La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ciencia

La cultura científica de los españoles: el vergonzoso error con el número pi

La fundación para la ciencia organiza una encuesta sobre preguntas básicas que todo el mundo debería saber pero las propias autoridades dan por correcta una respuesta totalmente equivocada

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) es una fundación pública que depende del Ministerio de Ciencia y entre sus objetivos tiene el de promover la cultura científica entre la población. Anualmente elabora una encuesta sobre la percepción de la ciencia entre los españoles, que incluye preguntas elementales para conocer la cultura científica de los ciudadanos. ¿Qué ocurre cuando la propia agencia falla en una de las preguntas elementales que realiza en la encuesta? ¿Y si para colmo casi nadie se da cuenta? Advierto de que este es un artículo “friki” para amantes de la ciencia y con un punto socarrón. Es también una reflexión sobre cómo el conocimiento científico se ha convertido, un poco, en un valor políticamente correcto, pero cuyo verdadero sentido se practica poco.

La Fecyt presentó el pasado 1 de junio los resultados de su encuesta sobre cómo perciben los españoles a la ciencia, a los científicos y el interés que tienen en ella. Participaron en la presentación el Ministro de Ciencia, Pedro Duque; el sociólogo Pep Lobera y Rosa Capeáns, directora del departamento de Cultura Científico y de la Innovación de Fecyt. Entre muchos datos interesantes, siempre despierta cierto “morbo” la pregunta referida a cuestiones básicas, que permiten saber cómo andan de cultura científica los españoles y los residentes de las distintas comunidades autónomas. Vamos a ellas.

De las siguientes parejas de afirmaciones, elija la correcta:

1. El Sol gira alrededor de la Tierra / La Tierra gira alrededor del Sol.

Obviamente la respuesta correcta es la segunda, como sabemos desde Copérnico. Alguien muy puntilloso podría afirmar que en realidad todo depende de cuál sea el sistema de referencia, y que lo cierto es que tanto el Sol como la Tierra giran en torno al punto que fija su centro de masas (en realidad al que se obtiene de computar todas las masas de los objetos que conforman el Sistema Solar), que coincide prácticamente con la posición del Sol. Para simplificar, sí, la Tierra gira alrededor del Sol. El 87,7 por ciento de los españoles da la respuesta correcta. En Asturias, ese porcentaje es un poco mayor: el 88,1. Con todo, mi opinión personal es que la pregunta puede conllevar a cierta confusión. El modelo geocéntrico que data de los griegos y que establecía que el Sol giraba alrededor de la Tierra, no consideraba que el astro lo hiciese una vez al día: es decir, no era una respuesta al movimiento de rotación diario del planeta, sino al de traslación. Creo que gran parte de quienes fallan en esa pregunta piensan que el Sol da una vuelta alrededor de la Tierra al día, no porque sean unos pertinaces seguidores de Ptolomeo.

2. Los antibióticos curan infecciones causadas tanto por virus como por bacterias / Los antibióticos curan infecciones causadas por bacterias.

También es la segunda la respuesta correcta. Aunque solo sea por nuestra experiencia médica, la mayoría de nosotros sabemos que los antibióticos no funcionan contra los virus (para eso están los antivirales). La razón está en que los antibióticos actúan bien destruyendo la membrana bacteriana (como la penicilina) o bien afectan a procesos específicos de las bacterias, como impidiendo la síntesis de proteínas o bloqueando la réplica de su material genético. Los procesos de los virus son distintos, razón por la que ese mecanismo de ataque no sirve para ellos. A este respecto, el 64,3 por ciento de los españoles dan con la respuesta correcta, y ese porcentaje es prácticamente similar en el caso de Asturias: el 64,4 por ciento.

3.- Los primeros humanos vivieron al mismo tiempo que los dinosaurios / Los humanos nunca han convivido con los dinosaurios.

La pregunta también es relativamente sencilla. Pese a lo que algunas películas antiguas sugerían, los seres humanos no han convivido con los extintos dinosaurios. Los grandes saurios surgieron durante el Triásico (hace unos 230 millones de años). Dominaron el planeta durante unos 135 millones de años, prácticamente desde el Jurásico hasta el Cretácico, momento en el que sufrieron una extinción masiva. El ser humano, en cambio, apareció en fechas mucho más recientes. A los primeros restos fósiles de individuos del género “homo” se les atribuye una antigüedad de unos 2,5 millones de años, y se cree que nuestra especie, el “homo sapiens” no tiene más de 400.000 años. Los restos más antiguos, hallados en Marruecos, tienen unos 315.000 años de antigüedad, y los científicos sitúan a nuestro ancestro genético femenino común (la denominada “Eva mitocondrial”) en la zona de Tanzania hace unos 200.000 años.

