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La visión de Ana Muller sobre Asturias

La fotógrafa madrileña residente en Oviedo y con fuertes vínculos asturianos, hija de Nicolás Muller, dona cinco mil imágenes al Muséu del Pueblu d'Asturies: toda una historia personal de la región

La Reina Sofía saluda al entonces alcalde de Oviedo, Luis Riera, en presencia del Príncipe Felipe, el 24 de septiembre de 1980. Era la primera visita oficial del entonces heredero de la Corona al Principado, acompañado de los Reyes.

"El Muséu del Pueblu d'Asturies me gusta mucho. Su director, Juaco López, está haciendo un trabajo muy importante que no sé si se valora en su justa medida, y cuando habla de su tarea contagia su pasión. No he encontrado mejor sitio". Así explica la fotógrafa Ana Muller (Madrid, 1948) la donación de casi cinco mil imágenes a la institución asturiana, ubicada en Gijón y sostenida por el Ayuntamiento de la ciudad, pese al carácter marcadamente regional del proyecto.

Las fotografías, tomadas en Asturias entre los años 1976 y 1995, son imágenes muy variadas que abarcan toda la región. Hay paisajes, fiestas, edificios, obras, minas, fábricas, retratos, la redacción del desaparecido diario "Asturias Diario", todas ellas realizadas, en opinión de Juaco López, "con esa visión personal y de autora que caracteriza los trabajos de Ana Muller, que abrieron vías para una renovación paisajística, incluyendo sus interesantes fotografías sobre las obras públicas".

La mayoría son diapositivas de 35 milímetros y de 6x6 y 6x17 centímetros. La colección se completa con 114 negativos en color de 6x6 centímetros y con 575 negativos en blanco y negro de 35 milímetros, en los que hay imágenes del Día de la Cultura que se celebró en Gijón en 1976 y, sobre todo, de la redacción, talleres, personal y socios fundadores del periódico "Asturias Diario", aquella aventura periodística que comenzó en 1978, que sólo duró un año y en la que Ana Muller ejerció como reportera gráfica, el único trabajo fijo de su carrera.

"Aquel trabajo me enseñó muchísimo. El ir con la cámara y disparar contra todo lo que se moviera, la rapidez, la resolución, la utilización de objetivos y luminosos, el revelado en el acto, fue toda una conmoción para mí", explica Muller.

Nacida en el madrileño barrio de Chamberí, ella suele situar su vinculación a Asturias en el mismo momento de su concepción, ya que un año antes su padre, el fotógrafo húngaro Nicolás Muller (Orosháza, Hungría, 1913-Andrín, 2000), casado con la filipina Lina Lasa, descubrió Llanes y Andrín de la mano de su amigo Fernando Vela. En Andrín pasó Ana Muller prácticamente todos los veranos de su vida hasta el año 2000. En Llanes conoció al que primero sería su compañero y más tarde su marido, con el que vino a vivir a Oviedo y del que se acabaría divorciando a finales de los 70.

Muller se inició como fotógrafa con tan sólo 13 años, como aprendiz de su padre en el estudio que tenía en la madrileña calle Serrano. "Mi padre era un fotógrafo independiente con cuatro hijos y pagaba los estudios a quien aprobara. Nos daba la opción de junio y septiembre, y si suspendías, tenías que ponerte a trabajar. Tardé en asimilar esta decisión, siendo joven llegó a acomplejarme bastante el hecho de no tener estudios, pero con el paso del tiempo comprendí que no se puede tener vagos en casa. La hiperprotección de los hijos no me parece nada buena. Me independicé con 20 años".

Su estancia en Asturias entre los años 1975 y 1980 contribuyó a estrechar sus vínculos con una tierra a la que ella, pese al paso del tiempo y a los atentados paisajísticos y urbanísticos -el último, al lado de la antigua casa familiar de Andrín-, sigue mirando con gran ternura y cariño. En ese tiempo también trabajó como fotógrafa para la Fábrica de Loza de San Claudio y la constructora Diher e hizo retratos de la burguesía ovetense.

