La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

FULGENCIO ARGÜELLES | Escritor

"En Covadonga pasé hambre y el sistema era perjudicial, negativo y represor"

"En el Seminario debatimos hasta si ETA y su violencia contra la dictadura era necesaria, y, en general, pensábamos que sí"

El escritor Fulgencio Argüelles, a la entrada de su casa de Cenera. SILVEIRA

-Nací en 1955 en Uriés (Aller), encima de San Vicente de Serrapio, una aldea soleyera cercana a la mina San Fernando. Allí acaba la carretera. Ahora hay menos de 20 casas.

- ¿Su familia era minera?

-Sí, mi abuela era viuda de Fulgencio, un católico de derechas que huyó al Bierzo durante la guerra. Acabada la guerra en Asturias, avisaba a los maquis del pueblo cuando subía la Guardia Civil. Un día subió a segar con su mujer, María, embarazada, y con mi madre, Gelita, de 6 años, y mi tío, Maxi, de 3. Llegó un grupo de 20 fugaos y discutieron con él detrás de la cuadra. Al rato, se fueron, pero uno dio la vuelta y le apuntó con el fusil. Los demás le gritaron que lo dejara, pero lo mató. El perro bajó al pueblo y avisó con sus ladridos. El que mató a mi abuelo apareció en su casa de Laviana, a los pocos días, acuchillado. Mi abuela enviudó a los 25 y su vida fue pobre en adelante.

- Su padre se llamaba José Ramiro, Pepe.

-Su familia era muy pobre. A los 9 años lo mandaron al Seminario, en Tapia, y luego en Valdediós. Estuvo once años. De su curso salieron 54 curas, récord de ordenación, entre ellos Raúl Arias y Alfredo de la Roza, todos con un toque de excentricidad, quizá por el hambre que pasaron y lo mucho que estudiaron. Mi padre tuvo 32 matrículas de honor y hablaba latín como si fuera castellano.

- ¿Por qué dejó el Seminario?

-Sufría ataques convulsivos. Presencié alguno y costaba sujetarlo entre varios. Los especialistas de la época le desahuciaron diciendo que no podía dedicarse a ninguna actividad intelectual. Volvió a Bello e hizo la mili de alférez en el botiquín de alta montaña de Jaca. En un permiso conoció a mi madre y empezaron a cartearse. Acabada la mili, se casaron y entró de peón en la Renfe y luego en el exterior de Minas de Figaredo.

- ¿Cuánta gente vivía en su casa natal?

-Mi abuela, mi tío Maxi, minero; mi tía Mary, que murió hace años, y mis padres. Mis hermanos Miguel y Marigel nacieron en Cenera, adonde llegamos al año de nacer yo.

- ¿Qué tal se integraron?

-Muy bien. Eran un matrimonio joven y mi padre era guapo, culto, con labia, sabía rellenar instancias y poner inyecciones. Pronto fue una persona de referencia. Empezó a dar clases particulares -primero de latín, luego de todo- con resultados inmediatos. Acabó teniendo más alumnos que la escuela. Organizó las fiestas y construyó la iglesia.

- ¿Qué tipo de padre era?

-Estricto, pero explicaba por qué decía las cosas y no pegaba. Tenía mucha autoridad: si yo no quería comer arbeyos, ponía el despertador y decía: "Cuando suene no quiero ver uno en el plato". De niño me daba algo de miedo y de mayor lo admiré.

- ¿Cómo es su madre?

-Sencilla, humilde y muy trabajadora; hacía toda la tarea de casa más la huerta y la vaca. En los ochenta, cuando mi hermana empezó Medicina, compró piso en Oviedo y descubrió otra manera de vivir.

- ¿Eran cariñosos?

-Siempre y confiaron en mí.

- ¿Qué rapacín era usted?

-Tímido, acomplejado por el nombre, las gafas -por las que era "cuatro ojos"- y una calvera en forma de herradura en la cabeza, que me hice con 4 años contra un cristal, por la que me llamaban "Ferraúra". Me mandaron al Seminario en Covadonga para que estudiara y quizá mi padre quisiera que terminara lo que él no logró. Para él, la salvación de las personas y del mundo pasaba por el estudio, y el Seminario era su templo de sabiduría.

- ¿Había mucho peso religioso en su casa?

-Sí, pero no fanático.

- ¿Le costó ir al Seminario?

-No recuerdo ni alegría ni contrariedad. Dejé de ser tímido y "Ferraúra". Había mucha unión entre los críos y mucha represión por parte de los curas: en fila y en silencio para todo y coscorrones y hostiazos al que hablaba. En las comidas sólo podías hablar el domingo, a la sopa. César Marqués, el rector, un tirano, permitía hablar a toque de timbre, pero hacíamos mucho barullo y volvía a tocar el timbre para callarnos. Ridiculizaban a los críos. A uno de Tuiza de Arriba le daba por meter en los bolsillos lo que encontraba y el cabrón del rector, en Lengua, decía: "A ver qué llevas en los bolsos, Tuiza". Cada alambre, cuerda, goma se celebraba con carcajada general. Covadonga era un sistema negativo, perjudicial y represor.

