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LORENZO ARIAS PÁRAMO | Profesor de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo

"En el Loyolín forjamos Mariano y yo la complicidad de los gemelos"

"A mi padre, la guerra le frustró ser ingeniero industrial y por eso nos metió en Maestría, donde nació mi obsesión por la perfección en el dibujo"

Lorenzo Arias Páramo, en el estanque de Covadonga del Campo San Francisco de Oviedo. MIKI LÓPEZ

-Nacimos el 5 de mayo de 1951 en la calle Matemático Pedrayes de Oviedo. Yo, 15 minutos antes que Mariano, mi gemelo. A mi madre casi le da un p'allá cuando la matrona dijo "espere, Carmina, que viene otro". Los gemelos no eran tan frecuentes entonces.

- Matemático Pedrayes en 1951.

-El Club de Tenis y unas casas enfrente.

- ¿Quiénes vivían en su casa?

-Mis padres, mi hermana Mari Carmen, dos años mayor, y la abuela materna, Rosa, andaluza de Motril (Granada), que contaba los terremotos que había pasado y que iban a la playa con mantas. Era muy supersticiosa, nos adoraba y ayudó mucho a mi madre.

- Una figura importante.

-Una autoridad. Se levantaba a las 6, iba a misa y era muy trabajadora. Cocinaba estupendamente, lo que encantaba a mi padre. Nos alimentó con un recetario andaluz y hacía pestiños para toda la familia. Nunca supimos su edad, ni ella. Murió en Navidad.

- ¿A qué se dedicaban en su casa?

-No sé entonces. Sé que, de muy pequeños, marchamos a El Trigal, una finca con cantera al comienzo de Santamarina de Piedramuelle, que habían heredado los doce hijos de mi abuelo paterno, de los que mi padre era el pequeño. Mis abuelos sufrieron un simulacro de fusilamiento en la Guerra Civil y murieron poco después.

- ¿Cuánto tiempo pasaron en El Trigal?

-Dieciocho meses. Era una casa preciosa. Nuestro protector era un mastín llamado "León" que no dejaba que nadie se nos acercase. En unos frutales que nos pusieron en contacto con la naturaleza, aprendimos a andar agarrándonos a una cuerda que iba de arbolín y arbolín. Los hermanos de mi padre se dispersaron y vendieron la finca. Para volver a Oviedo cogimos la gran llorera en el taxi. Regresamos a la casina de Matemático Pedrayes, de la que nos mudamos a Independencia, frente a Minas, cuando teníamos 6 años.

- ¿Su padre, Lorenzo, era de 1910?

-Pasó la guerra en el cerco de Oviedo en la posición de Pando. Allí hizo muy buenos amigos. Contaba que se intercambiaban tabaco de trinchera a trinchera y que reconocían familiares en el otro bando. Una bomba le perforó los oídos y lo mandaron a León.

- ¿Cómo era?

-Tenía genio pero no con nosotros. Fue un padre extraordinario y delegaba mucho en mi madre. Trabajó en Ercoa, HC. Nos llevaba a la playa o a merenderos del Cristo o del Naranco. Murió con 89 años.

- Su madre.

-Pasó la guerra en un sótano. Era un cielo: nos ayudaba mucho y era muy protectora. Si enfermábamos, llamaba a mi primo Jaime Arias, urólogo, que era el médico de la familia. En cuanto aparecía Jaime, nos curábamos. Murió hace 4 años, a los 99.

- Le pregunto a usted y contesta en plural.

-Mi hermano haría lo mismo.

- ¿Qué les diferenciaba?

-Él sabía decir "no". Tenía un carácter más resistente.

- ¿Cómo fue ser gemelo de pequeño?

-Mariano, que era novelista, lo sabría decir mejor. Nos poníamos malos a la vez, fuera de verdad o de mentira. Vivimos unidos hasta que murió, el 14 de mayo pasado. Es casi una apropiación de la identidad del otro.

- ¿Cuándo lo empezaron a notar?

-En la Academia Astur y en el Loyolín, donde coincidimos con Paco García Pérez, el colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Era un chalé guapísimo en la calle Fray Ceferino dividido para Párvulos y Primaria. Nos sentaron en un pupitre doble. Jugábamos mal al fútbol y nos divertíamos con piocampo. La complicidad muy directa de los gemelos se forjó allí. Sabes que las amistades pueden ser efímeras, pero a tu hermano siempre lo tienes. Una vez nos separaron y montamos el número hasta que nos juntaron.

- ¿Dónde jugaban?

