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David Noguera | Presidente de Médicos Sin Fronteras España

"El coste humano de las políticas de la UE es altísimo, de una crueldad total"

"Vamos a crear una ola de resentimiento hacia Europa por tomar con los refugiados unas medidas egoístas, de corto plazo, pero a los ciudadanos de la Unión nos cuesta reconocernos en estas decisiones"

David Noguera, presidente de Médicos Sin Fronteras.

David Noguera es el presidente de Médicos Sin Fronteras España, que del 2 al 8 de noviembre desarrollará en Oviedo su campaña "Seguir con vida", con una serie de conferencias y exposiciones con las que tratarán de sumergir a los asturianos en "la lucha de los civiles golpeados por la guerra: la de los que quedan atrapados bajo las bombas y la de quienes logran escapar". Harán especial hincapié en la situación de Sudán del Sur, la República Centroafricana o Yemen, también denunciarán "la pasividad" de la UE en la crisis de los refugiados del Mediterráneo. Noguera, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona y con maestría en Medicina Tropical y Salud Internacional por la Universidad de Barcelona, comenzó a colaborar con Médicos Sin Fronteras en 2001 y preside la entidad desde 2016. Ha estado en Somalia, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Sudán, Angola, Zambia, India, Timor, Guinea Bissau, Túnez, Libia, Etiopía y Sudán del Sur. Dice que para hacer lo que estos médicos realizan es necesario mantener fresca la rabia, la indignación ante tanta crueldad masiva.

- ¿Qué opina de la concesión del premio "Princesa" de la Concordia a la UE mientras muere tanta gente en sus fronteras?

-Sobre que se le conceda el premio "Princesa" a la UE no tenemos una opinión en particular. Es más, nosotros ya lo tenemos y estamos muy agradecidos por el reconocimiento. Pero es evidente que nosotros sí somos muy críticos con las políticas de la UE y con su actuación en la crisis de los refugiados en particular. Las cifras hablan por sí solas. Llevamos tres o cuatro años con la crisis del Mediterráneo, con imágenes que todos tenemos en la retina y con una política de externalización de fronteras, de responsabilidades y de legitimidades. La UE está firmando acuerdos con países de dudosa reputación, como pueden ser Turquía o Libia y seguiríamos la lista. La UE ha vivido momentos mucho mejores en términos de ser un garante y un referente de los derechos humanos.

- ¿La UE puede hacer más en esta crisis?

-Es un debate complejo. No nos posicionamos en posturas del tipo "vamos a abrir las fronteras y que venga todo el mundo". No es eso. Muchas veces nuestro nombre, por lo de "sin fronteras", lleva a esta conclusión. La gente cree que estamos por abolir las fronteras y que se acaben los estados. Nada que ver con eso. Tiene que ver con los derechos inherentes a las personas, independientemente de las fronteras. Porque entre una política de puertas abiertas y dejar que se ahoguen en el Mediterráneo seguro que hay fórmulas mucho más humanas. Tenemos ejemplos claros. Canadá ha aplicado una política de acogida a los refugiados y lo ha hecho bien. Los ha acogido desde los campos limítrofes a Siria, les ha ahorrado la travesía por la ruta turca o libia. Al final esto demuestra que es un tema de voluntad política. La UE se comprometió a la acogida de 180.000 refugiados en dos años y creo que están por el veinte por ciento. España aún peor, estamos alrededor del diez por ciento. Tiene que haber una fórmula más humana y solidaria para evitar este nivel de sufrimiento y de mortalidad que hemos vivido y que seguimos viviendo.

- ¿Cómo explicar esa falta de voluntad política de atajar tanto sufrimiento a las puertas de casa?

-Escuchaba ayer (por el miércoles) al ministro de Asuntos Exteriores recordarnos que España es una campeona en los derechos humanos. Está muy bien como soflama, pero al final hay que traducir eso en política real. Y no hay ningún motivo, más allá de la evidente falta de voluntad política, para que un país como España, un país que juega en la "Champions", actúe así. Es evidente que España y Europa pueden acoger a 180.000 refugiados y a muchísimos más sin que eso altere el equilibrio fundamental de las cosas. Esta falta de voluntad política tiene un coste brutal en términos humanos de sufrimiento.

- ¿Cree que la razón es que hay miedo a que la llegada de extranjeros desestabilice a unos países que aún luchan contra la crisis?

-No sabemos la razón fundamental. En nuestros diálogos con el Gobierno eso no aparece, siempre se alegan trabas administrativas. Yo creo que es un cortoplacismo político puro y duro. Es un discurso muy irresponsable. Además, hemos visto la evolución. En la primera ola de solidaridad se veía a los refugiados como víctimas y ahora se les ve como un peligro. Es de una injusticia absoluta y es un debate con una falta de argumentos sólidos evidente. Es un discurso populista, barato, simplista y muy irresponsable. El Gobierno español, como otros europeos, se acoge a un cortoplacismo y a una política de bajo vuelo que sólo hace incrementar el sufrimiento.

