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Salud

De las células germinales al plástico

De manera irónica se dice que los especialistas saben cada vez más de menos y que llegarán a saber todo de nada

De las células germinales al plástico

La especialización es una constante en la naturaleza. Los animales, las plantas, todos tienen alguna capacidad singular, o conjunto de ellas, que les permite aprovechar las circunstancias para crecer y multiplicarse. Los organismos no son más que una asociación de células especializadas que obtienen el beneficio de supervivencia gracias a ello. Sobre cómo se especializan algunas células reflexiona la investigadora Federica Bertocchini, una italiana que trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Cantabria. Siempre tuvo interés en el desarrollo y maduración de las células; en sus primeros trabajos se concentró en el músculo. Recientemente investiga y reflexiona sobre el origen de las células germinales en seres vivos amnióticos, es decir, aquellos que en su fase embrionaria y fetal viven dentro del saco amniótico, parte de la placenta.

Las células germinales son los espermatozoides y los óvulos. Estas células se diferencian de las somáticas, por ejemplo, las musculares, las de la piel, las del hueso, etcétera, en que su ADN no produce ninguna proteína, su único papel es convertirse en media célula que unida a la otra media forma un oocito de la que procedemos cada uno de nosotros, mitad del espermatozoide, mitad del óvulo. Ahora empieza el crecimiento por división: primero 2, después 4 células, así sucesivamente. Un poco más tarde aparece la especialización: piel, músculo, ojo? Sobre todo esto hay mucha información en los medios, ya que es la base de la medicina regenerativa: cómo lograr hacer un hígado o un páncreas a partir de las células madre estimuladas por el cóctel de enzimas y otras sustancias que las dirigen hacia esa especialización. Parece que la obtención de células madre o pluripotenciales está resuelta, ya lo he comentado aquí. Pero son siempre precursoras de células somáticas: nunca pueden producir células germinales. Y lo contrario también es cierto. Es curioso que entre los animales amnióticos hay dos formas de llegar a células primordiales germinales en el desarrollo embrionario: una influido por el "plasma germinal" que viene con el oocito, por tanto, heredado de la madre, la otra por la llamada epigénesis: los tejidos adyacentes al lugar donde se forman mandan señales a células pluripotenciales para que se hagan primordiales de germinales. La estrategia de formación de células germinales sirve para buscar el ancestro común. Pues la doctora Bertocchini propone un "cambio de paradigma" en el que el plasma germinal hace que se produzcan unas precursoras de las primordiales de germinales que se harán tales mediante la inducción epigenética. Es decir, ambos mecanismos actúan en el proceso, no hay diferencias filogenéticas.

No cabe duda de que es una discusión altamente especializada que quizá les haya aburrido o dejado indiferentes. Me interesa porque la doctora Bertocchini es noticia por algo radicalmente diferente a su línea de investigación: descubrió que los gusanos que se alimentan de la cera de las colmenas tienen la capacidad de digerir el plástico.

La doctora Bertocchini es apicultora. Recogió esos gusano que son una plaga para las abejas en una bolsa de plástico. Poco después observó que la habían agujereado y se propuso investigar el asunto. Sus colegas de la Universidad de Cambridge hicieron una amalgama del gusano que colocaron sobre las grandes moléculas de plástico: rompió sus enlaces convirtiéndolas en moléculas más pequeñas. Está claro que el gusano alberga unas enzimas que pueden digerir este material. Ahora queda saber qué enzimas son, quién la produce, si el propio gusano o alguna bacteria de su intestino o piel, y qué pasa con los residuos de la digestión, qué capacidad contaminante tienen esas nanomoléculas. La idea es identificar la célula que produce la enzima, o enzimas, examinar su genoma para ver qué gen o genes están implicados y mediante ingeniería genética producir bacterias digestoras de plástico. La doctora Bertocchini puede ayudarnos a luchar contra una de las contaminaciones más preocupantes.

Pero no se acaba aquí el interés que suscitó en mí esta noticia. Que la doctora Bertocchini desarrolle su labor científica en el Instituto de Biomedicina y Bioingeniería de Cantabria nos dice varias cosas: que ese centro ha logrado atraer investigadores de otros países, los cuales vienen con proyectos, técnicas y modos diferentes, la verdadera savia de una comunidad científica frente a la cómoda tendencia a la endogamia, que con buena gestión se pueden crear centros en lugares periféricos y pequeños y con escasa tradición en investigación básica, como es Santander, y que el mundo de la ciencia está interconectado y que los especialistas entienden la lengua y necesidades de otros: ella tuvo la idea que se desarrolló en un laboratorio de Cambridge.

No es cierto que los superespecialistas sean unos ignorantes del resto de las cosas. La misma curiosidad que les lleva a profundizar en un tema, incluso por las propias ramificaciones de ese viaje, les incita a explorar otros muchos. Además sorprende, por ejemplo, la cantidad de científicos de renombre que son buenos músicos. La especialización es necesaria y saludable y de ninguna manera castrante.

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