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Guía para disfrutar del Principado

Veinte pistas para recorrer Asturias sin pillar el coronavirus

Lagos, acantilados, cascadas y valles encantadores y encantados esperan a quien quiera airearse, caminar y estar de vueltaen casa antes de la hora del toque de queda

Vista aérea de los acantilados de Cabo Busto. MRW Fotografia Aérea

Los acantilados de Cabo Busto (Valdés)

Si el buen tiempo acompaña y no sopla el viento de forma peligrosa, en cuyo caso se desaconseja, la ruta circular del Cabo Busto, en el concejo de Valdés, es sencilla, gratificante e ideal para ir en familia, además de ser de una belleza abrumadora. Consta de unos siete kilómetros. Parte de las antiguas escuelas. En el trayecto se va descubriendo, por ejemplo, el mirador sobre la playa de Cueva, para continuar luego un descenso entre pinares que se agradece en un día de calor. El indicador de la playa del Bozo, de cantos rodados, sale al encuentro del viajero. Si se continúa adelante se llega al área recreativa Monte de Cabo, junto al faro. La senda sigue bordeando el mar con diferentes miradores hasta finalizar, de regreso de nuevo, al centro del pueblo, donde existe, además, una pastelería “con encanto” singular en la que Jonathan González realiza obras de arte con sus pasteles. Niños y mayores gozarán aquí.

Una turista atraviesa un estrecho paso en As Covas. Ana Paz Paredes

As Covas de Andía, la escultura del bosque

El concejo de El Franco tiene entre sus rincones con más atractivo el monumento natural de As Covas de Andía, que, sin duda, hay que visitar con guía. Se llega allí tomando desde La Caridad la carretera que lleva hasta Arancedo y desde allí la FR-6 hasta poco antes del pueblo de La Andina. Necesario llevar buen calzado, pues, aun en verano, puede haber alguna pequeña zona con barro. El recorrido transcurre por un bosque donde la explotación minera de los romanos, a la búsqueda siempre del codiciado oro, esculpió curiosas formas en las rocas, con cortados de un centenar de metros de desnivel debido a su forma de extraer el mineral. A lo largo de los siglos se formaron curiosas oquedades junto con cuevas y galerías que convierten su recorrido en una auténtica aventura. También en esta zona se tiene constancia de la existencia de caleros. La gente de la zona lo conoce como “el valle feliz”. 

Mesas asomadas al río Navia en el área recreativa. Ana Paz Paredes

El área recreativa de Castrillón, en Boal 

Para los que gustan de pasar el día en el medio natural existen numerosas áreas recreativas donde es un lujo olvidarse, por unas horas, del mundo. Una de gran belleza es la de Castrillón, en el concejo de Boal, asomada al río donde suelen verse atadas algunas barcas, con zonas de descanso en medio del bosque que son un auténtico lujo. Justo frente a la misma se inicia la ruta de los Miradores del Navia, también circular, que tiene cerca de 11 kilómetros y de dificultad media; sin embargo, se puede hacer un tramo y volver por el mismo camino que se hizo si lo que se quiere, en realidad, es pasar un día tranquilo en la naturaleza disfrutando del aire puro. Allí mismo, un panel ofrece toda la información de la ruta, que va siguiendo el curso del Navia, atraviesa varios pueblos y se asoma a diferentes miradores. En el pueblo de Castrillón existe además un bar-tienda donde abastecerse de lo necesario. 

Vacas pastando en el entorno del lago de La Cueva, en Somiedo.

Ruta por los lagos de Saliencia, en Somiedo

Entre los numerosos lugares que fascinan en el concejo de Somiedo, donde además existe un turismo dedicado a la observación del oso, están los lagos de Saliencia, que cuentan con ruta propia. Tras subir el alto de La Farrapona hay que dejar el coche en el aparcamiento habilitado para ello e internarse caminando por la pista, que solo es accesible en vehículo para los ganaderos. Como en el caso de todas las rutas que tienen cierta longitud, cada cual es libre de caminar lo que le apetezca. Igual para un día y si no se está habituando al senderismo, un buen paseo sería hasta el primer lago, el de La Cueva, que es impactante, y se puede seguir un poco más allá y, tras una fuerte subida, llegar hasta la pradera de Cerveriz y su lago. En Veigas, pueblo que está en la carretera, hay que visitar las tres casas con teito donde, la guía del Ecomuseo de Somiedo, habla de su construcción y cómo era la vida en ellas. 

