La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Gamoniteiru: pedaladas de futuro para el concejo de Lena

El municipio quiere convertir el alto ciclista en un motor económico a través del turismo, tal y como Riosa lleva años impulsando la cima del Angliru

Samu Sánchez y Luis Fernández Castañón, subiendo La Cobertoria. | J. E. C..

Algo menos de 40 kilómetros separan la explanada del Angliru del repetidor del Gamoniteiru. El primero, en Riosa, conforma la cima más dura del país y una de las más duras del mundo en el ámbito ciclista. La segunda, que la serpiente multicolor –como coloquialmente se conoce al pelotón ciclista en las grandes vueltas– subirá por primera vez el próximo 2 de septiembre, aspira también a convertirse en un referente para los aficionados a las dos ruedas.

El deporte, en este caso el ciclismo, se está haciendo un hueco como motor económico y como alternativa para unos territorios, las cuencas mineras centrales asturianas, donde el cierre de la actividad extractiva ha dejado huérfanos de oportunidades a sus ciudadanos. Ahora esperan otra vez a la Vuelta.

Fue en el siglo pasado, en 1999, cuando la Vuelta a España descubría una llegada que siempre había estado ahí, pero que nunca se había explorado. Era el Angliru. El entonces alcalde de Riosa, José Antonio Muñiz, enseñaba al mundo una cima llamada a codearse en fama ciclista con los grandes puertos de otros países, como el Alpe d’Huez francés o el Mortirolo italiano.

La llegada de la Vuelta a España al bautizado como “el Olimpo del ciclismo” hizo que el sector turístico, en un concejo eminentemente minero, comenzase a despegar. El primer ganador de etapa en el Angliru fue, además, uno de los mejores escaladores de la historia y un emblema del ciclismo, José María “el Chava” Jiménez –fallecido en 2003–, lo que hizo que la cima cobrase aún más relevancia.

Magali Pereira señala hacia la montaña desde su establecimiento en Riosa. Andrés Velasco

Desde entonces y hasta hoy, muchos aficionados del ciclismo han querido probarse en las duras rampas de la montaña riosana. “La llegada de la Vuelta al Angliru supuso un gran empujón, que debemos de aprovechar y que tenemos que seguir explotando”, señala la alcaldesa de Riosa, Ana Díaz, que pese a todo reconoce que quizá durante todos estos años no se ha sabido sacar todo el partido posible a la montaña.

Desde aquella primera edición, otras siete veces ha venido la Vuelta a territorio riosano. Y en cada ocasión –salvo el pasado año, marcado por la pandemia–, el resultado para el sector hostelero ha sido notable. “Durante los veranos previos a la subida, normalmente los alojamientos tienen una ocupación muy alta, y se nota que los aficionados al ciclismo, de todas las partes de mundo, vienen mucho más por aquí, y aunque no pernocten, sí que consumen en estos negocios”, explica Magali Pereira, dueña del bar El Puente, en L’Ará, y desde hace cuatro años también del hotel El Balcón del Angliru, en la localidad de Fresneo, y que nació –con sus anteriores gestores– al calor de la llegada ciclista a la zona.

Esta hostelera explica que para vivir “solo y exclusivamente de ello” el Angliru no da para todo el año. “Muchos aficionados al ciclismo, de todo el mundo, vienen por aquí, pero el consumo que hacen es de un café, una comida o un bocadillo. Salvo en los años de etapa y en periodos muy concretos, en los que sí te pueden paliar el menor aforo del invierno, la aportación no es significativa”, apunta Pereira.

Desde su establecimiento se observa la ladera del coloso riosano. Mientras que ella atiende a sus parroquianos habituales, por las rampas del Angliru pasan algunos ciclistas. A cuentagotas. “Yo vengo de Barcelona, ¿queda mucho?”, pregunta uno de estos aficionados, sin siquiera resuello para decir su nombre. No sabía que aún le queda la mitad de la subida, los seis kilómetros más duros. Lo mismo que a otro aficionado gallego, que con su música a todo trapo para darse ánimo, pedalea para encarar Les Cabanes, las primeras rampas duras del Angliru. Tal y como explicaba Magali Pereira, los cicloturistas pasan a cuentagotas.

