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El tren del fiordo enseña la vía turística a Pajares

Miles de visitantes viajan todos los años por las líneas ferroviarias de montaña de Noruega, convertidas en grandes alicientes del país

Viajar en el ferrocarril del valle de Flamsdalen introduce en lo más profundo de la salvaje naturaleza del oeste de Noruega, del país de los fiordos y de los míticos trolls. Abierta al tráfico en los años cuarenta del pasado siglo, la espectacular ruta en tren panorámico que va de la estación de Flam a la de Myrdal, en la línea de Oslo a Bergen, discurre por un sinuoso trazado de 20,2 kilómetros y salva un desnivel de 863 metros, con pendientes máximas del 55% que se mantienen por encima del 28% en la mayor parte del itinerario. El pasajero asturiano no puede evitar la comparación con la histórica rampa de Pajares.

Quien sube a uno de los vagones de este ferrocarril, pintado en color verde para mimetizarse con el majestuoso escenario, descubre a lo largo de los 55 minutos de viaje un alarde de ingeniería ferroviaria que, gracias a veinte túneles, permite al tren avanzar prácticamente "colgado" de las moles montañosas que jalonan su paso. Cuando la nieve lo permite, en las laderas se aprecian gran cantidad de alisos, enebros, sauces, abedules, incontables flores silvestres agarradas a las rocas y enormes cascadas de agua. Una de ellas, la de Rjoandefossen, cae a plomo hacia el valle desde 140 metros de altura. Está considerada como uno de los grandes símbolos naturales noruegos.

El ferrocarril de Flam es uno de los principales atractivos del oeste de Noruega y recibe todos los años a más de 600.000 visitantes. Supone un buen ejemplo del turismo ligado al tren que triunfa en Europa y al que Asturias puede engancharse gracias a la decimonónica rampa de Pajares. Mike Bent, periodista inglés especialista en información ferroviaria afincado en Piloña desde hace años, se muestra convencido de que el trazado por el puerto, inaugurado en 1884 con la participación de figuras como Gustave Eiffel, está en condiciones no sólo de lograr la declaración como patrimonio mundial por parte de la Unesco, sino de convertirse también en un importante polo de atracción de visitantes para la región.

A nivel europeo, hay unas 140 líneas de ferrocarril catalogadas como de aventura y 19 de ellas tienen la máxima calificación: tres estrellas. Dos están en Noruega: la de Oslo a Bergen y la de Flam. Ambas forman parte destacada de la estrategia turística del país nórdico y atraen anualmente a cientos de miles de visitantes. La ruta de Flam destaca por ser la más empinada de Europa y porque la localidad que le da nombre es el punto de partida para realizar cruceros por el bellísimo fiordo de Sogne. Su historia se remonta a 1909, cuando, tras la inauguración del ferrocarril de Bergen, la segunda ciudad del país, se planteó la necesidad de construir otro trazado lateral, partiendo de la estación de Myrdal, para afianzar la conexión con el fiordo en Flam. La obra arrancó en 1923 y trece años después se comenzó a instalar la vía, una vez abiertas la caja y la veintena de túneles entre las escarpadas montañas que rodean el valle de Flamsdalen.

Los trabajos para la electrificación, las protecciones contra la avenidas de nieve y la construcción de los muelles en Flam todavía se alargarían varios años más. Hasta que el 1 de agosto de 1940 la empresa estatal noruega de ferrocarriles (NSB) pudo celebrar la entrada en servicio de esta gran línea de montaña, aunque inicialmente para mercancías urgentes y con locomotoras de vapor. Después, arrancaría el tránsito de viajeros en un trazado al que en 1944 se le destinaron las primeras unidades eléctricas.

Como Pajares en su momento para España, la construcción del tren de Flam supuso un desafío enorme para los ingenieros noruegos de la época y todavía es hoy motivo de orgullo nacional. La línea desciende desde Myrdal por empinadas laderas hasta alcanzar el fondo del valle, bajando un metro de altura por cada 18 de distancia. La mayor parte de los veinte túneles que hay en el recorrido fueron excavados a mano. Avanzar un metro llegó a costar una semana de duro trabajo a cientos de obreros, expuestos en todo momento a unas avalanchas que el trazado trata de evitar cambiando el recorrido a uno y otro lado del río una vez completado el descenso.

Aunque en las obras se emplearon numerosos vecinos de la zona, el grueso de la actuación corrió a cargo de unos obreros conocidos como "rallar", que, en buena parte, procedían de Suecia e iban pasando de un proyecto ferroviario a otro según se iban completando. Para abrir los túneles más largos y costosos se organizaban equipos de nueve trabajadores, de forma que tres se destinaban a cargar, tres a perforar y tres más a sacar los escombros. Los tajos más cortos eran encargados a grupos de tres hombres, cuyo objetivo, no siempre logrado, pasaba por avanzar un par de metros a la semana.

