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La iglesia de los Habsburgo y del águila bicéfala

Santa María de las Ánimas, el templo nacional de los alemanes en la Ciudad Eterna, destaca por sus coloridos frescos

En la parte superior de la imagen, el vitral de la Santísima Trinidad

Son tantos los templos, basílicas, oratorios que componen la fisonomía de la ciudad de Roma, que resulta casi imposible conocerlos todos.

Visité la basílica de Santa María del Ánima, por pura casualidad. Muchas veces había pasado a su lado, se encuentra muy céntrica, cerquita de Piazza Navona, y nunca se me había ocurrido hacerlo. Pero una noche, al pasar a su lado, un amigo asturiano con el que paseaba, me comentó que la conocía y que le había impresionado la luminosidad de su interior. Al aproximarnos a la puerta y comprobar que, a pesar de la hora, estaba abierta, tuvimos la sensación de que era una invitación para que la conociera, y a pesar de que aquel no era el momento oportuno para apreciar la belleza de la que mi amigo hablaba, entramos en el templo.

Una joven nos aclaró que sólo un día a la semana permanecía abierta hasta las once de la noche, para facilitar unos minutos de oración a todas aquellas personas que durante la jornada no disponían de tiempo y sentían necesidad de orar ante el Santísimo. Nos informó de que ésta es la iglesia nacional, de los alemanes católicos, en Roma.

Aunque el templo no estaba muy iluminado sí pude apreciar el maravilloso colorido de sus frescos y la esbeltez de sus naves.

A la mañana siguiente, con un sol espléndido, acudí a Santa María del Ánima para poder disfrutar y comprobar la claridad resplandeciente del templo de la que me había hablado mi amigo, que en verdad, no había exagerado

Los orígenes de la iglesia se remontan a finales del siglo XIV, tiempo en el que contaba con un edificio anexo destinado al alojamiento de peregrinos holandeses y alemanes.

La construcción actual fue encargada a Andrea Sansovino, quien, en cierta forma, respetó parte del antiguo edificio que había sido construido en estilo gótico, reflejado hoy en la altura de las naves y en el hermoso campanile.

Como es habitual en Roma, la decoración de las iglesias es profusa y muy rica. También suele suceder que el atractivo artístico de las mismas se incremente, al descubrir el legado histórico del que son depositarias.

En Santa María del Ánima lo primero que nos habla del pasado de este edificio, es la representación, en muchos lugares del templo, del águila bicéfala. Águila propia del escudo de los Habsburgo, a partir de Carlos V, que representaba la unión del Sacro Imperio Romano Germánico y la Monarquía Hispánica.

Confieso mi interés por ese momento de la historia ya que está a punto de salir mi último libro sobre Juana de Castilla, con lo cual, mi atención ha sido captada de inmediato, y así recorro con verdadera curiosidad las distintas capillas, comprobando como la tercera de la derecha, la dedicada a san Marcos, es conocida como la de la familia Fugger, los poderosos banqueros alemanes que apoyaron económicamente la elección de Carlos V como emperador.

Esta familia de empresarios y financieros ha sido siempre considerada como una de las precursoras del capitalismo. Medio millón de florines aportaron a la candidatura de Carlos V. Dinero que irían recuperando a través de diversas concesiones de las que se beneficiarían a lo largo de los siglos. Hoy, la capilla aparece decorada con escenas de la vida de la Virgen María, obra de Girolamo Siciolante (il Sermoneta), pero se sabe que inicialmente en ella se podía contemplar "La Sagrada Familia", encargada por los Fugger, a Giulio Romano. Cuadro que ahora se encuentra en el retablo del altar mayor. Un altar mayor, situado en un gran presbiterio, que al lado derecho muestra una importante tumba con una figura yacente. Al acercarme para leer su nombre, no pude disimular la impresión; estaba ante la tumba del papa Adriano VI, el cardenal Adriano, persona de total confianza del emperador Carlos que no dudó en nombrarle gobernador regente de Castilla cuando él hubo de ausentarse. Por la historia conocemos que Adriano supo de forma inteligente, atemperar complicadas situaciones de gobierno.

Era aquel un momento en el que el poder civil influía en el eclesiástico, de ahí que el emperador Carlos presionara utilizando toda su influencia hasta conseguir el solio pontificio para su asesor personal, el cardenal Adriano, que fue nombrado papa en 1522 con el nombre de Adriano VI, tomando posesión el 31 de agosto.

Poco pudo hacer, el cardenal Adriano, al frente de la Iglesia, pues al año de acceder al papado, falleció. Así nos lo recuerda la inscripción en su sepulcro, tallado en mármol, obra de Baldassare Peruzzi.

El papa Adriano VI, elegido en un cónclave al que no asistió, fue el último papa no italiano hasta la llegada de san Juan Pablo II.

Historia, arte, belleza se funden en este recinto sacro, que probablemente debe su nombre; Santa María del Ánima, a la representación que se puede admirar en el tímpano; la Virgen con el niño Jesús y dos figuras desnudas, que imploran arrodilladas ante ellos.

Tres son las naves que conforman el templo acogiendo ocho capillas, todas ellas con ábside y exuberantemente decoradas.

En Santa María del Ánima el arte te envuelve. En cualquier lugar en el que poses la mirada te emocionas, como cuando te fijas en el hermoso "Descendimiento" de Francesco Salviati, en el que según los expertos se mezcla la influencia de la obra de artistas como Miguel Ángel o Rafael, con el manierismo florentino del que Salviati era representante.

La Santísima Trinidad, plasmada en un vitral, al inicio de la cúpula del presbiterio, que semeja una ventana al cielo, es una muestra más de la belleza de esta basílica, que como a veces sucede en la vida, el exterior del edificio, su fachada, no refleja la gran riqueza que se guarda en el interior.

Recomiendo la visita a Santa María del Ánima. Lo hago porque he disfrutado con el arte que atesora y por su significado histórico. Ella fue la iglesia nacional en Roma del Sacro Imperio Romano Germánico.

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