La cultura científica corre el riesgo de convertirse en un bien “políticamente correcto”, sin que se tenga en cuenta que el principal valor de la ciencia es la reflexión crítica.

decoration

También alguien muy puntilloso podría poner reparos a la pregunta. En puridad, los humanos convivimos con dinosaurios en la actualidad. Las aves pertenecen según la clasificación filogenética (vinculada a la cadena evolutiva) al género “Dinosauria”, concretamente al orden “Saurischia”, por lo que técnicamente son dinosaurios, bastante emparentados, por ejemplo, con los Tiranosaurios. A este respecto, el 82,5 por ciento de los españoles acierta al afirmar que los humanos no convivieron con los dinosaurios y ese porcentaje es ligeramente mayor entre los asturianos: un 83,6%.

4. Comer una fruta modificada genéticamente cambia los genes de la persona que la come. / Comer una fruta modificada genéticamente no cambia los genes de la persona que la come.

Comer alimentos modificados genéticamente no hace ningún cambio en nuestros genes, del mismo modo que comer cualquier cosa no modificada genéticamente por los humanos y con genes distintos a los nuestros tampoco nos los cambia. La genética no funciona así, aunque ciertos hábitos pueden acabar introduciendo cambios en nuestro fenotipo (los genes que se expresan) y trasladarse a nuestros hijos. Por así decir, nuestros hábitos pueden variar qué partes del genoma se “leen” para efectuar procesos de fabricación de proteínas.

A esta pregunta responde correctamente el 85,2 por ciento de los españoles y en el caso de los asturianos llama la atención el alto porcentaje de acierto: el 94%, un sobresaliente en toda regla.

5. El cambio climático actual es una consecuencia del agujero de la capa de ozono / El cambio climático actual se debe principalmente a la acumulación de gases de efecto invernadero.

La segunda es la correcta. El cambio climático no guarda relación alguna con el agujero de la capa de ozono. En las regiones polares se produce cíclicamente una reducción de la ozonosfera (zona de la estratosfera con alta concentración de ozono y que se encuentra a altitudes elevadas, por encima de los 15.000 metros). Fue en los años 70 del pasado siglo cuando se constató este fenómeno, que se relacionó con la emisión por el hombre de ciertos compuestos químicos, en especial los clorofluorocarbonos (CFC). Se inició un movimiento mundial para reducir las emisiones de estos compuestos, que derivó en su prohibición en 1989. Desde entonces, los niveles de ozono han mejorado en las zonas polares, aunque la recuperación es lenta.

Es evidente que existen grandes carencias en cultura científica básica.

decoration

El cambio climático (aumento de las temperaturas medias en el planeta) guarda relación, principalmente, con el aumento en la atmósfera de los llamados gases de efecto invernadero. Se trata de varios gases, como el vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano o el óxido nitroso. En sí, los gases de efecto invernadero son claves para la vida: sin ellos, la temperatura media de la Tierra haría muy complicada nuestra existencia, ya que rondaría los 20 grados bajo cero. Pero si la presencia de estos gases es muy elevada se produce el fenómeno contrario: aumenta la temperatura. Hoy en día se ha constatado una relación directa entre el aumento del dióxido de carbono y la subida de los termómetros y ese dióxido de carbono extra emitido se debe fundamentalmente a la actividad humana y en especial al uso de combustibles fósiles.

Curiosamente, solo el 64,6% de los españoles tiene clara esta relación. En Asturias, una comunidad en la que la descarbonización cobrará especial relevancia económica, únicamente acierta el 55,1 por ciento de los encuestados.

6. El número pi se suele aplicar, entre otras cosas, en la fabricación de neumáticos / El número pi es la relación entre los catetos y la hipotenusa de un triángulo.

Esta es la pregunta problemática. Primero, catetos e hipotenusa solo existen en un tipo de triángulos, los triángulos rectángulos (aquellos que forman un ángulo recto en uno de sus ángulos). Los catetos son los lados adyacentes al ángulo recto y la hipotenusa, el lado opuesto. Sobre ellos estableció una relación Pitágoras, el célebre teorema de Pitágoras, que señala que la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. Si se halla la relación entre catetos e hipotenusas surgen algunos números irracionales, como la raíz cuadrada de 2, un número espantoso que horrorizaba a los pitagóricos. Pero el número pi, otro número irracional, no aparece por ningún lado. Ese número relaciona la longitud de una circunferencia con su diámetro. Dada la naturaleza del número pi (es uno de los denominados “números trascendentes”) si fuese cierto que se puede obtener de la relación entre los lados de un triángulo, se lograría resolver el viejo problema de la cuadratura del círculo. Sobre este asunto hay una historia divertida: el momento en que un grupo de políticos estadounidenses decidió por decreto que el número pi valía 3,2. Es uno de los hechos más locos referidos a la relación entre políticos y ciencia. Por todo ello, la respuesta correcta a la pregunta formulada en la encuesta es que, entre otras cosas, se aplica en la fabricación de neumáticos, que tienen forma circular.