-En el Campo, que recuerdo muy frondoso, con las primas Paz y Marimel y la familia de los hermanos de mi padre. Nos hacíamos llamar "La marabunta". Nuestro campamento base era donde Neptuno. Los Vallaurones nos conocían. Éramos muy buenos. Mi padre salía con nosotros el domingo por la mañana y nos llevaba al Campo. Bajo un eucalipto enorme próximo a la calle Toreno había un banco y allí nos leía "El Capitán Trueno". Luego seguimos "Pantera Negra" y "El Jabato".

- Recuerdos de la calle Independencia.

-La casa era muy grande y un curso tuvimos a un estudiantes de Minas que dibujaba de maravilla. Le copié un engranaje con tinta china y me dejó material. Estudiamos en la Academia Astur de la Pasarela (Viaducto Marquina). Íbamos corriendo a todas partes y subíamos a jugar hasta San Pedro de los Arcos. Nos poníamos en el puente encima de la estación para que nos cubriera el vapor de los trenes que salían. Jugábamos a todo sólo con nuestros cuerpos, incluso a agarrarse a una farola que daba trallazo y transmitir la corriente a una señora que pasaba. A los 14 años volvimos a Matemático Pedrayes a un edificio nuevo.

- ¿Qué tal estudiantes eran?

-Aprobábamos. En casa el ambiente no era exigente. Estuvimos en el Instituto Alfonso II, quizá suspendimos algo y mi padre nos metió en la Academia Llana porque conocía mucho a Mateo Llana. Recuerdo a Magín Berenguer hijo, sentado detrás de nosotros, que dibujaba de maravilla. Nosotros también, pero él tenía mucha imaginación y dibujaba fuertes asaltados por indios.

- Usted y su hermano son dibujantes.

-En el Alfonso II nos daba clase Paulino Vicente, dibujante genial y profesor muy paciente. Hacía un dibujo en la pizarra y nos pedía que lo copiáramos.

- ¿Qué hicieron después de cuarto?

-Mi padre estaba muy frustrado porque la guerra le impidió estudiar perito industrial y entramos en la escuela de Maestría Industrial, donde conocía a muchos profesores.

- ¿Y qué tal?

-Pasamos 5 años. Genial. Había clases de Dibujo Técnico que nos encantaba, pero también teníamos de hueso a don Pepito, que daba Matemáticas. Nos dio clase de Dibujo un profesor extraordinario al que todos llamaban "El Punto" y nos traía en palmitas porque dibujábamos muy bien. Allí nació mi obsesión por la perfección: usábamos grafos que daban un trazo perfecto.

- ¿Y al salir de clase?

-En el recreo hacíamos amistades peligrosas muy poco peligrosas con las chicas del Instituto Femenino. Nos gustaba la clase de Literatura y empezamos a leer a Somerset Maugahn y luego Camus, Sartre... A mí me interesaban la paleontología, la geología y la biología. Al final de Maestría, ya leíamos a Marta Harnecker, los libros de Losada y del Fondo de Cultura Económica.

- ¿Eso chocaba en su casa?

-Como ya estudiábamos Historia y Marx discutíamos con mi padre. Él argumentaba "yo lo pasé" y, cuando le cansábamos, acababa diciendo: "¡cortaos el pelo!". Esa etapa fue fundamental porque, a los 18, ya no queríamos ir a Peritos.

- ¿Salían por ahí en pandilla?

-Sí. Por los merenderos del Cristo y de monte con el grupo Torreblanca. Éramos de los "Rolling" y de los "Beach Boys". Los de los "Beatles" no eran bienvenidos, dicho sea en broma. Leíamos "Salut les copains" y oíamos a Mireille Mathieu, Sylvie Vartan, Françoise Hardy, Johnny Hallyday... Nuestro primer tocadiscos fue un AG 4000, monoaural, de pilas y de red y el disco demostración era "Los 4 muleros". Años después derivamos al jazz.

- Primer escarceo en política.

-El profesor de Formación del Espíritu Nacional en Maestría, que era de la Hermandad de Defensores de Oviedo, nos dijo un día que después de clase tendríamos que ir a la manifestación en el paseo de los Álamos contra la guerra de Vietnam. Fuimos a ver y empezamos a atar cabos. Ese año recuerdo ver al "Punto" leyendo un "Paris Match", comprado en la Librería Gemma con el mayo francés en portada.

- No hicieron Peritos, ¿qué hicieron?

-COU en el Instituto de San Lázaro, donde estaba doña Adela, que nos dejaba hacer todo y que le sirvió mucho a Mariano como profesora de Literatura. Nos daba Religión Servando Cano, un cura que mantenía mucho debate, que luego se secularizó, se casó, tuvo hijos y es un poeta muy bueno. Yo gané un premio de ensayo y mi hermano ya escribía de Sartre. Y contactamos con gente del Partido Comunista.

Segunda entrega mañana, lunes:

"La vida me trató muy bien, pero desde la muerte de mi hermano estoy en KO técnico"

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