En 1980, coincidiendo con la jubilación de su padre, regresa a Madrid para hacerse cargo del estudio de la calle Serrano, en el que trabaja hasta su cierre, en 2015. Curiosamente, cuando retorna a su ciudad natal comienza a recibir encargos relacionados con Asturias. Esta doble condición de madrileña y asturiana ha dotado a Ana Muller de una mirada singular sobre Asturias, es la perspectiva de quien viene de fuera, del exterior, sin estar contaminada de la realidad interior. Es la autora de varios libros relacionados con el Principado: "Un viaje hacia el norte" (1987), con textos de Ramón Nieto; "Roberto Frassinelli, el alemán de Corao, Asturias, 1845-1887" (1987), de María Cruz Morales Saro; "Arquitectura de indianos en Asturias" (1987), con María Cruz Morales Saro y Moisés Llordén, y "Asturias. Otra mirada" (1991), con textos de José Antonio Mases y prólogo de Pedro de Silva. El último, del año 2014, fue "Lo moderno de nuevo. Arquitectura en Asturias, 1950-1965", de Fernando Nanclares y Nieves Ruiz, sobre el que se hará una exposición el próximo mes de abril en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

Al principio, según explica la propia Ana Muller, "las fotografías que más me gustaban ya las había hecho mi padre, así que decidí dedicarme a lo que no hacía él".

En Madrid compaginó los retratos y los reportajes de boda con la fotografía de encargo para empresas (Repsol, Ferrovial y Feve) y libros. Hizo el seguimiento fotográfico de numerosas obras públicas, entre las que destacan el Museo Guggenheim de Bilbao, las remodelaciones del teatro Real y el edificio de Correos, así como la construcción del parque Madrid Río y de la sede de la Fundación Giner de los Ríos, en Madrid, el Museo Picasso de Málaga y muchos puentes e infraestructuras en distintos lugares de España, como el viaducto Pintor Fierros, en Novellana (Asturias), cuyas fotografías se publicaron en "Ingeniería y naturaleza. Una carrera en Asturias" (1966), editado por Ferrovial. También colaboró con Pedro Almodóvar, a quien conoció en Oviedo, en el estreno de "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón", haciendo la foto fija de "Entre tinieblas".

"Guardo muy buenos recuerdos de los trabajos de obra pública y arquitectura, me gusta haber subido a puentes y haber podido fotografiar esas actividades, no estoy muy orgullosa pero sí agradecida y satisfecha del resultado", dice.

Hay un rasgo de la personalidad de Ana Muller que comparte con su padre, la capacidad de disfrutar y de hacer amigos ejerciendo su profesión. "La gente es lo mejor que tiene este trabajo. He fidelizado a generaciones de familias. Me ha llegado a venir gente muchos años después a que le hiciera de nuevo las fotos de carné, esas fotos yo las retocaba una a una, cuando no existía el photoshop. Forma parte de las cosas buenas que he tenido toda mi vida".

Residente en Oviedo desde el verano de 2015, disfruta de la ciudad y de Asturias como una adolescente. Acompañada de sus dos perros, "Kodak" y "Fuji", con muy buenos amigos y amigas, Ana Muller prepara ahora una pequeña exposición de su obra y de la de su padre -nunca han expuesto juntos-, que se inaugurará el próximo mes de abril en La Posada de Babel, un hotel de La Pereda (Llanes) que celebra este año sus bodas de plata.

En la Comunidad de Madrid están depositados los archivos de la obra de ambos, pero ella no descarta incorporar más imágenes relacionadas con Asturias al Muséu del Pueblu, en un futuro próximo.

"El gesto de Ana Muller donando cerca de cinco mil fotografías a la Fototeca muestra, en primer lugar, su generosidad y, en segundo lugar, que la labor del museo en este ámbito es reconocida por los profesionales de la fotografía, lo que les lleva a donar su obra para su conservación y difusión. Tienen confianza en el museo. El fondo de Ana Muller hace el número 57 de la Guía de la Fototeca del museo", señala Juaco López.

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