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Buenos tiempos para la lírica

Las temporadas de ópera y zarzuela, unidas a la intensa programación de música clásica en Asturias, producen una nueva generación de intérpretes asturianos que triunfan por medio mundo

Beatriz Díaz. Es de Boo (Aller). Soprano, lleva 15 años en la escena. Triunfa con el "Carmina Burana" de "La Fura".

Dice David Menéndez, barítono de San Martín de Laspra (Castrillón), que el arraigo de la ópera y la música sinfónica en Asturias también ha generado una gran calidad en sus artistas, que funcionan muy bien por el mundo. La grandeza, matiza, es "que de un sitio tan pequeño seamos tantos los que estemos circulando por ahí, al lado de gente muy importante". Y empieza a dar nombres con los "que te formas". Apunta, además, que se destaca en todos los campos. Recuerda a Fefi Arregui, a Emilio Sagi, a profesionales de vestuario, técnicos, a la hornada de directores como Pablo González y Óliver Díaz, entre otros. "¡Y te los cruzas por el mundo!". David Menéndez está ahora en Valencia. Y evoca como uno de sus momentos más importantes el debut en Madrid con la zarzuela "El juramento", de Joaquín Gaztambide. Además se siente muy satisfecho en casa. "Canté en todos los sitios donde se hace clásica en Oviedo. Y en todos los escenarios emblemáticos, hasta canté para los Reyes hace un par de años". Una trayectoria ya muy consolidada que tiene como última cumbre su actuación en Moscú con el Bolshoi.

Algunas de la voces líricas coincidentes por generación, o casi, reflexionan sobre la tradición operística en Asturias. Junto al barítono opinan Beatriz Díaz, que triunfa en Madrid con el "Carmina Burana" de "La Fura dels Baus"; Ana Nebot, Juan Noval y Jorge Rodríguez-Norton. Coinciden, más o menos, en que la tradición coral que hay en la región, junto a los eventos que se celebran en diversos recintos, los conservatorios, escuelas, y las cuidadas programaciones de ciclos, conciertos y representaciones diseñadas por buenos profesionales son parte del sostén de la afición, tanto a la ópera como a la música sinfónica. Y convergen absolutamente en que la profesión requiere grandes sacrificios.

"Cuando la gente se cela, les digo: coge mis zapatos y te vas a París a desarrollar una profesión llena de incertidumbres. Vas a invertir dinero en formación en una situación en la que nada tienes asegurado", argumenta la soprano ovetense Ana Nebot. Apunta una tesis sobre el establecimiento del género en la región y lo que le tocó vivir en su época: "Se fomentó desde las instituciones. Y se trabajó con gente como Luis Iberni". Y va más allá al decir que venir a Asturias, a la ópera de Oviedo, "es un referente para los artistas. Hay conservatorios y coros. De los coros salimos muchos". Y alude al entorno: "Además, si tienes un hombre como Emilio Sagi, que encima hace patria, es una ventaja porque él te orienta", apunta Nebot, que recuerda con especial emoción su actuación en el Palau de Barcelona en el año 2000 con el "Oratorio" de Mendelssohn. Y la primera vez que se subió a las tablas del Liceo barcelonés.

"Yo fui entrando un poco por familia, por mi tío, Falo Moro, y mi madre, que cantaba". Lo dice el tenor Juan Noval Moro, que recuerda que de joven tuvo un grupo de rock que se llamaba 'Los del Hotel', como se conoce a la familia en Pola de Siero. Luego dirigió el coro infantil de la Sociedad Siero Musical. Estudió Filología y después Musicología. Y empezó el peregrinaje en Alemania y Roma: "A partir de ahí comencé y hasta ahora, que llevo trece años de carrera". Noval se sube a la teoría de la temporada de ópera en Oviedo: "Tiró mucho del mundo musical de Asturias, y a la vez tira de las orquestas sinfónicas". Y toma una referencia de la era moderna: "Cuando se instalaron 'Los Virtuosos de Moscú' mejoró mucho la calidad sinfónica. Luego vinieron Víctor Pablo Pérez y Max Valdés y se consiguió un ambiente musical muy bueno". Señala otro factor: "Cuando se consolidó la zarzuela, que también dio vuelo a que las nuevas generaciones siguieran en este mundo de la lírica. Y se fue nutriendo de actos y programas a partir de las necesidades que tuvo la región. También está Gijón para alimentar la afición por la lírica", argumenta Noval, que, sin embargo, apunta la parte heroica de los profesionales: "No hay industria, como no la hay de cine y de otros sectores. Pues en el tema musical ocurre lo mismo, lo que provoca que las personas que salen de aquí en todos los campos, directores de escena, maquilladores, jefes de vestuario..., lo hagan por méritos individuales y personales". Dice el tenor poleso que todos esos inconvenientes sumados son un problema porque no se trabaja la meritocracia. No se aprovecha el talento de la gente. Por ejemplo, no hay facilidades para compatibilizar docencia con giras. Ahí está el ejemplo de Aarón Zapico, de "Forma Antiqva".