Todo el esfuerzo desarrollado en la construcción de esta emblemática línea ferroviaria se recrea en el museo de Flam, donde hay numerosos documentos e instrumentos relacionados con el tren. El centro recibe unos seis mil visitantes al año, según las últimas estadísticas, y entre sus fondos destaca una locomotora antigua restaurada, un tractor de agujas, triciclos de raíles y un furgón de inspección. La instalación se encuentra cerca del embarcadero desde el que salen los barcos que surcan el fiordo de Sogne hasta las inmediaciones de Voss, localidad conocida por la calidad de su agua mineral y por contar en sus inmediaciones con varias estaciones de esquí.

El otro gran recorrido turístico noruego incluido en el catálogo continental de trenes de montaña y aventura es el que une la capital del país con Bergen. Se trata de un trayecto más largo que el de Flam, ya que alcanza los 471 kilómetros de longitud, y también está considerado con justicia entre los más bellos de Europa. Construido entre 1894 y 1909, cuando la rampa de Pajares ya estaba en funcionamiento, el trazado sale de Oslo y alcanza un punto máximo de altitud, de 1.237 metros sobre el nivel del mar, cerca de la estación de Finse, donde se encuentra el túnel más largo (10,3 kilómetros) de los 182 que se diseminan a lo largo de este itinerario.

A bordo del tren desde Oslo, la primera parada de interés es Geilo, "Meca" de los aficionados a los deportes de invierno en el oeste de Noruega. Más allá, en Finse, abre sus puertas un museo dedicado a la construcción de este ferrocarril . En el cercano glaciar de Hardangerjokulen se celebra todos los 17 de mayo el "día de la Constitución" noruega. Este espectacular territorio acogió parte del rodaje del episodio 5 de Star Wars, "El imperio contraataca" .

Por cierto, en Finse entrenaba habitualmente la deportista y actriz Sonja Henie (1912-1969), que fue campeona mundial y olímpica de patinaje sobre hielo. Casi cincuenta años después de su fallecimiento, Henie es un mito en Noruega, como también lo es el explorador polar Roald Amundsen, usuario habitual de este histórico ferrocarril, en el que hoy viajan anualmente casi un millón de personas, buena parte de ellos turistas.

La rampa de Pajares tiene en Noruega dos buenos ejemplos para que parte de su futuro discurra por la vía del turismo. Inaugurada en 1894 por el rey Alfonso XII, el audaz trazado ofrece al viajero unos paisajes espectaculares y supuso, en su momento, el no va más dentro de la ingeniería ferroviaria española, con soluciones que todavía hoy sorprenden a los especialistas. Más de setenta túneles que, en conjunto, superan los 20 kilómetros de longitud, y gran número de viaductos jalonan un recorrido que, pese a las dificultades, se levantó en tiempo récord, aunque después de una larguísima tramitación administrativa que desembocó en la histórica movilización de la plaza de la Escandalera de Oviedo, a la que acudieron unas 12.000 personas según relatan las crónicas de la época. Con métodos del siglo XIX y máquinas perforadoras primitivas que nada tienen que ver con las potentes tuneladoras empleadas para la excavación de los pasos subterráneos de la Variante, y que solo se utilizaron de forma intensa en La Perruca, la rampa obligó a ejecutar novedosas y originales obras auxiliares para poder ejecutar el trazado. Así, por ejemplo, hubo que levantar un puente colgante de 98 metros de longitud y 40 de altura destinado a llevar los materiales a los tajos.

Los especialistas están convencidos de que el paisaje, el trazado y la historia de la línea de Pajares disponen de un indudable atractivo turístico que puede ser el emblema de una oferta más amplia relacionada con el tren de Asturias. Una de las apuestas de Bent es ofrecer itinerarios de corta duración para unir los alicientes propios de las rutas ferroviarias con los paisajísticos, culturales, festivos o gastronómicos de la región. Para ello, podrían utilizarse unidades del Transcantábrico, con vagones de vista panorámica, en aquellas épocas del año en las que no esté en servicio. Es decir, de octubre a abril.

El Ayuntamiento de Lena ha mostrado interés, aunque no se ha pasado de ahí, por el aprovechamiento turístico del histórico trazado por el puerto con un tren de época. El servicio ferroviario estaría ligado a atractivos como el enclave astur-romano de La Carisa o el oso pardo cantábrico. Los cruceros que hacen escala en Gijón suponen un nicho de mercado muy interesante para este tipo de actividades. Y es que, por lo general, quienes se decantan por el turismo de raíl son personas de un alto nivel adquisitivo que buscan y seleccionan estas ofertas de ocio a nivel internacional. Se trata, además, de un sector que va al alza, como prueban los altísimos índices de ocupación que logra Renfe en el Transcantábrico. El modelo de Gran Lujo, con billetes que cuestan 4.900 euros para una estancia de ocho días, gana pasaje y ronda ya el lleno total.

Como el tren de Flam o el de Oslo a Bergen, la rampa de Pajares es uno de los trayectos ferroviarios más espectaculares de Europa y, a juicio de los especialistas en la materia, reúne las condiciones suficientes para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, en su categoría industrial. Es una catalogación que, a nivel continental, ya han logrado el ferrocarril austriaco de Semmering o el Rético de Suiza, y que supondría un espaldarazo para promocionar la ruta desde el punto de vista turístico. Noruega muestra la vía a seguir.

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