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21·03·21 | 04:00
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Ver noticias guardadasY en la casa, de pronto, hay una habitación que falta, que nadie encontrará porque no existe aunque ayer mismo estaba ahí y su puerta se abría sin cautelas, con el aire de los automatismos. Entrábamos y salíamos, así de fácil, y el ritual de los encuentros era un modo de hacernos más veraces, como viejos actores. Ahora buscamos esa habitación en sueños, en el recuerdo infiel, pero no está. La niebla la borró de este mundo y cuelga en el vacío de sí misma. Nos descuidamos un instante y no está, cayó muy lejos, al otro lado de esta voz. Entrábamos y salíamos sin darnos cuenta del peligro. De pronto, entre nosotros, la muerte se movió a placer, sin señal de advertencia, sin huella delatora: casa tomada.
Fuiste buzo o astronauta de regiones ignotas. Ahora, recién llegado de una burbuja de oxígeno, vuelves a amasar con tus manos la luz de la tierra. Lázaro renacido del espejismo y del artificio para que la vida pueda enfrentarse de nuevo a su fracaso.
A veces me bunkerizo, me protejo por dentro como hacen las postillas sobre la carne abierta, me envaso al vacío y finjo que ha cesado, dentro de mi cabeza, el bombardeo. Es más fácil, lo admito, desde esta cobardía subterránea, ignorar los escombros, el ruido quejumbroso de allá afuera, ceder al autoengaño, creerme, en cualquier caso, cuando afirmo que el fin, sea el que sea, justifica los/mis miedos
No tengas razón Aprende el alfabeto de la azada El que dice: perdonadme se arranca los demonios Si no pones dos mejillas, pon una Si no pones una, aguanta el golpe Si no aguantas el golpe, hazle un caldo al enfermo
esa luz que viene de arriba y estos días yo también miro el rosal conversaciones de pájaros como cambio presta atención acepta acepta
Un enantes y un dempués. Dalgo s’esmorona nas aceras de los días La calle nun yía la mesma. Agora, más que nunca, úrxeme contemplar el firmamentu. Dos estrel.las de l.luz eterna il.luminan los mious días en ruinas.
Hace muchos siglos, casi al principio de todo, cuando el peligro tenía a menudo forma de fiera y no nos creíamos aún más poderosos que los dioses, encontrarse de nuevo era un milagro suficiente. Ocurrió entonces que en todos los idiomas se inventaron palabras que decían alabados los ojos que te miran, bienaventurados los caminos que te traen de vuelta. Decir me alegro de verte no era entonces una forma de hablar. Sigue habiendo lugares, coyunturas, donde esto se comprende. En la guerra y el exilio el saludo es una celebración sincera. Cuando estrechamos las manos en los tanatorios lo hacemos de verdad. Porque seguir en pie es una suerte para nada despreciable, haya memoria del asombro en las costumbres del encuentro: Decir buenos días y que suene a buen deseo. Abrazar fuerte, porque quién no está regresando de algún viaje. Decir qué tal y quedarnos a escuchar qué nos responden. y quedarnos a escuchar qué nos responden.
Quixera volver a los noventa y comprar un melón solo pa fumar volver a los ochenta volver al úteru nun tar ni en proyectu si yo yá fui’l mio bisgüelu Varisto ciegu de sidra en 1952 fui Cristo, un neandertal llevanté los castros cuantayá y roblé con Roma la rendición volé Babel y ellí cavé un pozu onde dexé escrito nun papel pequeñu que’l negru ye un color y non l’ausencia d’ello y la ballena un pexe y como tal vive invento la democracia y la bombilla que nun funde adáptome a los ciclos y soi jipi nel solsticiu y quinqui d’equinociu siempre igual y siempre güei pulgando la cebolla capa a capa como buscando una piel propia.
[…] El mundo sería sin límites y eterno, pero nuestro tiempo en la tierra sería limitado y remoto, inexplorable por el sentido humano, que quedaría relegado a un portal, a un rellano, al asiento trasero de un coche, a esperar atadas a la puerta de una tienda, a una farola en la noche, y es que oír el ladrido de un perro como un eco lejano reverberando en las calles vacías es uno de los sonidos más tristes de la domesticidad humana. Seríamos pues animales domésticos o animales de caza, con un destino concreto y materializado en cada segundo de nuestras vidas. La tercera opción, ser un animal sin código, sin hogar, sin propósito, abandonado, era el eco del fracaso de la pareja y su domesticidad, un sonido triste y nuevo porque anunciaba una vida corta y solitaria. Pero la respuesta, se decía a sí misma, no podía pasar necesariamente por el confinamiento y el adoctrinamiento de las perras. Además, entendió más adelante, los perros no entienden las relaciones en términos humanos, en términos de que bailar solo bailan dos; porque estar aquí y estar caliente y tener un techo y un calor y alguien que te limpie los ojos es amor y múltiple su cuerpo: es sentir el amor en la piel de la cara. […]
Si quisieras, hoy que la luz de la mañana entra en casa mansa como un regato que se pierde en la pradera del día, venir a cortar el pan. Si quisieras, ahora que el tiempo parece detenido como calima de agosto sostenida en el silencio, venir a decirme: por aquí. Si quisieras, cuando los remeros avanzan por el río dejando una estela que se prolonga hacia el futuro, venir. Si tan solo quisieras...