Jorge Rordríguez-Norton está ahora haciendo en Oviedo la zarzuela "Las golondrinas". Es de Avilés y, aunque no se llevan muchos años, fue alumno de David Menéndez. Apunta no tanto a Asturias, sino a la afición creada con el eje Oviedo-Bilbao por sus temporadas de ópera. Rodríguez-Norton empezó a estudiar música con 11 años, concretamente piano. Y fue niño de la Escolanía de Covadonga. También se dedica a las artes plásticas, con la escultura. "Me metí en el mundo de la zarzuela en Oviedo. Empecé a hacer papelitos gracias a la Capilla Polifónica". Luego fue a Valencia. Por cierto, la ciudad mediterránea es un punto de referencia para la formación de varias de las voces asturianas de la lírica. Jorge Rodríguez-Norton recuerda que hizo "una audición con Sagi, cuando éste dirigía el teatro Arriaga de Bilbao. Hice 'La del manojo de rosas', con la soprano Sabina Puértolas y David Menéndez. El primer 'Manojo' lo hice en el Campoamor; o sea, debuté en casa".

Cuenta Ana Nebot que, en su caso, el Campoamor lo ves constantemente, incluso "yo ya había subido al escenario de cría haciendo ballet con Marisa Fanjul". Con ello quiere decir que sí que es un lugar emocionante para actuar, pero esa familiaridad ya le quita impacto. A Rodríguez-Norton le pasa algo similar; y de hecho, al igual que la soprano ovetense, "el que más me impactó fue el Liceo de Barcelona. Estás acostumbrado a teatros y cuando llegas a un recinto con aforo para 2.500 personas impresiona", desvela el tenor.

Apunta que de la ópera le "gusta el verismo, como 'Tosca' ". Y la zarzuela, puntualiza, es un género que le gusta mucho. Aprovecha para evocar una frase de "El barberillo de Lavapiés", frase convertida en dicho con el paso del tiempo, que viene que ni pintada para aplicar en estos tiempos y que, matiza el cantante, "termina hablando de los cambios: 'Siempre serán los mismos perros con distintos collares'. La zarzuela es un género muy comprometido. Por cierto, 'Las golondrinas' es una zarzuela verista".

El tenor achaca la tradición lírica a que "las dos ciudades pujantes desde hace mucho tiempo son Oviedo y Bilbao. La burguesía pugnaba por traer las primeras figuras y entre Oviedo y Bilbao se las intercambiaban. Siempre hubo interconexión. Y gracias a ese empujón y patrocinios venía gente importantísima. Eso creó un poso y gran expectación". Pero señala otros caldos de cultivo: "Oviedo, por ejemplo, tiene dos orquestas sinfónicas, la OSPA y Oviedo Filarmonía, aunque no estaría de más que sigan apoyando desde las instituciones. La cultura mueve muchísimos puestos de trabajo. La gente piensa que la ópera es para ricos, pero no, es un movimiento cultural importantísimo que genera mucho trabajo". Y, al igual que sus compañeros, observa ahora un "un momento muy bueno. Tenemos a Óliver Díaz dirigiendo el Teatro de la Zarzuela". Añade además de las posibilidades para desarrollarse que da el hecho de que se programen cosas constantemente, que crean una inquietud".

Beatriz Díaz vive un momento muy dulce con el espectáculo "Carmina Burana" de "La Fura dels Baus" en el teatro Alcalá de Madrid, que es todo un éxito y que tuvo representaciones en lugares tan mágicos como la Alhambra de Granada. Soprano, allerana de Boo, dice que asistió por primera vez a la ópera "como público y ya tenía yo 19 años. Era 'Romeo y Julieta'. No fue una vocación temprana la mía", precisa. Eso le sirvió para adentrarse en "este mundo porque desde entonces me atrapó. Cumplo 15 años en la escena. La primera actuación fue en el teatro Campoamor". Lo que le da pie a una efeméride: "El 12 de noviembre celebro el debut en el Campoamor con 'El elixir de amor' y da la casualidad que yo soy allerana y debuté un día de San Martín. Este año prácticamente coincide". Dice que es muy de Puccini y que recuerda especialmente "Gianni Schicchi" en el teatro Colón de Buenos Aires". Eso sí, desvela que "La bohème" es la que le "encantaría hacer".

Es optimista con mantener la tradición operística y con el futuro. Observa que se "invirtió en cultura, pero que la cultura genera mucho. Tenemos el único teatro de zarzuela, detrás del de Madrid. La temporada de ópera va por la número setenta y se está renovando el público, aunque hay de todo. Si por primera vez se va a ver una 'Bohème' o una 'Traviata', a lo más conocido", la gente se engancha. "Tengo la experiencia de amigos que me van a ver y se sorprenden. Poner algo así encima de la mesa es el espectáculo completo. Detrás de nosotros hay un montón de trabajo. En Asturias tenemos mimbres, sólo se necesita que den la oportunidad de probarlo". La soprano asegura que para hacer una carrera "tienes que salir de Asturias, pero también tienes que salir de Madrid. Yo en vez de coger un avión cojo dos". E insiste: "Los mimbres están. Mis estudios fueron siempre en Asturias". Finalmente relata la experiencia con "Carmina Burana" y con "La Fura": "Técnicamente exige mucho. Da otro tipo de energía. Siempre la hice con esta puesta en escena tan aparente. El día que me toque hacerla en plan tradicional no sé lo que pensaré", bromea. Y se despide contando las satisfacciones que le está dando este espectáculo: "Fuimos a lugares como a Taiwán y hubo momentos mágicos, como en la Alhambra con seis coros, brutal".

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