- ¿Influye en este cierre de fronteras el temor a alentar a la ultraderecha europea?

-Es evidente que ese discurso ha calado en las sociedades europeas. Nos preocupa fundamentalmente porque es absolutamente injusto. Que a un refugiado que huye de Siria se le acuse por defecto de terrorismo es de una crueldad absoluta. Nosotros no nacimos ayer, no estamos diciendo que no haya que poner un cierto mecanismo en ese proceso, pero este discurso populista, simple, de miedo al diferente, es de una injusticia intelectual que no se sostiene. Hace falta un poco de valentía para tener una voz firme ante esto. Alemania ha acogido un millón de refugiados y es posible que haya pagado un cierto coste político. Eso es así. Pero estas decisiones no vienen gratis. El coste humano de las políticas de la UE es altísimo. Lo que estamos viendo en Libia es de una crueldad total? Estamos viviendo fenómenos propios de otra época. Más del 50 por ciento de la gente con la que hablamos en Libia ha sido víctima de extorsión económica, laboral, etcétera. Un porcentaje altísimo de mujeres ha sido víctima de violencia y explotación sexual.

- ¿Pagaremos este cortoplacismo del que usted habla?

-Seguro que lo acabaremos pagando. Le hago una reflexión simple. El conflicto de Siria. No es un conflicto local, hoy todos lo conflictos son globales. La paz de Siria se firmará o en Estambul o en Moscú o en Washington. Pero la esperanza del futuro de Siria son los sirios. Y la pregunta es: ¿cuando esta gente vuelva a su país, qué imagen se van a llevar de la UE? ¿Qué recuerdo tendrán de la UE, que se proclama campeona de los derechos humanos? ¿Acaso no se llevarán, de una forma razonablemente justa, la impresión de que Europa los ha dejado francamente mal? ¿No estamos perdiendo una oportunidad para acoger a un montón significativo de estas personas, para que estén con nosotros y se empapen de unos valores fundamentales para que cuando vuelvan a una región convulsa como el Oriente Medio esta masa crítica de sirios se convierta en un vector para una democracia moderna y de valores? Pregunto. Vamos a crear una ola de resentimiento hacia Europa por estar siguiendo unas políticas egoístas. Es evidente que tendrá un coste a medio y largo plazo. Pero me temo que estamos en manos de gente que es incapaz de tener una mirada más allá de las próximas elecciones.

- ¿Y esa ola de resentimiento será también de desafección de los propios europeos hacia el proyecto de la Unión?

-Me remito a mi experiencia personal. Llevo 16 años en Médicos Sin Fronteras y recuerdo perfectamente haber estado en contextos difíciles, como Sudán, Congo o Somalia, y recuerdo que la UE era un referente a la hora de valorar los derechos humanos. Ahora este relato lo ha perdido la UE. Ahora se encuentra con gobiernos muy cuestionables que le pueden decir que Europa no puede dar ninguna lección de derechos humanos después del espectáculo que permitieron y siguen permitiendo en el Mediterráneo. Esto es así. Esa reflexión como ciudadanos también la hacemos y es evidente que nos cuesta reconocernos en este tipo de políticas. En el caso de los refugiados en concreto es un tema clarísimo donde la ciudadanía está claramente por delante de estos gobernantes.

- ¿Desde una perspectiva histórica diría que estamos en un periodo especialmente grave en cuanto a crisis humanitarias?

-Hay cifras. El año pasado se pasó la cifra simbólica de los 65 millones de gente desplazada en el mundo. Esto es más que la II Guerra Mundial, por poner esto en perspectiva. Se conjugan dos tipos de factores. Por una parte el mundo occidental está girando la espalda a este tipo de situaciones y, luego, otros factores que tienen que ver con la revolución árabe y la desestabilización de Oriente Medio. Cuesta mucho entender que un mundo que ha avanzado tanto y con tantos niveles de desarrollo en según qué zonas sea incapaz de encontrar respuestas a crisis que tendrían que ser manejables. Por ejemplo, la República Centroafricana, un país de cuatro millones y medio de personas. Es un paisito. Pero esto que se da en llamar la comunidad internacional, que no tenemos muy claro qué significa, es incapaz de darle una respuesta en clave humana, en clave solidaria. Sí que llama la atención que la comunidad internacional vaya acumulando fracasos.

- El repliegue y blindaje de fronteras no sólo se produce en la Unión, también en Estados Unidos.

