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Jesús Pedro Suárez Fernández, Chus Pedro | Cantautor

“La primera vez que cobré por cantar fue con 3 años, una peseta”

“Empecé a militar en la Liga Comunista Revolucionaria a los 16, lo compaginaba con la música, entonces cantábamos por compromiso ideológico”

Chus Pedro, en el parque de La Laguna, en El Entrego.

No podía haber nacido en otro lugar que no fuese El Entrego, uno de los ventrículos del corazón de la cuenca minera del Nalón. Jesús Pedro Suárez Fernández tiene tanta vida que otros necesitarían unas cuantas para vivirla. Cantautor, empresario, presentador de televisión..., pero, por encima de todo, asegura seguir siendo un guaje. Cuenta esa vida por Skype y en la pantalla muestra fotos, discos, libros, cuadros, muescas de varias décadas. El hombre que fundó “Nuberu” o aquella empresa de venta de pistachos con el original nombre de “PistaChus”; el tipo que sigue cantando a la libertad como lo hacía en las fiestas del PCE antes y después de la legalización de este partido... Silencio, habla Chus Pedro.

 El cantautor, junto a sus amigos Marga Sancho y Helios Pandiella, en 1996, en uno de sus locales de hostelería, El Cafetón, en El Entrego.

El cantautor, junto a sus amigos Marga Sancho y Helios Pandiella, en 1996, en uno de sus locales de hostelería, El Cafetón, en El Entrego. LNE

“El día que nací, nació un capullo”. “Nací en casa, con comadrona, como se nacía de aquella. En la carretera general del barrio del Llaposu, en El Entrego. Siempre digo que ese día nació un capullo porque era 26 de mayo, el mes de las flores, y algún capullo tenía que nacer. El Llaposu no era un barrio al uso, con su plazoleta y esas cosas, era una zona de El Entrego que se llama así. Allí estuvo el cine Colón, donde debuté cantando delante del público con 8 años. En un momento dado el Colón pasó a ser el Madison, la meca del baile, con Pedro Hernández como disc-jockey. Aquel día canté una canción de tuna, “Cuando la aurora tiende su manto / y el firmamento viste de azul…”. Me la había enseñado mi hermana Nenita porque yo tenía los güeyos azules. Canté de pantalón corto, jersey de pico azul, camisa blanca y tarabica, me temblaben les pates. Era la fiesta de fin de curso. Yo estudiaba con las monjas en la Sagrada Familia. Nenita era mi segunda madre, me sacaba 23 años. Tenía otro hermano, Pepín, 26 años mayor que yo, se fue a Sidney (Australia) cuando yo tenía 5 años. Entre los dos, mi padre, que era de bragueta floja, tuvo otro hijo fuera del matrimonio, se llamaba Juan Antuña y para mí siempre ha sido tan hermano como Nenita y Pepín. Pepín murió en el 82 y Nenita en 2011. Con las monjas siempre estuve bien, nunca me sentí incómodo, tengo un grato recuerdo. Mi hermana era cristiana progresista, había estado en la JEC (Juventud Estudiante Católica), en la JOC (Juventud Obrera Cristiana) y luego en la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y siempre me educó en la justicia social. En infantil tenía una monja, sor Daniela, que era la dulzura personificada. Tiene calle en El Entrego. Luego para preparar el ingreso tuve a sor Teresita, que era la rectitud, jugaba al fútbol con los guajes y remataba las faltas pa arriba”.

Chus Pedro en 1980, con 25 años. LNE

“La primera vez que cobré por cantar tenía 3 años”. “Cuando yo era neñu el alcohol hacía estragos en las Cuencas. Mis hermanos le aconsejaron a mi madre que se separara de mi padre, así que yo fui un emigrante en mi propio pueblo. Viví en casa de un primo, Aquilino Cortina, de los 7 a los 14 años, porque vivir en mi casa era insoportable. Aun así, recuerdo que con 3 años, una de las pocas veces que pude salir a la calle con mi padre de la mano, encontramos a un paisano que tenía muches perres. El paisano le dijo que yo cantaría igual de bien que él cuando fuese mayor y mi padre le contestó que yo cantaría mejor. El paisano dijo que si le cantaba una me daba una peseta, que de aquella era la de Dios. Yo escuchaba cantar a mi padre cuando se afeitaba, por Antonio Molina, flamenco, tangos, boleros, de todo. Dominaba todos los palos, y claro, también la asturianada. Le había oído cantar “Tengo de cortar un roble en el altu Cabruñana” y canté esa, no sé de qué manera pero al paisano no le quedó más remedio que darme esa peseta. Siempre digo que mi padre fue mi primer mánager. Pero no acertó en una cosa, en que iba a cantar mejor que él, nunca dominé todos los palos como lo hacía él”. Mi padre se llamaba Gerardo y le llamaban “El paxarín” por lo bien que cantaba. El Entrego era un pueblo que cuando no existía el mestizaje, aquí ya lo practicábamos. A las minas llegaron cazurros, andaluces, extremeños, algunos gallegos, y nos mezclábamos todos. Aquí nadie era extranjero. Pasabas por El Coto, La Vega, Santa Bárbara o El Japón y las paisanas tenían puesto al altu la lleva a Antonio Molina, a Juanito Valderrama. Por las ventanas se escuchaba la música de su tierra natal mientras estaban fregando o haciendo la comida. Yo siempre fui muy mal estudiante porque tenía la música en la cabeza. Después de las monjas fui al instituto de El Entrego pero mi universo personal giraba en torno a la música, era mi vida, gustábame cantar. En las excursiones del instituto cantaba de todo. De aquella los autocares empezaban a tener micrófono y los compañeros me mandaban cantar. Alfredo, el conductor, que era de Sotrondio, me reñía porque no me sabía ninguna letra completa”.

