. "El primero en etiquetar fue Miravalles y después lo hizo Trabanco para la Expo del 92. Como anécdota cabe señalar que de aquella las pegatinas se despegaban con mucha facilidad y Sevilla quedó inunda de etiquetas de sidra pegadas a la pared. Eso sirvió como promoción", señala Luis Benito García. Los primeros modelos eran sencillos y prácticamente se limitaban a reproducir el nombre del elaborador y algunos datos sobre el producto. La llegada de la denominación de origen (en 2005) y de las sidras de nueva expresión provocó la aparición de diseños más atractivos, casi siempre centrados en motivos tradicionales asturianos.

5 ¿Cómo llegaron los vasos y las cajas hasta nuestros días?

Los primeros vasos de sidra se fabricaron también en La Industria de Gijón. Según cita Juaco López en su libro "Agua, sidra y vinu. Cacíos pa beber", los primeros eran "grandes, con capacidad para 50 centilitros y de forma varillada". Fueron llamados "vasos de los franceses", probablemente por los técnicos franceses de la fábrica. Posteriormente se hicieron derivados lisos, que poco a poco fueron fabricándose más delgados. "El vaso actual mantiene el mismo tamaño que los antiguos, pero sus paredes son muy finas y su peso muy inferior", dice López.

De forma paralela, aparecen las cajas para transportar más cómoda y segura las botellas, que inicialmente se trasladaban entre paja en carros del país, lo que resultaba costoso e inseguro. El investigador José Manuel Feito explica en un coleccionable editado por LA NUEVA ESPAÑA que los chigreros "colocaban las botellas entre la pación o hierba seca para que no rompiesen. Solía llevar cada carro una o dos pipas de sidra (600-1.200 botellas)". Las primeras cajas fueron los "cientos", que eran bandejas de escaso borde, divididas en dos compartimentos, utilizadas para mantener en pie cien envases.

Posteriormente se diseñaron, según el escritor Xuan Xosé Sánchez, otros recipientes "de madera, muy pesados, que acogían veinte botellas y llevaban tapa muchas veces para poder facturarlas en el tren". Sánchez añade que hacia los años treinta, las cajas pasaron a tener capacidad para doce cascos, aunque hubo lagareros que fabricaron sus propios recipientes de diez botellas. Es ya en los años setenta cuando empieza la progresiva sustitución de las cajas de madera por las de plástico.

6 ¿Cuál es su grado de protección?

La Asociación Sidra de Asturias (ASA) consiguió la patente de su recipiente en 2000 y la actualizó en 2010. Ello impide que grupos nacionales que elaboren sidra no asturiana vendan su producto en el "molde de hierro". "De momento no se ha planteado impedir su uso a los productores no asociados de la región. Lo que queremos defender es la sidra asturiana y por eso no vamos a permitir que otras regiones utilicen nuestra botella", defiende el portavoz Miguel Hevia.

Sin embargo, la asociación ya ha tenido conflictos con empresas de otras comunidades que utilizaron sin autorización el recipiente asturiano. Fue el caso de Hijos de Rivera, fabricante de la cerveza Estrella Galicia y una de las firmas -junto a Don Simón- que pretenden reforzar su apuesta por la sidra natural (manzana gallega) bajo la marca Maeloc. La empresa está buscando un nuevo modelo de recipiente, según sostiene la Asociación Sidra de Asturias, que seguirá muy de cerca los pasos que den en el mercado los nuevos elaboradores nacionales. "Defendemos y defenderemos nuestra botella porque es la forma de que el consumidor la identifique", dice Miguel Hevia. El fabricante Verallia se compromete a seguir produciendo el envase sólo para la sidra asturiana.

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