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El aceite de palma se cae de la cesta de la compra

Crecen los consumidores que reaccionan contra el cultivo que está arrasando las selvas de los orangutanes, y también contra los productos libres de esta grasa

El aceite de palma se cae de la cesta de la compra

La ofensiva contra el aceite de palma se recrudece, al tiempo que crece la sensibilidad social hacia los problemas de salud y, sobre todo, ambientales que ocasiona este cultivo superintensivo, simbolizados en el angustioso desahucio de los orangutanes, cada vez con menos espacio habitable. También se endurece, en paralelo, la contraofensiva de las empresas que se benefician de ese aceite barato y casi imposible de evitar en la cesta de la compra; hace unos días, la televisión británica vetó un anuncio que denuncia sin paños calientes la destrucción de las selvas de Malasia e Indonesia, aplastadas por la demanda de los productos que contienen grasas y cuyos elaboradores utilizan aceite de palma porque multiplica sus beneficios.

El escenario donde tiene lugar esa destrucción queda muy lejos de la sociedad occidental que consume aceite de palma, lo cual dificulta una conciencia del problema, de la responsabilidad que el destinatario tiene en su generación y, también, en su resolución. El orangután, un animal totémico, que suscita empatía (está al otro lado del espejo), surge en ese contexto como la figura capaz de movilizar voluntades, recursos y acciones para poner freno a esa catástrofe. Cada vez más consumidores leen las etiquetas de los productos que compran y seleccionan positivamente aquellos que no contienen aceite de palma. Algunas empresas han recogido el guante de los consumidores críticos y anuncian a bombo y platillo en sus productos que no usan aceite de palma. Es el caso de Nocilla, la célebre marca española de crema de cacao untable, cuya estela ha seguido la también española Chocolates Trapa, que publicita su compromiso con la conservación de las selvas de Borneo y la supresión del aceite de palma de todos sus productos en 2019. La cadena de supermercados británica Iceland Foods, con 900 tiendas repartidas por el Reino Unido y 40 en otros países europeos, se deshará por completo de los productos con aceite de palma antes de que finalice el año.

La lista de productos que incluyen aceite de palma entre sus ingredientes, y que lo identifican (muchos indicativos genéricos de "aceite vegetal" camuflan su uso), comprende, principalmente, galletas, bollería, helados, chocolates, cereales de desayuno, snacks, margarinas y pan tostado. También lo llevan las comidas precocinadas, las leches infantiles, las pastillas de caldo y las gominolas. Y, fuera del ámbito alimentario, entra en la composición de cosméticos, champús y jabones. Además, tiene una aplicación poco conocida, pero importante: la obtención de biodiésel (representa casi el 20 por ciento del consumo de aceite de palma en Europa) y la producción de electricidad.

El aceite de palma puede ser sustituido por otras grasas vegetales (oliva, girasol, colza) cuyo cultivo no tiene un impacto ambiental tan grave y que son, asimismo, más sanas para el organismo (el de palma es un aceite rico en grasas saturadas y contiene sustancias cancerígenas). El problema es que la producción de esos otros aceites es más cara y, por tanto, menos lucrativa. En todo caso, la condena a los monocultivos de palma aceitera no representa una bula para sus sustitutivos: un estudio de la Junta de Andalucía cifra en 2,6 millones las aves que mueren cada año en los olivares superintensivos andaluces debido a la cosecha mecanizada.

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