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El turismo de montaña, como en 2018 y ascendiendo

Se espera un gran verano, más ordenado que el pasado, con turistas más jóvenes, esencialmente nacionales y que identifican el paisaje con la libertad perdida con el coronavirus

“La gente se está tirando al monte”. Nunca mejor dicho. El turismo de montaña está ya en las cifras de 2018. Y ascendiendo. La ocupación es muy alta. Casi no hay plazas para julio y agosto. Se adivina un buen septiembre. “Estamos a tope. Va a ser un gran verano, si nos respeta el covid”, augura el empresario cangués Antón Puente.

El turismo de montaña está de moda; Asturias, también. La pandemia ha provocado que muchos los visitantes busquen lugares alejados de la masificación, paisaje, naturaleza.

El tipo de cliente sigue siendo el mismo que antes del coronavirus: en julio hay muchos grupos de gente joven; en agosto domina el turismo familiar.

Tampoco ha variado mucho la duración de las estancias. Hay dos tipos mayoritarios de usuarios: los que recorren el itinerario del País Vasco-Galicia, quedando un par de días en cada establecimiento, y los que se quedan una semana en un mismo lugar, explica Puente.

La inmensa mayoría de los turistas son españoles, principalmente de Madrid, País Vasco y Cataluña (en ese orden), aunque cada vez se ven más visitantes de la Comunidad Valenciana y de Andalucía (sobre todo durante los puentes), y de Castilla y León y Galicia (los fines de semana).

Extranjeros, muy pocos, aunque a mediados de junio hubo una auténtica “ola” de turistas portugueses, coincidiendo el puente festivo entre la fiesta nacional de aquel país (día 10) y el día de San Antonio (día 13). En la actualidad se ven por las zonas de montaña bastantes holandeses, algunos franceses y muy pocos alemanes. El turismo inglés sigue desaparecido.

El consumo parece haberse recuperado: “Aquello del menú para dos se abandonó”, señala Puente, propietario del Gran Hotel Pelayo de Covadonga, situado en el parque nacional de los Picos de Europa, y del Puebloastur de Cofiño, ubicado en la falda de la sierra del Sueve.

Puente subraya que la ocupación en el hotel de Cofiño, de cinco estrellas, está siendo “impresionante”, lo que significa que la gente de alto nivel adquisitivo también busca lugares alejados, exclusivos y de montaña.

Las rutas de montaña y el senderismo son las actividades principales de los clientes de ambos establecimientos. “A primera hora de la mañana calzan las botas de montaña, cogen los palos y salen de ruta”.

Los guías de montaña también están “a tope”. Joaquín Álvarez asegura que hay una “notable diferencia” con respecto a 2020: “Este año la gente tenía muy claro que, con bicho o sin bicho, iban a salir a la montaña… y con guía”. Empezaron a “llover” reservas en abril.En mayo ya tenía todo reservado hasta septiembre. “Impresionante”, apunta Álvarez.

El movimiento fue de tal calibre que en abril y mayo sus clientes tenían serios problemas para hallar alojamiento en el entorno de los Picos de Europa. “La montaña está a tope, pero ordenada”, resalta Joaquín Álvarez, “Xuacu”. Otra diferencia respecto del año pasado, cuando se registró “un boom, pero muy embarullado; la mayoría salía sin guía. Espeluznante”.

Ahora la mayoría de los visitantes buscan la ayuda de un profesional, no salen a la montaña a lo loco”, destaca Joaquín Álvarez, quien revela el destacado aumento de clientela catalana. “Antes se iban a Francia, pero con el covid muchos están viniendo a los Picos de Europa”.

También aumentan los clientes austriacos. Xuacu Álvarez lo achaca a la campaña que realizó hace dos años en aquel país Turismo Asturias. “Aunque allí tienen montaña, está masificada. Aquí tienen playa y montaña al lado, así que pueden hollar una cumbre por la mañana, mojar los pies en la playa por la tarde y rematar con centollo por la noche. Flipan”.

Xuacu Álvarez augura “un buen verano. Si no nos cierran por el covid habrá trabajo para todos”.

Sotres (Cabrales) es uno de los epicentros del turismo de montaña en Asturias. Juanjo Álvarez, empresario hostelero, taxista y técnico deportivo de alta montaña subraya que el verano va bien.

“Quizá haya menos visitantes que el año pasado, pero es un verano excepcional. Se trabaja mejor, con más tranquilidad y más calidad”. Eso a la espera del “mes gordo”, agosto, cuando confia en poner el cartel de “completo”, si el coronavirus no lo impide.

También en Cabrales el 98 por ciento de la clientela es nacional. “He tenido quince daneses hace unos días, pero fue algo excepcional”. Lamenta la desaparición del turismo inglés, que antes de la pandemia era el más destacado tras el nacional. “Desde 1993 trabajamos con un turoperador británico, pero creo que va a cancelar todo lo previsto para este año”.