El agua cae en el exterior de la cueva del Pímpano, en Villayón.

Cascadas, molinos y cuevas en Villayón

El concejo de Villayón, en el occidente asturiano, es rico en lugares con encanto. En Oneta se encuentran sus famosas cascadas, a las que se llega por un precioso camino en bajada por el bosque, sencillo hasta llegar a la primera, La Firbia. La segunda es de más difícil acceso, y la tercera, ya ni contar. Allí también se encuentran las ruinas de un viejo molino. Otro de los lugares a visitar es, una vez pasado el pueblo de Arbón, a la altura del desvío hacia la carretera de Villartorey-Oneta, el pozo Mouro. Allí, a la derecha, en dirección a una carretera sin salida, está el acceso al mismo, un hermoso lugar donde el río cae formando una poza junto a un viejo molino que, por desgracia, cada vez se encuentra más deteriorado. Sorpresa también cuando se descubre otro lugar, la cueva del Pímpano, que pertenece al pueblo de Busmente. Abajo, y como una joya, se puede ver un molino restaurado y su historia. Luego por la derecha se sube hasta la cueva por un paseo delicioso en el bosque. Más que una cueva es una oquedad, pero impresiona ver el paisaje desde el otro lado del agua que cae por el exterior. 

La cascada del río Nonaya, uno de los atractivos turísticos de Salas.

Peregrinar a la cascada de Nonaya, en Salas

Los peregrinos que van a Santiago suelen desviarse unos metros del camino para bajar a refrescarse a la cascada del río Nonaya, un espectáculo de agua y paisaje donde es un privilegio quedarse un rato. La ruta, que sale del centro de Salas y está bien indicada en la plaza de La Campa, es de unos seis kilómetros ida y vuelta. Al poco de empezar a caminar ya aparece el río. Entre las sorpresas que nos depara el camino está la fuente del peregrino, así como un viejo cargadero de una antigua mina de caolín. También llaman la atención algunos puentes sobre los que se cruza, camino de la cascada, como es el caso del puente de Borra, con un arco de medio punto, así como un segundo puente muy cercano ya a la desviación que conduce a la caída del Nonaya. En algunos tramos se va en ascenso, para luego descender. Como tantas rutas por la naturaleza, el buen calzado y una buena vara para caminar alivian los pequeños esfuerzos. El reloj no tiene lugar en este sitio. Hay que ir disfrutándolo paso a paso hasta escuchar como, muy cerca, la cascada llama a los viajeros. 

Desembocadura del río Esva en la playa de Cueva (Valdés).

Playa de Cueva (Valdés) y el pueblo de Brieves

El río Esva desemboca en la espectacular playa de Cueva, en el concejo de Valdés. Es esta una playa muy singular, salvaje, de una belleza tremenda, enmarcada por acantilados de gran altura. Al ser muy abierta, esta playa tiene unas mareas de largo recorrido, por lo que cuando está baja del todo hay un extenso arenal que desaparece casi por completo en marea alta, dejando una franja de cantos rodados. Este arenal lo visitan peregrinos que van a Santiago por la N-634. Hay quien gusta de ir a ella desde Canero, por un sendero que va por la margen izquierda de río. También se visita realizando el tramo Canero-Cabo Busto, ya citado en esta página, o desde el propio pueblo de Cueva. En la zona está también un pueblo muy singular, el de Brieves, que cuenta entre sus tesoros etnográficos sus arcos de piedra, que se levantan sobre el camino principal y que unen, en su parte superior, casas con hórreos y paneras.

Uno de los bancos en los acantilados del Cabo Vidío (Cudillero).

Bancos con vistas en Cabo Vidío (Cudillero)

La ruta de unos dos kilómetros que transcurre entre Oviñana y el faro del Cabo Vidío, en Cudillero, se está convirtiendo en los últimos años en una de las más visitadas por el turismo que busca mirar el mar más allá del horizonte. La ruta por los acantilados, de unos dos kilómetros, es sencilla de realizar y cuenta, además, con el incentivo de varios bancos ubicados en lugares estratégicos donde es un placer sentarse a disfrutar del entorno. Lleva hasta el mismo faro, donde también, y gracias a los vecinos de Oviñana, se han habilitado nuevos bancos, con lo que la oferta paisajística en el lugar es abundante. Muy guapo también el recuerdo a los marineros en el barco “Aldebarán”, restaurado y que luce en uno de los tramos de esta ruta. Oviñana cuenta con bares y restaurantes, además de tiendas donde adquirir todo tipo productos. Mucha prudencia, eso sí, si hay mucho viento, en cuyo caso se desaconseja.

