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Cinco asturianos desvelan sus planes de esperanza en el año de las vacunas

El rastro del covid-19, sus secuelas y sus incertidumbres marcan la expectativa de regreso a una vida normal

Cinco personas con grandes objetivos para 2021.

Se fue 2020 con el peor balance y nuestros peores deseos de que se fuera a la mierda, como repitieron tantas felicitaciones de año nuevo. El covid 19 que trajo el año 20 sigue en el 21 con sus curvas de contagios, sus enfermos en UCI, sus secuelas y muertes, su tercera ola, su cepa inglesa... pero esta vez con vacunas para todos, empezando por los más vulnerables. El año que empieza mezcla el cansancio con la esperanza, la mascarilla con la jeringuilla, las medidas de restricción con la campaña de vacunación.

Katalin Kariko, la bioquímica húngara que dedicó 40 años a investigar sobre los tratamientos y vacunas basados en la molécula del ARN, la que usan las de Moderna y BioNtech contra el coronavirus, cree que en verano podremos regresar a la vida normal. Quedan seis meses. Un cálculo optimista para otros expertos.

Con más conocimiento sobre el coronavirus, más protección contra su contagio y vacunas que inmunicen, 2021 no será igual a 2020 respecto a la pandemia y, aun con riesgo de interrupciones por restricciones y confinamientos, hay planes concretos que van más allá de ese “la vida debe continuar” que mantiene activa a la especie desde sus inicios. Hay objetivos concretos y también planes, marcados por el covid, pensados contra el covid, en marcha pese al covid.

“Siglo XXI” de LA NUEVA ESPAÑA ha preguntado a cinco personas por sus objetivos fuertes para el año que estrenamos.

La jugadora de hockey gijonesa María López centra sus esfuerzos en los Juegos Olímpicos de Tokio, acaso su última convocatoria.

Abelardo Margolles, científico del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, ultima investigaciones sobre sidra y queso, productos que saben a Principado, en concreto, con sus respectivos descartes, la magaya y el suero, para que se conviertan en herramientas de mejora intestinal.

El cocinero parragués Nacho Manzano planea para el 1 de septiembre su mayor desafío empresarial y gastronómico, demorado por la pandemia, en el Vasco de Oviedo, un complejo hostelero para ser referencia en la región y fuera.

La cantante ovetense Cristina del Valle prepara la recuperación de “Amistades Peligrosas” con Alberto Comesaña, nuevo disco y gira después de treinta años de enemistad y heridas que la pandemia empezó a sanar.

El habanero Rasiel Fabra Torrelles, que llegó a Gijón escapando del acoso político al que le sometió el régimen cubano por creer que la apertura económica equivalía a la libertad política, se integra en la ciudad en la que se forma para encontrar un trabajo y en la que quiere una vida con tranquilidad, sin miedos distintos que los que pueda tener cualquier otro vecino.

Son objetivos vacunados de espanto.

María López | Deportista olímpica

Disfrutar de Tokio antes de abrir una nueva etapa personal

A punto de cumplir 31 años, la capitana de la selección de hockey se plantea iniciar su vida laboral tras los Juegos

María López. MARCOS LEÓN

Mario D. BRAÑA

-María López García (Gijón, 16 de febrero de 1990) empieza 2021 como inició 2020, con los Juegos Olímpicos de Tokio entre ceja y ceja. María López es la capitana de la selección española de hockey hierba y, a diferencia de un buen puñado de deportistas y equipos, ya tiene el pasaporte olímpico. Otra cosa es que, tal como está la situación sanitaria en el mundo, pueda dar por seguro que en agosto vivirá su segunda experiencia olímpica.

Deportes como el hockey, con nula cuota mediática para competiciones nacionales y mínima en Europeos o Mundiales, solo son visibles cada cuatro años. “Cuando eres pequeña, tu sueño es ir a unos Juegos”, reconoce María. “Me habían dicho que cuando se acaban estás agotada física y mentalmente. Pero cuando volví de Río de Janeiro, solo pensé que todavía faltaban cuatro años para Tokio. Qué ganas tengo de que lleguen”.

Para María López, 2020 fue un año de contrastes. Tras asegurar la clasificación para Tokio en el torneo preolímpico, llegó la pandemia y el parón total. El aplazamiento de los Juegos no fue lo peor que le pudo pasar: “Me afecta más la incertidumbre en la que vive la sociedad en general, pensar que puedes dar positivo aunque te cuides las 24 horas del día”.

Las restricciones fueron el mejor termómetro de la nula visibilidad del hockey y de una de sus caras más conocidas en España. Pero no en Gijón. Como deportista de élite, María López salió a correr por el Muro el primer día que lo permitió el BOE tras el confinamiento. Junto a la Escalerona la pararon dos policías que habían recibido la denuncia de una señora que paseaba amparada en el turno de su grupo de edad.