En un tiovivo en “La Selva”, en las fiestas de La Laguna, en El Entrego, en 1962.

En un tiovivo en “La Selva”, en las fiestas de La Laguna, en El Entrego, en 1962. LNE

“En el cuartelillo de La Felguera me dieron una pila de hosties...”. Empecé a militar muy joven, con 16 años, casi 17, en la Liga Comunista Revolucionaria. Todos mis amigos estaban en la Liga o en el PCE. Siempre teníamos unos debates tremendos porque para mí lo de hablar de los sóviets y tal me parecía muy sentimental y una pura utopía. Luego surgió la Junta Democrática y me parecieron mucho más racionales las discusiones del PCE, en el que me metió Benigno Delmiro Coto. Empecé en política por un libro que me puso las pilas, “El mercado y miseria en los zapatos”, de Edward Bellamy y Herbert George. Lo compré con 15 años en la histórica librería Sol de El Entrego que regentaban Yoli y Sol. En el libro se habla de un tipo que vende agua y era algo que no me entraba en la cabeza, yo creía que el agua era gratis. Es curioso, luego fui director comercial de Agua de Cuevas. Tengo una anécdota con la librería Sol. Con 16 años andaba metido en el movimiento estudiantil y fuimos a una manifa a Sama. Me cogieron y me llevaron al cuartelillo de la Felguera, me dieron una pila de hosties... Pues de aquella yo tenía una máquina de escribir, una Olivetti Studio 45 que nos había regalado mi padre. En aquella máquina se escribían muchos panfletos. Cuando me cogió la brigadilla, los sociales de la Guardia Civil, mi hermana quiso hacer desaparecer esa máquina en la que se habían escrito muchas cosas no muy agradables con el sistema. Habló con mucha gente para que la guardase y nadie quiso. Entonces Yoli, la de la librería, le dijo: “Yo te la guardo, pero no me preguntes dónde está hasta que Franco esté muerto”. Pasaron los años y tengo esa máquina en casa, pero no me la devolvió cuando se murió Franco, sino cuando se firmó la Constitución. Me da pudor decir que cuando murió Franco brindé con champán y no con sidra. Me dediqué muy joven a la política, era militante activo. Delmiro Coto me fichó para el PCE en la clandestinidad y me pidió que fuese responsable de organización en la zona de El Entrego. Llegamos a tener 1.156 militantes, nunca se me olvidará la cifra, era una burrada. Abarcábamos hasta La Güeria de Carrocera y Bimenes. El núcleo de militancia más activo eran las minas, pero también el incipiente movimiento asociativo. En El Entrego estaba la asociación La Amistad, integrada por cristianos progresistas, mucha gente del PCE, demócratas independientes, otros de la democracia cristiana y algún socialista que de aquella decían que existían, eran como las meigas, habíalos, pero no los veíamos”.

Chus Pedro en el año 1960, con 5 años, en la playa de San Lorenzo, en Gijón.

Chus Pedro en el año 1960, con 5 años, en la playa de San Lorenzo, en Gijón. LNE

“Canciones de lucha y solidaridad. Panfletos a punta pala”. Manolo (Penayos) y yo nos conocimos en las monjas. La primera vez que subimos juntos al escenario fue en un concurso de folk en las fiestas de La Laguna, cantamos “Agora non” y “Carretera abaxu”. Empezamos con “Camaretá”, antes de ser “Nuberu”. Cantábamos en los ateneos, en los clubes culturales, en las excursiones. Eran canciones de lucha y solidaridad, del mundo de los trabajadores, panfletos a punta pala. El día clave fue la Fiesta de la Culturas en los Maizales (Gijón) en 1976. Cantamos la canción de Aida de la Fuente y la de los fugaos. Aún pertenecíamos a “Camaretá”, un colectivo de gente que militaba en el PCE. En el 78 sacamos el primer disco “Nuberu, Camaretá, Asturies, ayeri y güei”, lleno de contenido ideológico, un canto al mundo solidario y al trabajo. Vendimos 40.000 copias. El segundo, “Atiendi, Asturies, atiendi”, lo sacamos en el 80. Era más acústico y buscábamos reivindicar las señas de identidad de un pequeño país al que unos llaman Asturias y otros llamamos Asturies. Esos dos primeros discos los produjo Víctor Manuel, que era nuestro mentor. Nos habíamos conocido en el 76. Pertenecíamos a un grupo de artistas que colgaba del comité central del PCE y nos reuníamos en Vallecas. Nosotros cantábamos por compromiso ideológico, pero grabar un disco era pura ficción.

Mañana: “De vacaciones en Málaga descubrí los pistachos, volví a Asturias y fundé PistaChus” .

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