El puerto de Llumeres, con una barca en primer término.

Llumeres, historia de mar y hierro, en Gozón 

Camino del Cabo Peñas, en el concejo de Gozón, uno de los rincones con más visitas turísticas del Principado, sale en la carretera una desviación a un lugar con historia y encanto propio: el puerto de Llumeres y su mina. Antes de bajar existe un área recreativa que ya lo indica. Se puede ir caminando -apenas son dos kilómetros- o bien ir en coche. Su mina fue de las más importantes en extracción de hierro. Se abrió allá por 1858 y se cerró en 1967. Hoy los restos que quedan de sus instalaciones están cerrados al público, por el peligro que implica su estado de deterioro. En la zona del puerto se puede ver la bocamina cerrada y en los charcos de agua el tono rojizo que denota la presencia del hierro. Es un buen lugar para los amantes de la fotografía y donde también acuden aficionados de la zona a pescar. Luego, una visita a Bañugues o un paseo por Luanco, una villa marinera con mucho encanto.

Corros que se encuentran en la braña de las Cadenas. Ana Paz Paredes

Un paseo por la braña de Las Cadenas (Teverga)

De Teverga al puerto de Ventana, y tras dejar atrás el pueblo de Parmu (Páramo), unos cuatro kilómetros más adelante está la indicación, a la izquierda, para realizar la ruta de la braña de las Cadenas. De unos cinco kilómetros ida y vuelta, transcurre por un sendero amplio, sin apenas desniveles, cruzando por medio de un bosque precioso donde abundan la faya y el roble, además de un tramo donde el río lo cruza. Allí es una gozada detenerse a refrescarse un poco. La braña es un prao pindio en medio de un claro del bosque con unas buenas vistas al hayedo de Montegrande. Llaman la atención allí los corros y cabañas, alguna caída y otras en mal estado. Los corros son circulares, no tienen cubierta de teito y han sido construidos con mampostería en seco de piedra caliza. Las cabañas son de época más moderna. Cuenta con rincones donde detenerse a comer lo que se lleve en la mochila mientras se disfruta del entorno. 

Paisaje otoñal en el entorno del área recreativa de Viapará (Riosa).

Descubrir la primavera desde Viapará (Riosa)

El área recreativa de Viapará, que se ubica en el paisaje protegido de la sierra del Aramo, es uno de esos lugares donde la naturaleza y el paisaje se entregan por completo al viajero. Este lugar ya está indicado en la carretera al poco de salir de Riosa en coche en dirección al Angliru, famoso puerto asturiano, sobremanera para los aficionados al ciclismo. De hecho, justo a partir de donde está esta área recreativa, se inician los tramos más sinuosos y duros para los ciclistas, camino de coronar el puerto. Hay un buen número de mesas y bancos de madera para comer o sencillamente sentarse a descansar, pues desde allí mismo salen varias rutas por las que caminar un poco y respirar profundo. Entre las más conocidas está la que va al Monsacro, además de alguna circular más. Las vistas de todo el entorno son inmejorables si el tiempo acompaña y no hay bruma. 

El castro de las Gaviotas, en Villahormes (Llanes).

La escultura del castro de las Gaviotas (Llanes)

Toda la rasa costera del Oriente es un espectáculo tanto por sus playas como por sus acantilados. En Villahormes (Llanes), concretamente, sale una senda de fácil caminar que lleva hasta la playa de La Huelga y también a la zona de acantilados que se asoman al castro de las Gaviotas. Hasta allí se puede llegar bien haciendo a pie la senda costera que recorre el litoral, o bien yendo en coche hasta Villahormes y, una vez allí, buscando la señalización a este lugar. El descubrimiento de la capilla de Santa Olaya y los prados verdes en el entorno del camino indican que se va en la dirección correcta. El castro de las Gaviotas es el nombre que recibe el enorme arco pétreo en medio del mar. Como cualquier zona de acantilados, hay que ir con mucho cuidado y evitarlo en caso de mucho viento o temporal. A partir de la primavera, pero sobre todo en verano, los atardeceres desde este lugar son impresionantes. 