“Aunque siga jugando al hockey y con la selección, quiero buscar algún trabajo relacionado con lo que he estudiado, Económicas”

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Ocho meses después, María se lo toma a risa, pero el coronavirus tiene otras consecuencias más serias: “Todo esto afecta, aunque a nivel personal y deportivo ya tengo cierta experiencia. Físicamente no estoy tan bien como el año pasado a estas alturas, pero sí puedo decir que estoy en un buen momento general”. Y aclara que, pese a sus años en la élite y la capitanía, tendrá que ganarse el puesto: “Estamos entrenando 34 jugadoras y la lista final para Tokio será de 16. Así que hay que estar al cien por ciento”.

Soltera, “con novio”, aclara, María López no tiene “nada especial” entre sus objetivos personales para 2021, aunque a punto de cumplir los 31 años sí cree que está ante un punto de inflexión en su vida: “Después de los Juegos, aunque siga jugando al hockey y con la selección, sí me planteo buscar alguna salida laboral relacionada con lo que he estudiado, que pueda compaginar con el deporte. Acabé Económicas, hice un máster en Gestión Deportiva y ahora estoy cursando un MBA”.  

Abelardo Margolles | Científico

El reto de sacar partido a los residuos de la sidra y el queso

En una etapa de madurez, el investigador maliayés dirige un relevante proyecto del ámbito agroalimentario 

Abelardo Margolles. MARCOS LEÓN

Pablo ÁLVAREZ

-El objetivo que tenemos planteado se centra en sacar partido a residuos agroalimentarios que Asturias produce a gran escala y que, de manera habitual, no aportan valor económico.

Abelardo Margolles Barros (Villaviciosa, 1968) y el equipo MicroHealth del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA) tienen entre manos una ambiciosa investigación de escala europea, “proyecto Master”, que incide en “uno de los grandes patrimonios de Asturias: la industria agroalimentaria”. La vertiente asturiana se basa en dos palabras que designan la entraña natural del Principado: sidra y queso. Iniciado en 2019, debe alcanzar su velocidad de crucero a lo largo de este año.

El científico maliayés estudió Farmacia en Santiago de Compostela. Realizó la tesis doctoral en el IPLA, emplazado en Villaviciosa y perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Una estancia en la Universidad de Groningen (Holanda) “me permitió saber cómo funciona un centro de investigación de alto nivel y me abrió los ojos a sectores de la ciencia con los que nunca había tenido contacto”.

Margolles acepta el protagonismo personal subrayando que “en ciencia el equipo lo es todo”. Y este equipo, en colaboración con otras instituciones asturianas (Serida y la Asociación de Queseros Artesanos del Principado, entre otros), lleva adelante dos líneas de trabajo integradas en un mismo proyecto de ámbito europeo. Una se basa en el suero que surge de la elaboración del queso. La otra, en la magaya que se descarta durante la producción de la sidra. Se trata, en ambos casos, de materia llamada al descarte. Sin embargo, sometida a un adecuado proceso de I+D+i puede convertirse, por una parte, en herramientas para mejorar la salud intestinal, en forma de nuevos alimentos funcionales y prebióticos, y, por otra, en nuevos métodos de análisis para la industria láctea que permitan optimizar la calidad y la seguridad de sus productos.

“Nuestro objetivo se centra en sacar partido a residuos agroalimentarios que de manera habitual no aportan valor económico”

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Casado y padre de dos hijos, lleva 20 años como miembro estable de la plantilla del IPLA, donde ha ejercido como investigador principal en más de una decena de proyectos. El año que acaba de comenzar también será importante para la vertiente institucional del IPLA: mañana, lunes, se colocará la primera piedra de la nueva sede en un terreno anexo al Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar), en La Corredoria (Oviedo).

-¿En qué momento de la vida se siente con 52 años?

-En ciencia, no resulta fácil definir las fronteras entre joven, adulto y viejo; en eso ni me meto. Lo que sí puedo decir, desde el punto de vista del científico, es que las ideas brillantes en nuestro mundo las tienen los jóvenes, pero la experiencia y la visión de conjunto para abordar ciertos desafíos de envergadura la tienen los veteranos. Quiero creer que estoy en una etapa intermedia, de cierta madurez científica, aunque todavía me queda mucho por aprender y enseñar.

Nacho Manzano | Cocinero y empresario

Abrir el ágora gastronómica de Oviedo que paró la pandemia 

A los 50 años, joven y con experiencia, pensaba levantar el pie, pero la propuesta de El Vasco le ilusiona por aportar más

Nacho Manzano. LUISMA MURIAS

 Javier CUERVO

-Cincuenta años es muy buena edad para el cocinero: eres joven pero tienes sabiduría. Como cocinero conseguí más de lo que pensé nunca. Creía que debía levantar el pie, pero me embarco en El Vasco para aportar un chorretón de aire fresco. Me hace una ilusión tremenda cuando paso por delante con el coche. No me hace falta por hambre profesional, pero, humildemente, creo que puedo aportar. En Asturias, respecto a mi gremio, lo mejor está por llegar. Oviedo necesita que le pasen cosas.