La regulación del tráfico a la majada de Pandébano está afectando a los sotrianos: falta aparcamiento en el pueblo, aunque podría solucionarse en unos días, si se habilitan dos nuevos prados como zonas de parking. En la actualidad funcionan dos. “La regulación está bien, era necesaria, pero Parques Nacionales la hizo a toda prisa, sin infraestructuras, sin medios y sin dinero”, denuncia.

Ejemplo: los pobres informadores llegan a las nueve de la mañana, pero a esa hora “el pollo ya está montado. Deberían empezar, como muy, muy tarde, a las ocho de la mañana. Mejor antes”, señala Juanjo Álvarez, que se queja de la falta de carteles permanentes que informen de la regulación. “Solo hay un cartel portátil, que los reguladores se llevan cuando acaba su jornada”.

Los taxis (autorizados para subir a Pandébano) están trabajando “mucho”. Cada día suben con más frecuencia por el elevado número de clientes. Además de los habituales vascos y madrileños, se ven por la zona cada vez más visitantes “catalanes, gallegos y valencianos”, apunta Juanjo Álvarez.

Los refugios de montaña son buenos indicadores de la situación del sector. En el de la vega de Urriellu ya había bastante movimiento en junio, mucho senderista y montañero “nuevo”, gente que antes del confinamiento no realizaba estas actividades.

Sergio González, guarda del refugio de Urriellu destacaba hace unos días que este año ha bajado notablemente la edad media de los usuarios. Antes de la pandemia estaba por encima de los treinta años, mientras que ahora se acerca a los veinte.

Las restricciones vigentes para los refugios de montaña limitaban hasta hace unas semanas la ocupación a un tercio de las plazas, pero ahora ya se puede ocupar la mitad; 48 de las 96 existentes en el caso de Urriellu.

Aún pueden encontrarse algunas plazas libres entre semana, pero los fines de semana es mucho más complicado. Las reservas van “muy bien”, comenta el guarda, que augura que el refugio se empezará a llenar a partir de ahora.

“Cuando sale el sol Asturias es muy agradecida y la gente tira mucho a visitarnos, sobre todo de las zonas de España que tienen temperaturas muy elevadas”, señala.

La presencia de extranjeros es mínima: algunos franceses, belgas, alemanes y checos. De entre los visitantes nacionales, muchos catalanes, y bastantes vascos, madrileños andaluces, canarios, gallegos… “Un poco de toda la Península”. González está convencido de que el verano será “excelente”.

“La gente se tira al monte cada vez más, busca lo que aquí tenemos: naturaleza, un entorno privilegiado, que permite dispersión y realizar cientos de rutas, la mayoría asequibles y no publicitadas”.

Las previsiones meteorológicas también ayudan: “Para los próximos quince días se prevén buenas temperaturas, ideales para el senderismo y el montañismo”, concluye.

El montañismo está en erupción. La Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias (FEMPA) pasó de los 8.400 federados del año pasado a los 14.300 actuales, un 70 por ciento más, un “boom”.

“Después de tanto encierro en casa la gente tiene muchas ganas de salir al monte, de sentirse libre, de caminar sin mascarilla y de respirar aire puro”, señalaba hace unas semanas el presidente de la FEMPA, Juan Rionda.

Marino Muñiz, responsable de las actividades infantiles y juveniles de la Agrupación Montañera Astur Torrecerredo, que suma unos 800 asociados, en sintonía cono lo manifestado con Xuacu Álvarez, indica que el año pasado parajes como los Picos de Europa estuvieron “a reventar” y defiende que este año esa querencia hacia la montaña es “algo más reflexiva”.

“Después de haber vivido el confinamiento, la gente tiene ganas de experimentar la montaña, la naturaleza, de salir y disfrutar. El confinamiento hizo mella en la gente”, comenta Estela Alonso Rosete, presidenta del Grupo de Montaña Peña Santa de Cangas de Onís.

La afición a la montaña tiene su “cara b” que preocupa al Gobierno del Principado, preparado para un aumento de los rescates en la montaña. El año pasado ya crecieron un 22 por ciento. En lo que va de año se han registrado más de medio centenar de rescates, cerca de una treintena de rastreos de montaña y más de 150 operaciones con el helicóptero medicalizado, casi la mitad en la montaña.

La Guardia Civil de Montaña también está preparada: ha desplegado medio centenar de agentes. El incremento del número de visitantes a la Cordillera Cantábrica, en especial a los Picos de Europa, multiplica el riesgo de accidentes.

La Delegada del Gobierno, Delia Losa, anunció hace unos días que la Guardia Civil vigilará especialmente la senda del Cares y el resto de los Picos de Europa.

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