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Los nuevos fichajes del Bellas Artes

La pinacoteca regional amplía su colección con una de las adquisiciones de obra nueva más cuantiosas de los últimos años y abre sus puertas a los jóvenes creadores asturianos contemporáneos

El Museo de Bellas Artes de Asturias acaba este año ampliando su colección con nuevos fondos. Su compromiso con el arte asturiano contemporáneo se ha materializado en la adquisición de un generoso paquete de obras, en el que entran en la pinacoteca regional algunos de los artistas asturianos de trayectoria más sólida, más brillante, interesante y de mayor proyección.

Dionisio González (Gijón, 1965), Juan Fernández Álava (Piedras Blancas, 1978), Mónica Dixon (New Jersey, Estados Unidos; 1971), Sandra Paula Fernández (Oviedo, 1972), Breza Cecchini (Oviedo, 1976) y Cristina Ferrández (Alicante, 1974) debutan en la colección del Bellas Artes; Nicolás Muller (Orosháza, Hungría; 1913), Pablo de Lillo (Avilés, 1969), Irma Álvarez Laviada (Gijón, 1978), Natalia Pastor (Pola de Laviana, 1970) y Federico Granell (Cangas del Narcea, 1974) repiten, aunque ya tenían obra en el Museo, pero a día de hoy y en relación con su recorrido artístico, es poco representativa y se consideró necesario actualizarla.

Son en total once artistas, seleccionados por la calidad de su obra y poniendo atención en mantener un equilibrio entre hombres y mujeres, para que ambos géneros estén representados equitativamente. Finalmente, fueron seleccionados cinco hombres y seis mujeres.

Entre ellos hay pintores, escultores y fotógrafos, creadores multidisciplinares, de estilos y con lenguajes muy diversos. El fotógrafo Nicolás Muller, húngaro y asentado en Llanes, en sus últimos años, se desmarca en edad y es el más veterano. Las que no han nacido en Asturias, Mónica Dixon y Cristina Ferrández, tienen estrechos vínculos familiares con la región y trabajan desde ella.

El Museo ha adquirido las obras a cargo de una aportación extraordinaria de la Consejería de Cultura, de algo más de 43.000 euros. El resto, hasta los 71.000 euros que ha invertido en la compra, han corrido a cargo del legado de Aureliano Menéndez, el benefactor gijonés que le dejó en herencia medio millón de euros. Con ellos el Museo ha podido hacer pequeñas adquisiciones de arte asturiano contemporáneo a lo largo de estos últimos años, mejorar sus instalaciones y organizar actividades didácticas.

La donación de Aureliano Menéndez ha dado un respiro al Museo, que lleva desde 2011 sin dotación para el capítulo 6 de su presupuesto, el dedicado a la adquisición de obra nueva. Para el director del Bellas Artes, Alfonso Palacio, esa es una obsesión. Dotar a la institución de un presupuesto más generoso, que permita ampliar y actualizar sus fondos, forma parte de un mantra personal que se completa con aumentar el personal del Museo y finalizar la reforma de su sede.

Económicamente la compra de este año está a la altura de las que se han ido haciendo con el dinero que legó Aureliano Menéndez desde 2013, incorporando un par de obras anuales, de los artistas que el Museo selecciona para que presenten sus proyectos personales en sus salas. “Cuantitativamente es la más importante”, afirma el director del Bellas Artes, por el número de artistas, algunos a través de sus galerías, a los que ha dado entrada en su colección.

2021 ha sido un año fructífero para el Bellas Artes, pese al cierre de puertas al que la emergencia sanitaria le ha obligado en varios periodos del año. Además de la incorporación de nueva obra, ha ampliado su catálogo editorial. Esta semana Ricardo Menéndez Salmón presentó “Este pueblo silencioso. Las manos en el Museo de Bellas Artes de Asturias” y la que viene se presentará la primera guía del Museo. Además, la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes ha consolidado su actividad, pese a las limitaciones que imponen las circunstancias, y no cesa de incorporar nuevos socios.

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