Corremos el riesgo de creer que la ciencia establece verdades inmutables y que se limita a certezas o falsedades.

decoration

El problema está en que la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) consideró en el informe de su encuesta que la respuesta correcta es la relativa al triángulo, erróneamente. Paradójicamente, la mayoría de los españoles también falla la pregunta sobre la que la Fundación encargada de divulgar la ciencia cometió el error. El 59,7% por ciento de los encuestados relaciona, equivocadamente, el número pi con la relación entre los lados de un triángulo rectángulo y ese porcentaje baja al 53,3 por ciento en el caso de los asturianos.

Medios de comunicación y autoridades políticas han difundido el cuadro resumen de la Fecyt en el que se da por buena la respuesta relativa al número pi que, en realidad es errónea. Y nadie se lo ha cuestionado. Incluso el consejero de Ciencia asturiano, Borja Sánchez, las ha difundido invitando a sus seguidores a sacar sus propias conclusiones. “Aún queda camino por recorrer, pero desde luego el camino que ha escogido la ciencia para divulgarse a sí misma es el adecuado”, ha escrito al respecto Borja Sánchez. Más aún cuando hay un error evidente y él mismo, científico de formación, no se percata.

Una reflexión personal

A partir de ahora, permítanme hablar en primera persona, porque lo que sucede es una reflexión propia. Cuando tuve en mis manos la encuesta, al responder yo mismo las preguntas planteadas, me sorprendió la respuesta que la Fecyt consideraba correcta en la sexta pregunta. Ante este hecho, puse en cuarentena el estudio hasta aclarar la cuestión. En cambio, en casi todos los medios de comunicación y agencias se lanzaba el dato llamativo de cuántas personas aún creían que el Sol daba vueltas alrededor de la Tierra. Todos ellos daban por bueno el cuadro de aciertos difundido por la Fundación estatal y señalaban el porcentaje de personas que consideraban que el número pi aparecía en la relación entre catetos e hipotenusas. Llamé a unos cuantos amigos matemáticos y físicos que también se sorprendieron, lo que dio pie a una animada discusión. Parecía un evidente error por parte de la Fecyt, que daba por buena una respuesta equivocada.

La forma de verificarlo era elevar una consulta a la Fundación. La hice por medio de correo electrónico. La respuesta no dejaba lugar a dudas. Amablemente, la Fecyt reconocía el error y me daba las gracias por haberlo detectado. Horas después, el documento colgado en la web sobre la encuesta tenía subsanado el error. Y aquí viene mi pregunta: ¿Cómo es posible que pasasen siete días, una presentación pública del estudio ante un ministro astronauta y decenas de informaciones periodísticas sin que se detectase el error en la respuesta a una pregunta que se considera de ciencia básica?

Ante esa pregunta me surgieron algunas reflexiones, alguna de ellas fruto de la conversación con amigos. Ahí van:

  1. La cultura científica corre el riesgo de convertirse en un bien “políticamente correcto” sin que pensemos en ello. Es estupendo que el conocimiento de cuestiones científicas básicas se promueva, impulse, defienda y se tome como ejemplo, pero el principal valor de la ciencia está en la reflexión crítica sobre la realidad tras cuestionarla o tratar de entenderla.
  2. Nos falla el sesgo que establece que lo que dice un organismo, por el hecho de serlo, es correcto. Estoy convencido de que un alto porcentaje de personas que han visto la encuesta han dudado sobre la respuesta que se daba como correcta relativa al número pi. Pero quizás han llegado a pensar que ellos eran los equivocados.
  3. Es evidente que existen grandes carencias en cultura científica básica en el campo de las Matemáticas, sirva esta anécdota como ejemplo.
  4. Corremos el riesgo de creer que la ciencia establece verdades inmutables que se compendian en un conocimiento enciclopédico y que se limita a certezas o falsedades, cuando en realidad las teorías científicas son aproximaciones que funcionan en la descripción de la realidad, pero muchas de ellas han acabado en la basura cuando otra teoría las desbanca.
  5. Me reconforta comprobar una vez más que los científicos son, precisamente, los que con mayor naturalidad reconocen los errores y piensan sobre ellos.

Y esta es toda la historia. Un fallo tonto de matemáticas básicas.

Compartir el artículo

stats