-Evidentemente nos preocupan ciertos discursos. EE UU es un gran donante en el desarrollo y que haya anunciado recortes brutales nos preocupa. Pero tenemos que ser capaces de hacer un cierto análisis en frío. Es verdad que hay gente con un discurso más vehemente y más histriónico en Estados Unidos, pero lo que cuentan son las políticas sobre el terreno y, en ese sentido, puede ser que EE UU tenga un discurso más histriónico, pero, en términos de política, no es que la UE esté sustancialmente alejada de eso. Se habla mucho del muro mexicano... pues externalizar fronteras en Libia quizá no implique la construcción de un muro físico, pero sí que hay un muro de seguridad. No creo que la UE y Estados Unidos, en su deriva, estén muy lejos el uno del otro.

- Es decir, nosotros no sonamos como Trump, pero actuamos como Trump.

-No lo ponga así, nosotros no hacemos este tipo de declaraciones políticas. El señor Trump me da igual, me importan más las políticas de cooperación de Estados Unidos. Cómo hable el señor Trump o cómo deje de hablar no me interesa. Mire, antes hablábamos de los grupos de ultraderecha en Europa. Y yo pregunto, ¿fundamente las políticas que estamos aplicando en Europa difieren muchísimo de lo que proponen estos grupos? Lo que está pasando en Libia es de una crueldad brutal y llevamos más de 12.000 muertos en el Mediterráneo en tres años. ¿Qué más tiene que pasar en términos de sufrimiento humano para que actúen los gobiernos que tienen la capacidad de ayudar?

- ¿Cuánto respaldan los españoles a Médicos Sin Fronteras?

-España es un país que aún tiene recorrido solidario. Si el apoyo económico en países equivalentes es del 40 % de la población, en España estamos en el 20%. Pero estamos orgullosos de un dato. En el contexto de la crisis que nos sigue sacudiendo nosotros hemos seguido incrementando nuestros socios anualmente. Estamos cerca del medio millón de personas en España que apoyan nuestra organización.

- Pero aún se podría mejorar el respaldo económico de la sociedad a su actividad.

-Si tuviera que pedir un ejercicio de coherencia a las personas, les diría como presidente de Médicos Sin Fronteras que necesito su dinero para trabajar. Claro que sí. Pero el mensaje a la gente es que también necesitamos su influencia. Les pido otra cosa que es gratis. Que hagan una reflexión profunda acerca de, como ciudadano, cuál es su responsabilidad ante lo que está pasando en el mundo. Eso implica votar de una forma responsable y no estoy sugiriendo ningún voto concreto en ningún caso. Simplemente esto sugiriendo que imputen este tipo de elementos de solidaridad global y de humanitarismo en su voto. Y luego les pediría algo más doméstico. Yo creo que tenemos que ser todos más globales. Y que cuando estamos en una cena con amigos y salga gente con un discurso xenófobo muy agresivo hay que ser capaces de levantarse y contestar a ese discurso de una forma tranquila y serena, pero decir: mira, creo que lo que estás diciendo está muy equivocado. Sí que tenemos que ser algo más valientes porque es muy injusto.

- ¿Dan abasto con tanta crisis?

-Tenemos una cierta sensación de soledad. En las emergencias complejas antes veíamos a más actores.

- ¿Más actores gubernamentales, dice?

-Y no gubernamentales. Las ONG. Hay que entender que las ONG que dependen de socios públicos lo han pasado muy mal. Las ayudas españolas a políticas reales de cooperación son las que más se han reducido durante la crisis. No sé si se acordará del famoso 0,7 por ciento, pues ahora estamos en el 0,14. Las ONG que tienen una dependencia de estos fondos se han visto muy afectadas por este tipo de situaciones. Nosotros hemos hecho una apuesta estratégica diferente, que era optar por fondos privados para tener asegurada la independencia. Hace un año renunciamos a los fondos de la Unión Europea. Nos parecía una paradoja criticar sus políticas y aceptar sus dinero, de la UE y de los gobiernos de la misma. Esto ha significado obviamente un descenso muy importante del porcentaje que tenemos de financiación de instituciones, que era del 10 por ciento y ahora es del 3 por ciento, pero ese descenso se ha visto compensado por la gente que se ha visto interpelada por ese posicionamiento.

- Tienen la sede en Cataluña, ¿cuanto le está afectando?

-A día de hoy no afecta. Y creo que está en mi anhelo como presidente que esto no nos afecte más allá de que estemos todos muy nerviosos o muy preocupados con este tema y pensemos que es una crisis o un drama. Pero le puedo asegurar que cuando llegas de Yemen y ves lo que hay allí, también te ayuda mucho a discernir. A día de hoy la situación en Cataluña tiene una incidencia mínima en nosotros. Son dinámicas que no tienen que ver con nosotros. Sí que ha habido quince personas que nos llaman diciendo que tenemos oficina en Barcelona y que se van, del otro lado protestando. Pero son gente de posiciones muy extremas. Y es un mínimo comparado con el medio millón de personas que nos apoyan. Nadie a va permitir que se meta a nuestro trabajo y a nuestra gente en esta ecuación.

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