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La fauna se apunta a la "operación Bikini"

Muchos animales pierden kilos, se desprenden del "abrigo" invernal en favor de "prendas" más ligeras, y "visten" colores más claros o más vivos en verano

La fauna se apunta a la "operación Bikini"

La "operación bikini" para marcar "tipazo" en verano está en marcha. Más aún, sus resultados están (o deberían estar) a la vista. Algunos animales también pierden peso en los meses de buen tiempo, aunque por razones que nada tienen que ver con la estética, la moda ni la presunción, y siguiendo "métodos de adelgazamiento" en absoluto recomendables (por razones fisiológicas) para las personas. El oso pardo es un ejemplo clásico. Los ejemplares que hibernan (no todos lo hacen) pasan alrededor de tres meses sin comer, de modo que cuando salen de la osera en primavera es como si se hubiesen sometido a un lifting. Y un lifting bien hecho, pues solo pierden la grasa acumulada en oroño como "combustible metabólico" (hasta 40 kilos, distribuidos en una capa cuyo espesor alcanza los 15 centímetros en torno al hígado). El músculo sigue intacto (producen un inhibidor que detiene la destrucción de las proteínas de la musculatura), por lo que están flacos pero conservan sus fuerzas y su capacidad locomotora intactas. En todo caso, la delgadez del oso en primavera no es un objetivo, sino una consecuencia, y de hecho la combate a modo nada más abandona la osera, atracándose de "ensalada" (hierbas ricas en proteínas), que complementa siempre que tiene oportunidad con carne y fruta.

El verano también afecta a la "moda", es decir, a la "vestimenta" de la fauna en verano. Los mamíferos se libran de los abrigos y visten "prendas" más ligeras (un pelaje más corto y menos espeso), y asimismo de tonos más claros. El cambio es evidente en el rebeco cantábrico, que pasa de un pelaje largo, oscuro y muy contrastado a otro corto y rojizo, y asimismo en el lobo ibérico, que pierde su majestuosa y maciza estampa invernal al desprenderse de la borra y del pelo largo e hirsuto, y se ve escuálido y con la cabeza muy voluminosa. El armiño pasa de un abrigo níveo o amarillento a una "chaqueta" parda, si bien no todos los ejemplares siguen la moda de temporada (algunos mezclan prendas, y quedan a manchas) y los menos "fashion" retienen el color pardo todo el año.

Muchas aves poseen un amplio fondo de armario, si bien pocas de las especies residentes y estivales reproductoras muestran cambios de aspecto muy marcados. El ruiseñor pechiazul es, sin duda, la vedette, ya que muda el discreto plumaje invernal pardo y gris, con atisbos de color en el pecho, al resplandeciente "uniforme" de cría, con la garganta y el pecho de color azul brillante (liso o con un "medallón" blanco en el centro).

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