Un aficionado subiendo una de las míticas cuestas del Angliru.

“El Angliru nos ha servido para colocar a Riosa en el mapa, y si bien es cierto que quizá no hemos sabido aprovechar todo su potencial, estamos trabajando para ello”, explica Ana Díaz, alcaldesa de Riosa. La regidora señala que en la primavera y el verano “se nota mucho la presencia de ciclistas, pero la falta de plazas hoteleras hace que pernocten en otros puntos de Asturias, como Oviedo o Gijón fundamentalmente”. Ahí está el debe. Porque en esos periodos, los alojamientos que hay, dice la Alcaldesa, “tienen buena ocupación”. Lo sabe porque aunque gestionado por un tercero, el Ayuntamiento tiene un albergue en mitad de la subida, un establecimiento financiado con fondos mineros.

El Angliru fue el alto que rompió el hielo en las Cuencas como cima mítica para los aficionados al ciclismo, pero en el vecino concejo de Lena tienen varias montañas que aspiran a igualar, superar o, al menos, acercarse al prestigio de la montaña de Riosa. La última en sumarse a la nómina es el alto del Gamoniteiru, cuya cima no está en Lena, sino en otro concejo vecino, Quirós. Sin embargo, ha sido el municipio lenense el que más se ha volcado en hacer del Gamoniteiru un polo de atracción de visitantes y un posible dinamizador de la economía a través del turismo.

Un aficionado subiendo el Gamoniteiru

Luis Núñez es el presidente de la asociación turística Asturcentral y además regenta un alojamiento en el concejo de Lena. “Estamos notando mucho la presencia del Gamoniteiru en esta edición de la Vuelta a España”, afirma contundente, para agregar que “hemos tenido en general un mes de agosto excelente, y, además, al coincidir que la subida se hará en los primeros días de septiembre, tenemos una prolongación de la temporada de verano, ya que las reservas se han extendido hasta pasado el Día de Asturias”.

Este veterano hostelero, curtido en mil batallas, explica que “descubrir un nuevo puerto siempre es importante, porque hay mucha afición al ciclismo, y eso hace que la hostelería y la hotelería se puedan beneficiar”. “Aunque no sean unos ingresos que llegan todo el año, y que se ciñen más bien a la primavera o el verano, la verdad es que supone un extra que ayuda mucho”, apunta. Obviamente, el sector aún no tiene un cálculo exacto de lo que puede suponer el Gamoniteiru en sus cuentas anuales, pero sí que se hacen un dibujo respecto a otros años. “Si tomamos como referencia el 2019, último verano prepandemia, quizás estemos hablando de un 20% más de reservas en este periodo”, señala Núñez. “Ahora solo queda que haya una buena etapa y que la subida se consolide, de forma que podamos tener otro coloso como el Angliru”, zanja.

Un aficionado subiendo el Angliru

Y es que el coloso riosano ha sido una referencia a la hora de poder desarrollar un proyecto dinamizador en torno al ciclismo. La alcaldesa de Lena, Gema Álvarez, entiende que por esos derroteros puede discurrir parte del futuro económico del concejo: “Nosotros, desde hace años, hemos hecho una apuesta importante por la marca ‘Lena, destino ciclista’, y el Gamoniteiru es buena prueba de ello, pero no la única”. La regidora hace referencia a otros altos, como el Cuitu Negro o La Cubilla, dos cimas a las que ha llegado la Vuelta a España y que son dos atractivos, aunque todavía no llegan al nivel de la cima riosana.

“Nuestra idea es seguir apostando por convertirnos en una referencia para los aficionados a la bicicleta. Tenemos varios puertos que han sido llegada de la Vuelta, y tenemos que intentar que los cicloturistas vengan a Lena y se queden varios días, que una vez que vengan por el ciclismo se queden a conocer el resto del concejo”, apunta la regidora.

El albergue municipal en la subida riosana. | A. VELASCO

Al igual que la alcaldesa de Riosa, la de Lena (ambas de IU) también entiende que la hotelería es el debe de su municipio en lo referente al número de plazas. “En determinadas épocas quizá no podamos cubrir la demanda, y desde el Ayuntamiento la idea es tratar de animar y convencer a la iniciativa privada de que merece la pena invertir en nuestro territorio, porque nos beneficiaremos todos”, indica Álvarez.

