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La criadora de gallinas de Castrillón que vio en el huevo casero la vía a la independencia

La calidad suprema de los huevos de las gallinas en libertad

La calidad suprema de los huevos de las gallinas en libertad Mara Villamuza

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La calidad suprema de los huevos de las gallinas en libertad Mariola Riera

Abrirse hueco en el mercado ha sido hasta ahora lo más difícil para Eva García. En su caso produce huevo ecológico, Casa Garzea, una granja asentada en la finca familiar en La Braña (Castrillón). Por allí se crían y comen en libertad unas 7.000 gallinas que producen al día unos 6.500 huevos. Hace algo más de dos años cuando esta asturiana que trabaja en el sector de la alimentación decidió embarcarse en su proyecto propio. “Me fijé que todo el huevo entraba de afuera, pero la gente no dejaba de alabar el casero, lo buscaba para comprar. Yo tenía ganas de independizarme y me animé. Comencé a formarme a investigar...”. No empezó de cero. Tenía una viaje nave que amenazaba ruina de su padre, fallecido en 2008. Y allí que se instaló Eva García con sus gallinas. “Son poquitas, pero se trata de lograr un huevo de calidad, diferenciado y que guste al consumidor, que la gente diga que está rico”, apunta.

No se arrepiente de haber dado el paso, le ha ido bien en estos dos años y pico y son ya cuatro trabajadores. “Era lo que quería”.

Pero insiste: “No es fácil, más bien difícil y cuesta mucho emprender y consolidarse”. Tiene claro que abrirse hueco en el mercado es lo principal: “La comercialización tiene mucho que trabajar aún y Asturias debe hacerse valer, exprimir el valor que tiene nuestra marca. Salir fuera de aquí es lo más complicado y debemos empezar barriendo para casa. Aprender que lo de aquí, el producto cercano es quizás más caro, pero tiene calidad. Nos tenemos que apoyar los asturianos entre nosotros”. Suena bien lo que cuenta Eva García, de levantarse y ver a sus gallinas felices por las fincas. Pura naturaleza, aire libre y trabajo autónomo e independiente.

Eva García, en la granja de Casa Garzea, entre sus gallinas, en La Braña. Mara Villamuza

Con todo, los cantos del sirena en el sector agroalimentario son muy peligrosos. Porque si algo tienen claro sus emprendedores es que es un trabajo que no para: “Las gallinas requieren atención constante. Es una labor de 365 días, 24 horas al día. Lógicamente en la actualidad no es tan duro como antes y si te organizas bien, las cosas son más sencillas. Pero todo requiere su esfuerzo”.

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