- ¿Pasaban hambre?

-La comida estaba tan racionada que había mercado negro. Para la merienda nos daban un pocillo de chocolate y un chusco de pan. Si mojabas dos veces, se acababa el chocolate. Mojábamos, chupábamos, lo escupíamos en el pocillo y volvíamos a mojar.

- ¿Cantó en la Escolanía?

-Desde tiple a barítono. Los recuerdos positivos tienen que ver con la naturaleza, con jugar al fútbol en la vega de Orandi y con la sala de juegos que tenía futbolín, pimpón...

- ¿Qué tal estudiante fue?

-Regular hasta los 13 años. Luego empecé a sobresalir. En sexto saqué una media de matrícula de honor y en COU, de sobresaliente. Me angustiaban las Matemáticas. A esa edad recuperé la lectura y, por el latín y el griego que daba Agustín Hevia Ballina, fui a dar con Sófocles, Virgilio, Homero...

- En el Seminario de Oviedo le fue mejor.

-Sí. Formé parte del equipo de fútbol del Seminario cuando había ligas escolares muy potentes. Fuimos campeones de Asturias y de la zona a Norte. El fútbol me levantó y me hizo conocer el trabajo en equipo. Fui el máximo goleador de la Liga escolar de Asturias y esa celebridad menguó mi timidez.

- ¿Qué tipo de jugador era?

-Un delantero centro poco técnico, muy rápido y con muy buen disparo. Nos entrenaba Juan Mesa, que había sido portero del Real Oviedo. A siete nos fichó el Oviedo. Estuve en el juvenil A. A los 18 años, con el equipo del Seminario me rompieron una pierna por la rodilla, me operaron de mala manera, me escayolaron, me reconstruyeron y volví a jugar, pero no era el mismo. Pasé al Vetusta, pero no llegué a jugar porque marché a Madrid.

- ¿Por qué es del Sporting?

-El Sporting estuvo concentrado en Covadonga 10 días, antes de la promoción de ascenso contra el Sevilla. Convivimos con ellos. Solabarrieta, que era la hostia, jugaba contra todos nosotros. Eso marca para siempre.

- ¿Cuándo empezó a escribir?

-En cuarto, diarios con reflexiones y sueños. Hasta los 16, en que llegó el amor. El Seminario de Tarancón era muy abierto. Varios profesores nos inculcaron la preocupación social y política y había libertad para salir. Bailaba dos piezas y, de noche, le hacía un poema a aquella chica casi sin nombre.

- Ya no era tímido.

-Gracias al teatro. Lo recomiendo como psicólogo. De quinto a COU hice teatro y en el grupo había chicas. Protagonicé la "Farsa de Maître Pierre Pathelin" y eso sube la autoestima. En sexto escribí un relato sobre una prostituta de la calle Mon. Me la corrigió Pandabenes y lo mandé al concurso de la OJE. Fui tercero en Asturias y segundo en Madrid.

- ¿Era un seminarista pío?

-No, pero tenía fe. Quería ser cura como imaginábamos: sin celibato. Fue una decepción en 1972 cuando la Guardia Civil detuvo a Carlos, el cura de Barredo, minero, porque apoyó una huelga. Como no podía ir a la cárcel, Tarancón lo mandó a Bélgica. A los 16 años estaba contra la dictadura.

- ¿Qué debatían?

-Desde la necesidad de manifestarse públicamente hasta si era necesaria ETA y su violencia contra la dictadura. En general, pensábamos que sí. Cuando mataron a Carrero hubo más jolgorio que pena. También discutíamos de dogmas y del evangelio.

- ¿Por qué decidió ir a Madrid en 1973?

-El grupo de amigos, los ocho con mejores de notas, que hacíamos la revista y el teatro, decidimos que el tinglado estaba en Madrid.

- ¿Qué quería estudiar usted?

-Medicina, pero eso impedía que fuera a Madrid porque la había en Oviedo. Tuve que hacer trampa. Esperé al último día de plazo, fui a la Universidad y dije que me acababan de llamar de casa diciendo que me habían concedido el traslado a Madrid para hacer Psicología, pero que no me daba tiempo a ir a Cenera a por el papel. Me creyeron. Arreglé mi situación en tercero de Psicología.

Segunda entrega, mañana, lunes:

"Me arrepentí de no quedar en la Universidad, pero el banco pagaba el doble"

Compartir el artículo

stats