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Los "Princesa de Asturias" vistos por diez galardonados

Unos Premios extraordinarios, influyentes, que sorprenden y conmueven

Cirac: "Dan una imagen en la que se distinguen el esfuerzo y la calidad" l Barbara Hendricks: "Son una buena forma de honrar a los héroes, conocidos y desconocidos" l Auster: "Fue un honor recibirlo".

El teatro Campoamor, en la ceremonia de entrega de los premios "Princesa de Asturias". pilar rubiera

La Fundación Princesa de Asturias entregará el próximo viernes, día 21, sus Premios. Será la edición numero XXXVI. La institución ha concedido hasta el momento 285 galardones, que han premiado a 284 personas, a 67 grupos, asociaciones o proyectos científicos. ¿Qué significan estos Premios para los galardonados? ¿Han cambiado su vida? ¿Cómo vivieron la ceremonia? LA NUEVA ESPAÑA envió a cuarenta de los distinguidos en ediciones anteriores un cuestionario con cuatro preguntas sobre éstos y otros asuntos. Éstas son las respuestas de diez de los premiados.

LAS PREGUNTAS

1. ¿Qué representó en su trayectoria profesional el premio "Príncipe de Asturias"? ¿Conocía el galardón?

2. ¿Considera importantes este tipo de premios? ¿Por qué?

3. ¿Qué le pareció la ceremonia de entrega? ¿Y el entonces Príncipe (después Rey) ? ¿Qué recuerda de su estancia en Oviedo?

4. En España, en los últimos años, algunas formaciones y asociaciones de izquierda cuestionan la existencia de estos galardones por estar vinculados a una Fundación monárquica. ¿Cuál es su opinión?

Max Mazìn, David Azrieli, Mazaltov Mordoch, Félix Zandman y Jaime Vandor, supervivientes de los campos de concentración nazis, algunos de los cuales llevaban los números tatuados en sus brazos, recogieron, en octubre de 2007, el "Príncipe de Asturias" de la Concordia, que se concedió al Yad Vashem-Centro Mundial de la Conmemoración de la Shoá (Museo de la Historia del Holocausto). Acompañaron en el escenario del teatro Campoamor a Avner Shalev, presidente de la institución, y a un grupo de Justos de las Naciones. Aquellos cinco supervivientes hoy ya están muertos. Para ellos "fue un honor y un privilegio asistir a la ceremonia de los Premios, al mismo tiempo que daban a conocer al mundo sus desgarradoras historias", afirma Perla Hazan, quien también estuvo en Oviedo, directora para Iberoamérica, Portugal y Miami del Yad Vashem.

Perla Hazan no tiene ninguna duda de la importancia del galardón. "Fue una experiencia muy emotiva, un reconocimiento al constante trabajo de más de cincuenta años en la transmisión del legado de la Shoá y a la labor de todos aquellos que con su aportación logran mejorar el mundo. Para estas personalidades fue un gran honor haber sido distinguidas", añade.

En la historia de los Premios hay un fuerte componente conciliador. En 1990, las comunidades sefardíes dispersas por todo el mundo recibieron el premio de la Concordia, cinco siglos después de su expulsión de España, en una emotiva ceremonia que arrancó las lágrimas de muchos de los presentes. Cuatro años después, Isaac Rabin, primer ministro israelí, y Yaser Arafat, líder de la Autoridad Nacional de Palestina, recogían este mismo galardón y celebraban en el hotel de la Reconquista, a medianoche, una de las numerosas conversaciones que mantenían en aquellos años en busca de una paz que todavía no ha llegado. También en la capital del Principado se conocieron dos personalidades estadounidenses del siglo XX, el dramaturgo Arthur Miller y el cineasta Woody Allen, que recogieron en 2002 los de Letras y Artes, respectivamente.

Los Premios son conocidos en el escenario internacional y su repercusión va mucho más allá del mero acto de entrega. Con cierta frecuencia, en algunos sectores críticos, suele decirse que apenas trascienden las fronteras hispanoamericanas, que su proyección europea y norteamericana o asiática es escasa. Lo cierto es que las diez personalidades que participan en este reportaje ya los conocían antes de recibirlos y les otorgan un gran valor. En algunos, el galardón tuvo un gran impacto en su carrera.

