Llega el otoño (entrará oficialmente el próximo viernes 22, pasadas las diez de la noche). Es época de plenitud, cuando se produce la culminación de una serie de procesos biológicos. También madura el paisaje, que cambia de verde a ocre, amarillo y rojo, una paleta de colores cálidos de gran fuerza plástica que, sumada al manto de hojarasca que cubre los suelos forestales, los ambientes donde más se acusa esa transformación estética, crea un escenario de gran atractivo para amantes de la naturaleza, del aire libre, de los paseos. De algún modo, el otoño invita a salir a su encuentro, a disfrutar de sus colores, sus aromas y sus sabores. Es temporada de frutos; secos, sobre todo: castañas, avellanas, nueces, bellotas, hayucos..., pero también de madroños (borrachines) y arándanos. Es, igualmente, tiempo de setas: boletus, oronjas, setas de cardo... El viento arrecia (ayuda a la caída de hojas y frutos); se desatan temporales en el mar, que bate con fuerza contra los acantilados costeros y activa los bufones de la rasa oriental; descienden las temperaturas; cuajan las primeras nevadas en la alta montaña. Poco a poco, el otoño se adentrará en el invierno y a su fugaz esplendor sucederá la escasez.
