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Cara y cruz de la investigación: una bolsa de empleos precarios

La Universidad asturiana afronta el reto de superar las barreras administrativas y tecnológicas para mejorar la situación de los 143 grupos que mueven 1.400 proyectos y 5,7 millones de euros al año

Empezando por la izquierda en el sentido de las agujas el reloj: Andrea González López, doctoranda sin beca. Olaya Amor Gutiérrez, doctoranda sin beca. Estefanía Núñez Bajo, doctoranda en paro. María Teresa Fernández Abedul, profesora titular de la Universidad de Oviedo, comenzó con una beca FPI. Rebeca Alonso Bartolomé, cofundadora de la spin-off Nanovex. Alba Iglesias Mayor, doctoranda con beca FPI. Luisma Murias

Se supone que representan a la élite científica de Asturias. Mueven millones de euros al año en investigaciones en la frontera del conocimiento y, sin embargo, sobreviven sin apenas apoyo institucional. Los 143 grupos de investigación reconocidos en la Universidad de Oviedo por evaluación externa, distribuidos equitativamente en cinco ramas de conocimiento, registran, por término medio, unas ocho patentes por año. "Es muy destacable la actividad de algún grupo en la creación de empresas", apunta el Rector, Santiago García Granda. Esos grupos gestionaron en 2016 cerca de 1.400 proyectos o contratos (muchos de ellos plurianuales), con los que se ingresaban unos 28,5 millones de euros. Sólo los contratos gestionados por la Fundación Universidad de Oviedo (FUO) fueron 400, que, sumados a los suscritos en anualidades anteriores y vigentes, alcanzan la cifra de 536. Ello implica 77 contratos laborales y 217 becarios. El importe suscrito asciende a 5.756.354,01 euros. A la vista de estas cifras, el Rector es tajante: "La investigación goza de una salud magnífica en la Universidad de Oviedo. El indicador es que cada año se incrementa el número de productos derivados de la investigación, como es el caso de las publicaciones con repercusión internacional. Todo ello, a pesar de que en estos últimos años, debido a la crisis, la disponibilidad presupuestaria de los investigadores se ha reducido notablemente", subraya. Quienes lo sufren en primera persona dan cuenta de ello. Olaya Amor Gutiérrez. 24 años. Licenciada en Química, máster en Ciencias Analíticas y Bioanalíticas. Está en el segundo año de doctorado. Sin ayudas. "Esperando", dice ella. Natural de Llanes, se ha trasladado a vivir a Oviedo porque cada jornada consume un mínimo de ocho horas trabajando en el laboratorio del grupo NanoBioAnálisis (NBA), situado en la Facultad de Química. No hay ingresos. Una jornada tras otra sin remuneración. "Hay amigos que no lo entienden. Te dicen: ¿trabajas y no te pagan?", apunta su compañera Andrea González, bióloga de 27 años, con idéntico máster que Olaya. Con suerte ha podido encadenar algún contrato temporal de uno o dos meses. Nada definitivo. Piensa en irse a Londres a realizar una estancia predoctoral y obtener así la mención internacional en la tesis. Pero todo apunta a que tendrá que costearse ella misma los gastos.

La Universidad reconoce que sería importante superar ciertas barreras administrativas y actualizar tecnológicamente tanto los servicios de apoyo a la investigación como las herramientas de gestión de la I+D+i. "Estamos haciendo notables esfuerzos por incrementar la transferencia a las empresas y la valorización del emprendimiento a través de spin-off´s", dice el Rector. Pese a las promesas, Estefanía Núñez Bajo desespera. Con 30 años y dos estancias en Harvard, acaba en inscribirse en las listas del paro. Le gustaría dedicarse a la docencia. Hacer el máster de Profesorado a distancia le cuesta 4.000 euros. Piensa en ello y en preparar oposiciones, compaginándolo con algún trabajo para ir tirando. Pero a veces cree que acabará en otro campo que no tiene nada que ver con la Química. "En Harvard encontré a gente encantadora", detalla, "hay muchos recursos tecnológicos y grupos multidisciplinares que te permiten sacar adelante trabajo en menos tiempo". Estefanía es una de las coautoras de una patente próxima que lleva el sello de la Universidad de Harvard. Ni siquiera eso ha interesado para un contrato en Asturias.

Rebeca Alonso, química de la cantera de la Universidad de Oviedo, a punto de leer la tesis, fundó hace dos años la empresa Nanovex, una pyme innovadora con sede en el Parque Tecnológico de Llanera, enfocada al desarrollo de nuevos fármacos, sistemas de diagnóstico y alimentos funcionales. Es una de las cuatro spin-off´s que surgieron del grupo NanoBioAnálisis. Pese al atractivo de convertirse en su propia jefa, Rebeca sufrió las dificultades de unos años en los que la cuenta de resultados de la empresa era positiva y otros negativa. "Al final es lanzarte a ciegas y convencer a otra gente de que tu idea es buena", apunta. Con el tiempo han logrado hacerse un hueco en el mercado de la nanociencia.