Nacho Manzano (La Salgar, Parres, 1971) empezó en Casa Marcial a los 22 años. A los 27 consiguió su primera estrella Michelin y a los 38 la segunda. A los 33 abrió La Salgar en Gijón, que a los 42 sacó estrella Michelin. Ese año abrió Gloria en Oviedo.

Con El Vasco se refiere a un ágora gastronómica de más de 1.500 metros cuadrados con gradas, mesas, sillas, dos barras, dos cocinas en vivo y diversos puestos de comida, un restaurante convencional con capacidad para 120 comensales y otro de cocina de vanguardia para 20 comensales, NM. Habrá comida rápida, asturiana, verde, de fusión, italiana y de producto (carne y pescado) de 15 a 50 euros por cabeza. NM será más caro. Tiene tres socios con los que conectó muy bien cuando le hicieron la propuesta en octubre de 2019.

-Debería haber abierto en mayo pasado, pero lo impidió la pandemia. Será un espacio moderno para que convivan distintos tipos de sociedad en un interior guapo. 

La pandemia fue dura y útil.

“Esperamos abrir el 1 de septiembre con una situación sociosanitaria más optimista; Oviedo necesita que le pasen cosas y en Asturias lo mejor está por llegar”

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-Fue un bofetón para nuestra actividad, pero en Casa Marcial batimos el récord de afluencia de la última década. De marzo a mayo hicimos un máster de gestión en el que lo que planificabas hoy mañana no valía, pero la parada me vino muy bien anímicamente. La pasamos en El Molín de Mingo, en Peruyes, el negocio de Dulce, mi mujer, un restaurante familiar de éxito, lejos del ruido. Disfruté más de mi hija Julia, de 13 años, caminé, vi un mayo increíble, cociné mucho y cargué pilas. Dormí mejor que con los locales abiertos.

La nueva fecha es el 1 de septiembre. 

-De aquí a julio se verá cómo evoluciona la vacuna. Hay que abrir con una situación sanitaria y social más optimista. La idea inicial era acoger a 400 personas. Ahora esperamos llegar a ese aforo en dos años. A pleno rendimiento, tendrá 50 empleados.

Después del covid, Nacho Manzano sacó cajas con los platos artesanales más tradicionales envasados al vacío para calentar en casa al baño María y, en verano, abrió un hotel en Piloña, con finca de 20 hectáreas, dos molinos, río, en la falda del Sueve donde su mujer y él quieren tener un restaurante sostenible con la cocina vinculada al 90% de lo que puedan producir allí. 

Cristina del Valle | Cantante

El fin a la guerra de los 30 años de “Amistades Peligrosas”

Cristina del Valle y Alberto Comesaña se reconcilian, sacarán disco y girarán por España y América

Cristina del Valle. ÁNGEL GONZÁLEZ

David ORIHUELA

-Ha llegado el momento de convertir el conflicto en oportunidad, de sanar heridas que llevaban años. Cuando has vivido algo tan intenso y tan profundo con alguien, no puedes borrar a esa persona de tu vida. La pandemia nos ha servido para colocar cosas en su sitio. Lo hemos pasado mal, pero nos ha hecho reflexionar.

Cristina del Valle (Oviedo, 1 de agosto de 1960) habla así de la vuelta de “Amistades Peligrosas”, el dúo que formaba con Alberto Comesaña, uno de los más exitosos del pop español de los 90. Cristina y Alberto llevaban prácticamente 30 años sin hablarse y el mes que viene verá la luz un nuevo single, “Alto el fuego”. El título lo deja claro. Después vendrá disco y gira de reconciliación, esta vez con el público. 

-Alberto y yo nos conocimos en una fiesta de Fin de Año. Era 1988 y fue una noche histórica en la que estaban “Nacha Pop”, “Los Secretos”, “La Unión”... todos. El Comesaña me declaró su amor y al día siguiente estábamos cogiendo un tren para que se viniese a vivir a mi casa de Madrid. 

La relación personal se convirtió en relación profesional de enorme éxito, tanto que fue imposible de digerir y “Amistades” se separó en 1998.

-El éxito se llevó por delante la relación personal. Llegamos a un punto en el que para grabar las canciones de “Amistades” cada uno grababa en un estudio distinto y con músicos distintos. Así salieron canciones tan distintas como “Africanos en Madrid” o “Estoy por ti”.

