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Desde Roma (3)

El Ara Pacis Augustae

La belleza escultórica del altar erigido para honrar el retorno de Augusto de Hispania y la Galia resulta emocionante

El nuevo edificio que protege el Ara Pacis, obra del arquitecto Richard Meir.

No sé quién lo decía, ni si lo decía alguien, pero a Roma hay que verla aunque sólo sea una vez en la vida para poder recordarla.

El recuerdo estará casi siempre actualizado porque el tiempo transcurre por ella respetándola. Aunque algunas veces algo cambia. Por ejemplo, quien no haya venido a Roma desde 2005 seguro que no ha visto el nuevo edificio del Ara Pacis Augustae.

Edificio construido por el arquitecto americano Richard Meir y que tanta polémica ha despertado.

-"Sembra un gas" (parece una gasolinera), comenta aún hoy después de varios años un enfadado romano.

-"Es un precioso joyero que protege su valioso contenido". "No, una pecera que jamás debió construirse".

Nunca los romanos se pondrán de acuerdo. Sin embargo, viendo las fotos del anterior edificio, la elección parece clara. Aunque, independientemente de la envoltura que cuanto más hermosa y segura sea mejor, la auténtica joya que interesa es lo que guarda en su interior.

"Cuando regresé de Hispania y la Galia, durante el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintilo (13 a.C), tras haber llevado a cabo con todo éxito lo necesario en esas provincias, el Senado, para honrar mi vuelta, hizo consagrar en el Campo de Marte, un altar dedicado a la Pax Augusta y encargó a los magistrados, Pretores y Vírgenes Vestales que llevasen a cabo en él un sacrificio en cada aniversario".

El propio Augusto, primer emperador romano, se encargó de difundir la noticia para la posteridad. Y así los siglos venideros supieron de la existencia del Ara Pacis, pero, como tantas otras cosas, desapareció en las entrañas de Roma.

Será en el siglo XVI cuando se descubran algunas partes del Ara, mas no se sospecha que puedan formar parte de él. Las piezas localizadas fueron vendidas a museos y particulares de Italia y Europa.

A finales del XIX, la construcción del palacio de Umberto I, deja al descubierto nuevos restos que, examinados por el arqueólogo Von Duhn, los identifica como parte del altar dedicado a la Paz de Augusto.

En el siglo XX, Mussolini propició la excavación definitiva y exigió a los museos y particulares la devolución de los fragmentos adquiridos. Sólo París y Viena se negaron a ello.

El Ara Pacis Augustae fue inaugurado en 1938, al conmemorarse el bimilenario del nacimiento de Augusto. Se le buscó una nueva ubicación, la misma donde se encuentra ahora, al lado del Tíber, muy cerca del Mausoleo de Augusto.

El actual museo se asienta sobre un podio, facilitando así su inclusión en el entorno. Para acceder a él es necesario atravesar una gran explanada, a modo de terraza al aire libre. El interior minimalista sorprende en una ciudad como Roma, pero al ver el Ara Pacis, sólo rodeado de luz natural, se entiende muy bien.

Realizado en mármol de Carrara, es de planta cuadrada, sin techo. Cuenta con dos puertas, una la vemos de frente, a ella se accede por una escalera. Ésta era la utilizada por el sacerdote oficiante. A los animales que iban a sacrificar los hacían entrar por la puerta de atrás. En el interior se encuentra el ara, situada sobre un pedestal.

Al mirarlo de lejos impresiona, mas no percibes la belleza escultórica de su decoración que, según te vas acercando, emociona.

En el interior toda la parte superior de las paredes aparece adornada de guirnaldas y bucráneos.

El exterior es verdaderamente deslumbrante. Las paredes han sido divididas en dos frisos. Roleos de acanto, aves y algún reptil conforman toda la zona de abajo. En las partes superiores, a cada lado de las puertas, hay bajorrelieves de cuatro alegorías relativas a la fundación de Roma.

Dos de ellas muy deterioradas; la que representa a la diosa Roma vestida de amazona y la que está dedicada a la cueva donde, según la leyenda, fueron amamantados por una loba Rómulo y Remo. La mejor conservada es la diosa Tierra, representada por una mujer con dos niños, rodeada de vegetación, de algunos animales domésticos y de los genios fertilizantes del Aire y del Agua.

La última de las alegorías, también bastante bien conservada, es la de Eneas ofreciendo un sacrificio a los dioses penates.

Impresionan los frisos laterales. Las figuras en procesión de la familia de Augusto, en las que se ha identificado a cada uno de sus miembros, constituyen auténticas fotografías de la época. La procesión estaba encabezada por doce lictores de los que casi no queda nada. Después, algunos togados, entre ellos Augusto, imagen conservada parcialmente. A continuación, cuatro flamines mayores y detrás la familia real. Agripa, con la cabeza tapada, su mujer Julia y su hijo Cayo. Tiberio, Antonia la Menor, que lleva de la mano a su hijo Germánico (padre de Calígula) y su esposo Druso. Al final Antonia la Mayor con sus hijos; Domicio (padre de Nerón y Domicia (madre de Mesalina). Me sorprende que la emperatriz Livia, tercera esposa de Augusto no se encuentre entre ellos.

-Siempre será una incógnita -me dice la guía, que añade- a Livia y a Octavia, hermana del emperador, las incluyeron en el otro friso, el de la procesión de sacerdotes y senadores.

-No resulta extraño -le comento- que las dos mujeres más importantes en la vida de Augusto no aparezcan a su lado.

-Puede que la razón esté en que Livia no le dio hijos, y al lado del emperador figuran los que de alguna forma podrían estar en la línea sucesoria.

Le doy las gracias y me dirijo al otro lateral para contemplarlas.

-No las verá usted -me dice-. El bajorrelieve que las representa se encuentra en el museo del Louvre. No lo han devuelto.

Miro el vacío que ellas tendrían que llenar... Puede que los dirigentes del Louvre tengan sus razones para oponerse al traslado, pero ¿aman el arte, la historia, la cultura quienes por mantener en su museo un fragmento de una obra única impiden que éste retorne al lugar que le corresponde? Además no es lo mismo verlo en el Louvre que en el Ara Pacis para el que fue creado.

Lo siento de veras, y en especial porque eran Livia y Octavia los personajes que más me interesaban.

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