El puente La Vidre, contemplado desde una de las orillas del río Cares.

Puente La Vidre y la carretera a Oceño (Peñamellera Alta)

Lo que tienen los puentes es que cuando los ves siempre tienes ganas de cruzar al otro lado. En Peñamellera Alta hay uno de los más guapos del oriente asturiano, tanto por su forma como por el color esmeralda del río Cares, que aún lo resalta más. Se trata del puente La Vidre, señalizado en la carretera muy cerca de Trescares, a cuya otra orilla se va hasta la majada de Trespandiu. Se dice que el puente formaba parte de una importante calzada romana, siendo en este caso un ramal de la históricamente conocida vía marítima de Agripa. Los que gustan de caminar, pueden hacerlo en dirección a la citada majada, mientras que otros pueden bajar a la orilla para verlo de una forma diferente y, posiblemente, más bella. En el mismo concejo, no muy lejos, está el pueblín de Oceño, lleno de encanto, sobre todo para los amantes de los tejos, pues hay varios junto a su iglesia, y con una carretera que hacia él lleva que es un auténtico lujo como mirador sobre el río Cares y su entorno. Y si aún hay ganas, Alles, capital del concejo, es guapa a rabiar. Allí se puede visitar también el Aula de la Miel. 

Uno de los paneles indicadores de la senda del río Viacaba.

La senda fluvial del río Viacaba (Cabranes)

La ruta junto al río Viacaba es tan gratificante como sencilla, sobre todo si se va con niños. De unos seis kilómetros ida y vuelta, apenas tiene desniveles. Desde el templo parroquial, en Santa Eulalia de Cabranes, se desciende hasta el inicio de la senda. En determinados tramos hay bancos para tomarse un descanso y se van cruzando puentes sobre el río. Finaliza en un lugar con mucha historia para los vecinos de este concejo: junto al castillete restaurado del antiguo pozo minero de Vegapallía. Su función hoy es servir de lugar de avistamiento de aves. Entre los edificios de interés está allí mismo la iglesia de San Julián de Viñón, además de uno de los museos más querenciosos de Asturias: el de la Escuela Rural, que se puede visitar perfectamente antes o después de dar este agradable paseo. Se abre donde antaño fuera la escuela. Alberga ahora una gran colección de mobiliario y material escolar, con piezas desde 1911 a 1970. 

Cabaña junto al río a la altura del puente de la Xienra, en Los Arrudos.

Descubrir Los Arrudos y visita a Caleao (Caso)

El Parque Natural de Redes, que comparten los concejos de Sobrescobio y Caso, es un lugar que crea adicción si se es amante de la naturaleza. Una de sus rutas más hermosas -y tiene unas cuantas- es la de Los Arrudos, que se inicia muy cerca del pueblo de Caleao. Además de la opción dura de ruta, para montañeros avezados, existe la alternativa de ir hasta La Fontona (ida y vuelta unos once kilómetros) y disfrutar caminando por esta pista cómoda que introduce al caminante en un precioso bosque en el que manda el río. Uno de los tramos más guapos es el del puente de la Xienra, con la cabañina al lado. Cuando la pista desaparece y se convierte en sendero es cuando empieza el acercamiento a las foces y al desfiladero de Los Arrudos en sí. Se puede caminar un buen rato y luego volver por el mismo sitio. A visitar también el precioso pueblín de Caleao, y en él, el taller de la ceramista Mar Lluna. 

Agua cristalina y en reposo en la playa de Cobijeru (Llanes).

Cobijeru (Llanes), una playa con sorpresa

La playa de Cobijeru, a la que se llega por un precioso paseo de menos de kilómetro y medio desde el pueblo de Buelna, es otra de las joyas naturales del concejo llanisco. Saliendo del pueblo, hay que atravesar praderías y un pequeño bosque para llegar a esta playa de reducidas dimensiones. Menos de un kilómetro. Está asentada en el fondo de una dolina y cerrada al mar por el acantilado. El mar entra y sale de ella a través de grietas talladas en la roca. Un poco más al Norte se encuentra el más famoso de sus bufones. Está separada de la línea de costa por un resalte rocoso que tiene forma de arco de piedra y que es conocido como “el salto del caballo”. La sorpresa se incrementa cuando se descubre allí una cueva que comunica el litoral a nivel marino con la zona interior más alta, a través de una galería con significativas formaciones que la naturaleza ha ido modelando a través de los siglos con las mareas.