La jornada amanece con nubes en la comarca del Caudal. A poco más de diez días para que los ciclistas profesionales suban el temido Gamoniteiru, la agradable temperatura hace que los cicloturistas se hayan echado a la carretera. Unos en bicicleta de competición, otros en sus “burras” de montaña. Todos con cara de esfuerzo. Pedalean lento, pero seguro, a la misma marcha con la que Lena y Riosa abanderan el desarrollo turístico en torno al ciclismo. Cuando quedan unos tres kilómetros para coronar la cima llega la primera recompensa. Sale el sol, y un mar de nubes queda para el deleite de los exhaustos aficionados, que podrán disfrutar de la recompensa final cuando lleguen a la cima. Una analogía que esperan culminar pronto en los valles mineros, para que acaben siendo los valles ciclistas.

Escenario fantástico

Un final de etapa que aspira a convertirse en mítico, ideal para ciclistas sin amarres dispuestos a dar rienda suelta a la épica

Por, José E. Cima


Asturias descubre cada año a la Vuelta a España una montaña excepcional y ese hecho incuestionable consigue que aficionados de todo el país programen su peregrinación al Principado para conocer –y reconocer– un escenario fantástico de final de etapa. Desde hace dos décadas y tras descubrirse el temible Angliru, al director general de la Vuelta, Javier Guillén, se le reclamaba un final en el repetidor del Gamoniteiru y siempre se recurría a la excusa de que no había espacio en la cima para montar una infraestructura de meta, podio y espacio para los medios de comunicación.

Pero el tiempo y los grandes éxitos de llegadas como La Farrapona, Cotobello, Cuitu Negro, Les Praeres y La Cubilla hicieron de Asturias escenario imprescindible para el aficionado ciclista y el enamorado de la montaña que por estas fechas llenan el llamado con acierto Paraíso Natural. Al final la organización de la carrera hizo el esfuerzo y los ciclistas llegarán hasta la cumbre del Gamoniteiru. Aunque la carretera es demasiado estrecha, con ilusión y empeño se consigue sacarse de la manga una nueva etapa reina.

Resulta sorprendente la cantidad de personas de todo el país que ascienden en bicicleta, moto, en coche e incluso a pie hasta los 1.770 metros de la cima del repetidor para hacerse una idea de esa dura subida, que además encandila cuando el sol brilla y desde la cúspide se contempla hasta la costa de Gijón, el macizo de las Ubiñas o los Picos de Europa. Un impresionante deleite para los pulmones y para la vista.

A nivel deportivo no es exagerado decir que el final de etapa del jueves 2 de septiembre incluye una subida de l nivel de los puertos míticos del Tour de Francia, como el Tourmalet, Alpe d’Huez o Galibier, tanto por su dureza continua como por el kilometraje para la exhibición. Desde que se reparó y reformó hace años, La Cobertoria se convirtió en uno de los puertos más exigentes de Asturias. Al unírsele este año de forma continuada los casi seis kilómetros del Gamoniteiru, el espectáculo ciclista puede convertirse en inenarrable, del nivel del más ambicioso campeón. 

Puede suceder que tanta montaña se les atragante a la mayoría de los ciclistas y cuando se está al final de una gran vuelta las fuerzas no acompañan a las intenciones de la cabeza. Y suele imponerse más el freno de mano para no perder lo conseguido hasta ese momento que exponerse a jugar un órdago. Eso hace que algunas maravillosas etapas defrauden, pero será por falta de fuerzas, no por la calidad del escenario.

Lo que está claro es que el ciclista que esté acabando fuerte la carrera, en el Gamoniteiru tendrá en sus piernas la opción de destronar al líder. De ahí que si un ciclista como Edgar Bernal, que es el mejor escalador al faltar Pogacar, logra superar sus problemas de espalda, se convierte en candidato capaz de dar la vuelta a la clasificación general. Bernal es ambicioso y así ganó ya un Tour de Francia dando la batalla en los Alpes. Esa es la esperanza que nos queda a aquellos que suspiramos por un ciclismo sin amarres por parte de ciclistas que dan rienda suelta a los instintos de la épica.


Compartir el artículo

stats