mirada muda es expresión que viene de una quietud, en la niñez había, el animal la tiene, muda mirada no pide, fija transparencia del ojo armario de cuatro cuerpos de madera pulida un volumen sin brillo ojo desnudo y mudo nada pide, la congoja de ver el ojo y ser ojo y nada poder hacer
No era exactamente lo de hacer lo correcto, ni que la vida, bien administrada, fuera maravillosa. Por el camino se quedaron muchos, distraídos, leyendo los carteles. Y tuvieron más suerte. Seguro que la vida era maravillosa. Pero andamos y andamos y este camino no se acaba nunca.
He heredado el pavor de la pobreza, niño de la bonanza, y por eso hoy me muerde una certeza: ¿mi país ha proscrito la esperanza? Viven sus hijos en la malandanza, maldecidos de cáncer y maleza, porque ya no hay crianza en su corteza. Y el ser pocos y lejos y morirnos de no saber si viejos en algún valle lluvia de hulla y triste. Mi Asturias “de bravura”, ya solamente en qué literatura: ¿sigues tú siendo, yo que sé que fuiste?
Si un día despertara sin palabras, moriría de hambre o de tristeza. No tengo nada más: la inútil vocación de pensar y explicar lo que he pensado.
Si’l silenciu, cuantayá arrampuñáu, los páxaros recobraron; si les cares, n’éstasis facial robáu, actúen n’escenarios que nunca abren el telón; si Ariadna malapenes s’enfota nel feble filu, namás l’airón de la desmemoria acabare con too.
No pertenecerá no durará en el vívido parpadeo y abundancia de su luz el nombre de la estrella cuyo resplandor atrae y habla- no pertenecerá no durará ahora y en la hora ahora y en la hora de su remota firmeza y nuestra débil latencia.
Voy acarreando el peso de las nubes que están sobre mi vida a la intemperie, voy con lentitud por los bosques invernales, mece el viento mi luenga barba blanca y hace que vuele mi sombrero y las verdades eternas que en él se encontraban agazapadas. Soy un benevolente ermitaño bajo la frondosidad vegetal, mis pulmones se expanden al respirar el aire de la tormenta mientras se acuesta el sol y relampaguean las luciérnagas.
No amaré ya jamás como allí amé el tacto de aquel guante con sus dedos de plástico. Las manos que sin manos se acercaban a mí. Las cosas no serán la misma cosa, la piel no será ya la piel, ni el desnudo el desnudo. Habrá que comenzar a desvestirse por el botón del miedo. Nosotros no seremos los mismos, los otros no serán ya los otros, el amor no será ya el amor, será sólo el amar, y será más. No habrá piel, habrá carne jugándose la vida
No sé si vivo. Pasaron muchos años en estos días.
TU recuerdo otorga peso a todo aquello que aún vibra más allá del aire: la estremecida nana de los camiones en la noche, el secreto dulzor de la saliva al morder una cereza, tu voz desgranando el eco de los vivos y los muertos, como quien eleva al cielo una plegaria o un rezo; mi infancia que hoy perdura, cobijada entre tus brazos, desafiando al tiempo.
La flor de la pomar clama en la primavera y su aullido es afónico. Un silencio con pájaros anida en nuestros miedos y en las ramas quebradas de los parques y bosques cuelgan cuerdas inútiles. Insuficiente estiércol el de esta temporada para abonar la hacienda reservada a los tejos, verdes y criminales. Tampoco los cipreses, con su broza mortal, prolongarán la sombra para ofrecer reposo a los huesos en cúmulo.
Duerme; la noche brinda el misterioso amor que con brazos de sombra te acoge ahora en su seno, mientras miran por ti los mil ojos del cielo y las horas procuran el regreso del sol.
Porque la sed revive en tus huesos: ausentes ya las formas verbales a las que estás acostumbrada. La memoria como una manada de lobas te grita, urgente, que sigues viva. Aproximar la boca, recibir el veneno, aprender a convivir con las múltiples formas de los verbos amar, perder, doler. La piel anuncia que la muerte se asoma pero la vida palpita y penetra, más profunda.
Tú, que reclamas quietud, conocerás otras vidas, erigirás nuevos ídolos y serás engullida por la cárcel del silencio. Y entonces, enjaulada, añorarás los trinos ensordecedores de los pájaros.
No voy a volver a salir, no pienso salir nunca más, me quedaré en mi barrio, en mi casa, en mi cuarto, en la penumbra gris, bajo la manta. No voy a volver a salir no pienso salir nunca más, estaré aquí, en silencio, oiré el rumor del mundo a través de la persiana, oiré voces y pisadas en el pasillo, tras la puerta. No voy a volver a salir, no pienso salir nunca más, permaneceré dentro, palpando las sombras, estudiando la cartografía de este cuarto como un cartógrafo del miedo.
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