Pasarela que conecta Misiego con Rodiles. Ana Paz Paredes

Descubrir el arenal de Misiego (Villaviciosa)

Misiego es una playa de interior en la ría de Villaviciosa que se rige por las mareas, algo que hay que tener en cuenta a la hora de ir hasta ella si se quiere estar unas horas en zona de arena seca. Es un lugar con mucho encanto y que, además, comunica a través de una pasarela que cruza la ría con la zona de Rodiles, donde hay además una importante oferta hostelera. Allí, y acompañando a la ría en su encuentro con el mar, en la hermosa playa de Rodiles -que tiene una importante afluencia de público, además de zona con arbolado, mesas y bancos-, hay una pasarela de madera por la que es una auténtica gozada caminar, sobre todo cuando el sol cae, al atardecer, y que permite disfrutar de la fotografía. Al otro lado está El Puntal, al que se accede por la carretera que lleva a uno de los puertos con más encanto de esta zona, el de Tazones. Allí otro de los rincones guapos en la propia ría es la playa de Bonhome. 

Capilla de la Virgen de Ventaniella, en el puerto del mismo nombre, en Ponga.

El puerto de Ventaniella y el bosque de Peloño (Ponga)

Los amantes de los bosques tienen una cita continúa con los que pueblan el concejo de Ponga, una zona que es un permanente descubrimiento. Tras pasar San Juan de Beleño, antes de llegar a Sobrefoz, sale a la izquierda una pista de unos cuatro kilómetros que conducen, en moderado ascenso, hasta el impresionante puerto de Ventaniella. Eso sí, que no falten en la mochila, entre otras cosas, agua y crema solar si el día apunta a sol y calor, además de gorra o sombrero, pues carece de zona de sombra en casi todo el recorrido. Eso sí, en el destino existe agua y fuente. Ventaniella es precioso e intenso. En su bosque predominan la faya y el roble. Allí está rehabilitado el edificio de la vieja venta, además de encontrarse la ermita de la Virgen de Ventaniella. Para otro día se puede dejar también un buen paseo por el bosque de Peloño, uno de los que poseen las fayas más grandes y mejor conservadas del país, entre otras especies. Sobre todo ello hay buena información en el centro de interpretación del parque natural de Ponga, que está en la capital del concejo, San Juan de Beleño. 

Pequeñas caídas de agua en el río Obaya, en la ruta que sale de Gobiendes.

Etnografía y magia en Gobiendes (Colunga)

Gobiendes, en Colunga, es un pueblo con numerosos encantos. Entre ellos, que cuenta con una ruta etnográfica por su interior donde informa in situ al viajero sobre qué son y para qué sirven los hórreos y paneras que se encuentran en el recorrido. Allí está también una de las joyas del prerrománico asturiano, la iglesia de Santiago de Gobiendes, declarada monumento histórico-artístico en 1931. Gobiendes es, además, punto de partida de una ruta sencilla y amable que no por ello deja de tener su encanto, y que lleva hasta las fuentes de Obaya. En total son dos kilómetros de distancia los que se recorren para, tras un suave ascenso junto al río y atravesando el bosque, llegar finalmente al rincón donde el cauce forma caídas de agua que definen el nombre de este lugar. Un poco más arriba hay restos de un viejo molino. Y, para los que quieran mar, un buen fin de día puede ser en la hermosa playa de La Espasa. 

Un hermoso rincón del pueblo de Pen, en Amieva.

Subir a Pen por el bosque encantado (Amieva)

Una de las rutas guapas de las que puede presumir el concejo de Amieva es la del Beyu Pen, que se inicia en el pueblo de Santillán para, en ascenso y atravesando un bosque habitado por seres mitológicos, terminar llegando a un pueblo precioso: Pen, uno de esos pueblos asturianos en los que es un lujo perderse, tanto por el encanto de sus caleyas como por las vistas impresionantes que desde él se pueden disfrutar. Cuenta, además, con una de las paneras más grandes de Asturias, una construcción que llama la atención de cuantos visitan esta hermosa aldea por primera vez. Un poco más abajo y ya por carretera está el pueblo de Cirieño, también guapo de caleyar y de fotografiar. En este pueblo hay una conocida quesería que elabora un emblemático queso de la zona: el queso de Beyos. En cuanto a artesanía en pan, empanadas, bollería y bizcochos, Santillán cuenta con una panadería de sobrada fama. 

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