Ignacio Cirac, físico, director de la División Teórica del Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica y premio de Investigación Científica y Técnica en 2006, cree que recibirlo fue "algo extraordinario". Por un lado, "era un reconocimiento al trabajo que había desarrollado durante mi carrera científica, lo que me llenaba de satisfacción. Por otro, la importancia y el prestigio del galardón me permitieron conocer a mucha gente, que ha resultado muy influyente en mi trayectoria profesional".

Los premios "Princesa de Asturias", según Cirac, son también importantes por la visión que proyectan de España. "Dan una imagen en la que se premian el esfuerzo y la calidad en cultura, ciencias y humanidades, en un ámbito internacional. Y resaltan valores que, en mi opinión, son importantes para la sociedad, pero que no son fáciles de transmitir por otros medios".

"La primera vez que escuché hablar del premio fue cuando ACNUR fue galardonada en 1991, porque soy embajadora de buena voluntad desde 1986. Es difícil saber si tuvo algún impacto en mi carrera, que ya estaba consolidada cuando lo recibí". Bárbara Hendricks, soprano estadounidense y premio de las Artes en 2000, que interpretó el espiritual negro "Sometimes I feel like a motherless child" en la ceremonia, tras recoger el galardón, cree que entonces y ahora los Premios "son un testimonio importante de aquellos que, de alguna forma, han trabajado para motivar los valores culturales y morales que contribuyen al progreso de la Humanidad".

Hendricks cree que estos galardones deben juzgarse "dentro del contexto de la historia española y de su fundación en los años posteriores a una larga dictadura franquista que acababa de terminar" y que son "una buena forma de honrar a los héroes conocidos y, especialmente, a los no tan conocidos que pueden ser una gran inspiración para aquellos que quieren participar como ciudadanos productivos pero que piensan que su pequeña contribución puede que no marque la diferencia".

El escritor Paul Auster, premio de las Letras en 2006, se sintió "tremendamente honrado", al igual que la química estadounidense Jennifer Doudna, que compartió el de Investigación 2015 con la bioquímica francesa Emmanuelle Charpentier. "Fue un honor aceptar un premio tan conocido y ver cómo se promocionaban públicamente descubrimientos fundamentales para la ciencia", afirma.

La importancia de "éste y otros premios" radica, añade, "en que ayudan a destacar importantes trabajos científicos hechos para mejorar la salud humana".

Son unos galardones "importantísimos" y recibir el de las Artes fue "un gran honor", indica la mezzosoprano española Teresa Berganza, que compartió el de las Artes 1991 con Victoria de los Ángeles, Montserrat Caballé, José Carreras, Pilar Lorengar, Alfredo Kraus y Plácido Domingo, en una candidatura que se denominó Generación Lírica Española.

"Son una forma de atraer la atención sobre ciertos temas", subraya la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, premio de Ciencias Sociales 2012. "Conocía el premio desde hacía tiempo, al igual que muchos de mis compañeros de trabajo. Fue algo muy bonito en mi carrera".

Para la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), el de Cooperación Internacional 2010, que compartió con The Transplantion Society, significó "un antes y un después en cuanto a reconocimiento y visibilidad por parte de la sociedad española y una gran alegría colectiva para todos los que trabajamos en el sistema español de trasplantes", en palabras de Rafael Matesanz, nefrólogo, creador y director de la ONT.

Matesanz considera "muy importante" que la sociedad civil reconozca públicamente a "aquellas instituciones nacionales e internacionales que hayan hecho algo importante para que la sociedad en todas sus facetas pueda seguir progresando y cuanto mayor rango se dé a estos conocimientos, mejor".

El escritor italiano Claudio Magris recuerda con enorme cariño haber sido galardonado con el premio de las Letras 2004. "Significó mucho para mí y no me lo esperaba; conocía su enorme prestigio y lo que significaba el haberlo recibido. Ya era en sí mismo un premio estar entre aquellos escritores que lo habían recibido".

Magris cree que se pueden decir muchas cosas sobre la importancia del galardón. "Lo que más siento, el significado quizá más importante es que de esta manera, un país, una cultura, una sociedad que naturalmente no sólo se ocupa de literatura, demuestre que el valor que puede tener y tiene a la vista de todos, no sólo por sus escritores y literatos, sino por la comunidad entera, llega a ser la voz de su identidad, o identidades, de sus capacidades y de sus límites y contradicciones. Por tanto, recibir un premio como éste te sorprende y te conmueve porque es la señal de que alguien, en mi caso alguien de otro país, de otra lengua, nos reconoce como parte de su mundo, como compañero de la calle o del camino".

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