Pero estabilizarse en la Universidad resulta mucho más complicado. Lucía Blanco Covián, del mismo grupo de investigación del que salió Rebeca, se ha ido a Londres. Su profesora, Teresa Fernández Abedul, con vinculación permanente a la Universidad de Oviedo desde 1990, anima a todos sus alumnos a salir fuera. Ahora tienen una oferta sobre la mesa de un profesor de la Universidad de Los Ángeles. Sacó la plaza de titular en 2002, con 36 años y dos hijos. Apunta este último dato porque según Teresa ¬-"Mate" para sus estudiantes- aunque la presencia de mujeres en la ciencia es indiscutible sí es cierto que implica dificultades añadidas. Optar por una estancia en el extranjero, aplazando la decisión de ser madre u obligando a toda la familia a una mudanza forzosa son sólo algunas de las complicaciones de la carrera académica. "Al final es un esfuerzo doble", coinciden las jóvenes doctorandas sin beca que rozan la treintena y ni siquiera pueden permitirse compartir un piso de alquiler con su pareja. Además, un permiso de maternidad en mitad de la preparación de la tesis puede dar al traste con la carrera investigadora, dice Teresa, con discípulos por todo el mundo. En el capítulo de la emigración, la docente lamenta que quienes optan por volver lo hacen avanzada ya la treintena. En el mejor de los casos logran un contrato "Juan de la Cierva", destinado a alumnos "superexcelentes" que apenas superan los mil euros mensuales de ingresos. En este capítulo, el Rector aprecia que existe mucha diversidad en las ayudas a la investigación, pero "en muchos casos tenemos un problema de irregularidad en las convocatorias, es decir, la falta de calendarios y previsiones plurianuales de fondos para los diferentes programas".

Por un lado, existen las convocatorias europeas, el Plan Nacional de Investigación, los planes regionales de Ciencia y Tecnología -pendiente de renovación en Asturias- y el que la propia Universidad prepara en este momento para la promoción de la investigación. Las ayudas del actual Plan de Ciencia y Tecnología del Principado se extenderán hasta finales de año. Por eso, el Rector cree que sería "muy conveniente" lanzar un nuevo programa cuatrienal que estuviese activo el 1 de enero de 2018. Los programas de recursos humanos, los "Severo Ochoa" y "Clarín", junto con el apoyo a los estatales "Ramón y Cajal", "Juan de la Cierva" y otros de apoyo técnico, han sufrido una importante merma de recursos en los últimos años. Los fondos gestionados desde la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científica Aplicada y la Tecnología (Ficyt) se redujeron en dos millones de euros entre 2015 y 2016. La entidad, que gestiona los fondos del Plan Regional de Ciencia y Tecnología para grupos de investigación, o los programas "jovellanos", "Clarín" o las estancias en empresas de personal investigador, es experta en el asesoramiento a empresas y centros de investigación. Pero en el último año, el Gobierno del Principado le retiró la encomienda de gestión de las ayudas predoctorales "Severo Ochoa".

La denominada estrategia de investigación inteligente (RIS3), que en Asturias tiene como líneas prioritarias las relacionadas con la investigación en materiales, la biomedicina y la alimentación, llevó a la creación de dos clústeres universitarios dentro del programa de Campus de Excelencia Internacional: el de Biomedicina y Salud y el de Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático. Sin olvidar esta especialización, el Rectorado cree que debiera ampliarse el punto de mira hacia las Humanidades y Ciencias Sociales. En tanto que se avanza en ese objetivo, la Universidad dispone de una oficina de proyectos europeos que asesora y ayuda a los investigadores con la solicitud de los proyectos. El rejuvenecimiento de la plantilla de investigadores y la incorporación y retención de talento son los próximos retos.

CIFRAS:

8

Patentes

Es el número de patentes que cada año salen de los laboratorios de la Universidad de Oviedo. En los grandes polos tecnológicos de Madrid, Cataluña y Valencia superan el centenar.

4

Departamentos

Bioquímica, Geología, Construcción y Minas son los departamentos que aglutinan la mitad de los fondos captados en investigación.

1.000

Contrato "Juan de la Cierva"

Apenas supera los mil euros de remuneración mensual pese a que está orientado a la formación posdoctoral de universitarios excelentes. Asturias apenas recibe a alumnos con este tipo de contratos que implican una importante criba previa.

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