El fotógrafo gijonés Jesús Miguel Muel de Dios, colaborador habitual de LA NUEVA ESPAÑA en la sección “Muelología”, publicará el próximo mes de marzo su libro “Sinécdoque”, un espectacular trabajo fotográfico realizado durante el confinamiento de la primavera de 2020, del que LA NUEVA ESPAÑA ofrece un pequeño adelanto.
En este volumen Muel de Dios retrató a casi 300 asturianos que en aquellos duros días de encierro se encargaron de que la sociedad asturiana pudiera seguir funcionando y luchando contra la expansión del coronavirus. Una sinécdoque es una figura retórica consistente en aludir al todo mencionando sólo una parte, o hablar de lo abstracto mencionando lo concreto, o citar al singular por lo plural... Y esto es precisamente lo que hace Muel de Dios con esta serie de retratos: fotografía a una parte para hablar del todo. La parte son los profesionales considerados “esenciales” durante el confinamiento y el todo es la sociedad protagonista de una lucha colectiva contra el golpe de una enfermedad que se ha llevado por delante tantas vidas como haciendas.
Cuando el Gobierno de España declaró, el 14 de marzo de 2020, el estado de alarma y dictó el confinamiento de todo el país, Muel de Dios se encontró con que más allá de la puerta de su casa se estaba desarrollando algo parecido al fin del mundo mientras que él tenía la cámara metida en la mochila.
¿Qué hacer entonces? No se iba a perdonar jamás no haber salido a retratar todo lo que estaba pasando. Así que se puso manos a la obra.
A lo largo de abril, mayo y junio, Muel de Dios recorrió Asturias fotografiando a todos los que se estaban encargando de que, en semejante situación, a nadie le faltase de nada. Ante su objetivo pasaron transportistas, empleados de las cadenas de alimentación, los militares que salieron a desinfectar las ciudades, los policías que velaban por el cumplimiento de las medidas diseñadas para frenar al virus… y, especialmente, los profesionales de la medicina de la que en aquellos momentos se enfrentaban a la mayor emergencia sanitaria que había sufrido España desde aquella gripe de 1918 que injustamente pasó a la historia con el apellido de “española”.
Muel acompañó a todos los que, aquellos días extraños, estaban sosteniendo a la sociedad. Los retrató en aquel preciso instante con un gran angular, manteniendo la distancia de seguridad. Aparecen con mascarilla, inmersos en el medio en que estaban trabajando: hospitales, supermercados, residencias geriátricas, almacenes, granjas, redacciones de periódicos… En sus ojos se ve hasta qué punto el mundo se había puesto patas arriba y ellos estaban intentando hacerlo volver a su ser.
Pero el retrato que Muel quería hacer de cada uno de ellos era doble. Pasadas aquellas semanas de emergencia, cuando ya todos pudimos salir a la calle, este fotógrafo gijonés volvió a encontrarse con todos y cada uno de sus personajes. Esta vez los retrató sin mascarilla, en su estudio de Gijón. Envueltos solo por una cálida penumbra. Volvió a mirarlos con un objetivo de 50 milímetros, el más parecido al ojo humano. Con esa lente trataba de mostrar, hablándoles de tú a tú, quién integraba realmente esa legión de enmascarados que tanto trabajaron para mantenerlo todo en pie. En ese segundo retrato, los que habían estado en el ojo del huracán y habían logrado salir, y sacarnos también a todos, respiraban con un punto de alivio. Aunque no del todo. Porque la pandemia aún daría, por desgracia, mucho más de sí.
Pero allí estaba el documento, allí había quedado fijado para siempre el momento definitivo, la sinécdoque visual donde se concentraban todas las emociones, miedos, esperanzas y esfuerzos de los días más extraños que hayan vivido los españoles en este siglo XXI. Allí estaba la parte que hablaba por el todo, la selecta parte de hombres y mujeres que representaban a los millones de personas que tuvieron que afrontar la molesta visita de un microbio invisible, diminuto, pero con el extraño poder de reventar todas las costuras del sistema socioeconómico levantado por un ser humano que siempre se vanaglorió de su invencibilidad.