“La pandemia ha sido fundamental para sanar heridas, para convertir un conflicto en una oportunidad y preparar en secreto el regreso del grupo”

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No se soportaban, no se podían ni ver y ninguno de los dos quiso saber nada del otro durante décadas. Pero ahora ha llegado el momento.

-La pandemia fue fundamental para volver a unirnos. Todo había empezado año y medio antes, cuando Alberto presentó su disco “En shock” y me invitó a cantar con él. Empezamos a conversar para sanar. Me mandó una canción y me propuso que fuese la de la reconciliación. Con la desescalada nos montaron una encerrona para que nos encontrásemos en un concierto de “Los Mastodontes” en Ifema. Estuvimos hablando hasta las cuatro de la madrugada. Empezamos a conspirar sin que nadie supiera nada, a vernos en la clandestinidad para preparar la vuelta. Bromeamos diciendo que después de la guerra de los 30 años llega el “Alto el fuego”. 

Otro gran sueño para este 2021, un sueño alcanzable si la pandemia lo permite, es hacer una gira por América. En los 90 tenían tantos compromisos en España que no pudieron hacer las Américas en condiciones.  

-Sacaremos el single y luego el disco con los grandes éxitos de “Amistades”, los hemos remasterizado pero no son nuevas versiones. Queremos que las nuevas generaciones conozcan esas canciones. Haremos gira por España y queremos ir a América. Teníamos que estar ahora en Los Ángeles, Miami y Chicago, pero habrá que esperar.

Rasiel Fabra Torrelles | Cubano sin papeles

Seguir en España para sentirse libre, bien y tranquilo

Dejó La Habana acosado políticamente porque confundió la apertura económica del sistema con la libre expresión 

Rasiel Fabra Torrelles. MARCOS LEÓN.

Javier CUERVO

-El 30 de enero renuevo mi tarjeta de estancia. A los cubanos, a diferencia de los venezolanos, no se nos reconoce la situación de crisis ni se nos da asilo. La repatriación es una opción, pero en Cuba soy un desertor. Si me deniegan el asilo, deberé salir de España en 20 días. Podré recurrirlo, pero vendrá. Cada noche sueño con eso. Lo más importante para mí es pegar la cabeza a la almohada sin miedo y ahora me siento libre y bien, estoy tranquilo aunque no sea totalmente feliz. Solicitaría asilo en otro lugar de Europa.  

Rasiel Fabra Torrelles (La Habana, 1982), técnico en electrónica, trabajó en los talleres de servicios de Siemens en La Habana hasta finales de 2015. Entonces empezó la apertura de negocios privados y dejó de trabajar para el Estado, que da seguridad pero no dinero, y se fue de gerente al estupendo bar de un amigo en El Vedado. Ganó dinero, pero se confundió con la apertura del sistema: identificó la propiedad privada con la libre expresión, dijo a las chicas del Comité de Defensa de la Revolución que no votaría en el referéndum constitucional y fue borde con el hombre mayor que, por las buenas, le pedía que “se integrase como buen revolucionario”. Empezaron a acosarle, a registrarle al salir del trabajo, a decir que su antihistamínico para la alergia era droga para robar a los clientes del restaurante, a detenerle, por “error”.

-Perdí peso, dejé de salir de casa por no comprometer a mis amigos. Debía salir.

Su padre vivía en Florida desde hacía nueve años, pero Donald Trump estaba contra la reunificación familiar de emigrantes. 

“Tengo fe en que la vacuna cambie las cosas, formación profesional, educación y ganas de integrarme, pero mi sueño es ir a EE UU con mi familia”

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-Logré visa de turista en la Embajada de Austria, planifiqué el viaje a Viena y en la escala en Madrid, el 17 de septiembre de 2019, me sentí fuera de peligro y sabiendo el idioma. Un amigo me había hablado de Gijón como ciudad segura y compré un boleto de Alsa para el día siguiente. Mi amigo me dio dos meses de sofá.

Solicitó asilo. A los 6 meses deberían haberle dado el número de identificación que le permitía trabajar, pero llegó la pandemia. Acabó sus ahorros. Su padre dejó de enviar dinero porque el covid le hizo perder el trabajo. El abril, con deudas y sin comida, contactó con Cruz Roja. 

-Sin pandemia sería camarero, lo que hice dos meses y por lo que tengo algún dinero. Como de Cáritas, hago chollos, pago 300 por una habitación, todo incluido, en El Llano. Hago un curso de técnico en equipos de microinformática, mi trabajo y mi hobby, en Fundación Metales hasta el 29 de marzo. De 2021 le guardo fe a la vacuna y que en 5 meses las cosas empiecen a cambiar. Tengo fe de que se mire de otra manera a los que vinimos aquí porque no teníamos otra opción. Tengo formación profesional, educación y vengo a integrarme. Quisiera quedarme, pero mi sueño es ir a EE UU con mi familia.

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