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Salud

Malditas garrapatas

La picadura de los arácnidos que encontramos en el monte transmite más enfermedades que la de cualquier artrópodo chupador de sangre

Malditas garrapatas

El cadáver momificado de un humano que vivió hace 5.000 años, encontrado en los Alpes, le sirve al psicólogo experto en el inconsciente John Bargh para mostrar que la vida antes era mucho más peligrosa, no sólo por nuestra indefensión ante la naturaleza y los predadores, también ante los otros humanos que eran nuestros cazadores. Este hombre había muerto con una flecha en el cuerpo y había sufrido, a lo largo de su vida, varias fracturas, además de estar infestado por parásitos y tener altos niveles de arsénico en la sangre, quizá por trabajar en metales. Y lo más curioso, una sospecha de enfermedad de Lyme.

A principios de la década de 1970, un grupo de niños y adultos en Lyme, Connecticut y las áreas circundantes padecían algunos problemas de salud desconcertantes: rodillas hinchadas, parálisis, erupciones en la piel, dolores de cabeza y fatiga crónica severa. Nadie acertaba con el diagnóstico. Tras años de titubeo, los médicos establecieron su nosología, el conjunto de signos y síntomas que caracterizaba ese mal que denominaron enfermedad de Lyme. En 1981 un investigador, Willy Burgdorfer, que trabajaba en la fiebre de las montañas rocosas, descubre el agente: una espiroqueta que en su honor se nombró borrellia burgdorferi. Se trata de una bacteria que vive en el vientre de las garrapatas, el mismo vector que el de la fiebre de las montañas rocosas, pero en ese caso la bacteria es una rikettsia.

Las garrapatas son arácnidos, tienen 8 patas. Hay más de 850 especies y se dividen en dos grandes familias, Ixodidae (garrapatas duras) y Argasidae (garrapatas blandas). Las garrapatas transmiten una amplia variedad de patógenos, más que cualquier artrópodo chupador de sangre. La que trasmite la enfermedad de Lyme es I.scapularis en América e I.ricinus en Europa.

Las ixodides tienen tres fases, larva, ninfa y adulto. En cada una de ellas realiza un festín de sangre, sólo uno. Acechan a los huéspedes colocadas en los extremos de las plantas con las patas delanteras extendidas. Son sus elementos sensores, en contraste con los insectos que los tienen en las antenas. En esas patas se alojan los órganos de Haller capaces de percibir substancias químicas como CO2, amoniaco, o feromonas. También detectan humedad y rayos infrarrojos, que anuncia el calor que desprende cuerpo de los animales de sangre caliente. Cada tipo de garrapata tiene unos órganos de Haller específicos, lo que probablemente explique la preferencia por una especie animal como huésped. Pero no solo la especie decide, también el atractivo del huésped.

Si el CO2 y el calor son señales de presencia, se podría pensar que las personas más grandes o las que están haciendo ejercicio, pues en ambos casos se produce más CO2 y calor, serían las víctimas preferentes. No hay pruebas que lo confirmen. En un estudio en el que compararon la frecuencia de picaduras en 73 parejas que compartían el mismo ambiente y actividad, se vio que en 30 de ellas había discordancia, una recibía muchas picaduras otra casi ninguna. No pudieron detectar en la dieta, el sexo o los hábitos alguna diferencia que lo explicara.

En Asturias donde más se ha estudiado la presencia de garrapatas es en el Sueve. Predominan las larvas, como cabe esperar, pues pocas logran llegar a ninfas y menos a adultas. Estas dos formas son los vectores. En el Sueve hasta el 90% son I.ricinus. Sólo 2% de las ninfas están infectadas y el 10% de los adultos. Es difícil saber cuánto Lyme hay en España. La frecuencia depende del lugar estudiado y el método. Un estudio en Cangas de Narcea arroja una cifra de incidencia de 130 casos por 100.000 habitantes, alto si se compara con uno de Lugo que es 10 veces menos o los hospitalizados en Asturias 50 veces menos.

Para evitar la picadura, en caso de caminar por monte, se debe ir lo más cubierto posible. Si el paseo es por lugares donde hay mucha exposición conviene utilizar un repelente en la piel e incluso una permetrina en la ropa. Al llegar a casa es recomendable ducha e inspección de la piel. En caso de que se detecte una garrapata, lo mejor es extraerla con unas pinzas con cuidado. Y limpiar, antes y después, con un antiséptico. No se deben utilizar líquidos o aceites para removerlas, entre otras cosas porque puede provocar el vómito. La bacteria está en el intestino. Si al extraer la garrapata quedan patas en la piel, basta con el antiséptico para resolver el problema.

La enfermedad de Lyme se manifiesta entre 3 y 14 días desde la picadura. La clínica es inespecífica: fiebre, dolor de cabeza, dolores articulares o hinchazón de ganglios. Lo más característico, entre el 70 y el 80% de los casos, es una erupción que se forma en el lugar de la picadura de color rojo con forma redondeada como ojo de buey o diana. Se denomina eritema migrans porque eso es lo que hace. El tratamiento antibiótico en esta fase es curativo.

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