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Piazza del Popolo, espectacular umbral de Roma

Uno de los lugares más hermosos de la ciudad eterna, al que da paso la Puerta Flaminia

Concita tantos puntos de interés, tanta belleza, que nunca hasta este momento me había animado a plasmar mis impresiones sobre ella, pero ha llegado el momento en el que me decida a escribir sobre la Piazza del Popolo. Al revés de lo que hago habitualmente accediendo a la plaza por una de las tres calles (Babuino, Corso o Ripetta, que la unen al centro histórico de la ciudad, y que forman el famoso Tridente), entro por la Puerta Flaminia. Quiero hacer lo mismo que los viajeros de antaño y percibir la plaza desde ese ángulo.

Esta famosa puerta era la más transitada en la antigüedad porque de aquí partía la vía Flaminia, una antigua calzada que conectaba por el norte la ciudad con el resto del imperio. Sin duda es la puerta más conocida de las 17 con las que cuenta la muralla Aureliana que circunda Roma.

La puerta que hoy podemos admirar fue diseñada en dos etapas. La fachada exterior es obra de Nanni di Baccio, que se inspiró en el Arco de Tito.

La fachada interior, realizada por Bernini, recuerda en una placa la llegada a Roma de la reina Cristina de Suecia que acababa de renunciar al trono. En ella se puede leer: “Por una entrada feliz y propicia. Año del Señor de 1655”.

Si dejamos de observar los detalles de la puerta y miramos por el arco central de la misma, antes de traspasarlo, la visión que se nos ofrece es realmente grandiosa… Un enorme obelisco… y al fondo dos iglesias a primera vista gemelas que parecen disfrutar con la sorpresa que saben causan en los que las contemplan. Santa Maria dei Miracoli y Santa Maria in Montesanto aparentan ser iguales, pero no lo son. Si nos fijamos en sus cúpulas observaremos que la de Montesanto es oval, mientras que la dei Miracoli presenta forma circular. Como dato curioso, señalar que Santa Maria in Montesanto está considerada como la iglesia de los artistas y que en ella fue ordenado sacerdote San Juan XXIII. Al lado de estas iglesias vivió la filósofa María Zambrano.

Muchos son los puntos de interés que, como piezas de ajedrez, artísticamente colocadas en la inmensidad de la plaza, le confieren una belleza única.

En uno de los costados de la Puerta Flaminia, como intentando pasar desapercibida, se encuentra la basílica de Santa Maria del Popolo, que, se dice, fue costeada por el pueblo de Roma a finales del siglo XI. Cuenta la leyenda que cuando Nerón se suicidó, su cuerpo fue enterrado donde se levanta esta iglesia. Parece ser que sobre la tierra que cubría sus restos había un nogal embrujado, siempre lleno de cuervos, y se decía que el fantasma del emperador, junto con otros espíritus malignos, hostigaba a todos los que por allí pasaban. Para terminar con aquella creencia el Papa Pascual II mandó talar el árbol y quemarlo. Después de un exorcismo, decidió levantar una capilla románica, origen de la actual basílica. Una basílica menor, Santa Maria del Popolo, que, en opinión de los expertos, es de visita obligada. Es tal el número de obras de arte que en ella se guardan que muchos no dudan en calificarla de museo. En la capilla Cerasi, por ejemplo, se pueden contemplar, “La Asunción de la Virgen de Carracci” que llama la atención al ver los brazos de la Virgen elevados hacia el cielo como deseando llegar. En los laterales, dos obras de Caravaggio: la conversión de San Pablo y la crucifixión de San Pedro.

Los hermosos frescos de Pinturicchio pueblan las bóvedas de sibilas, monstruos y apóstoles.

Mención especial, merece la capilla Chigi, que fue encomendada a Rafael Sanzio, con el que Chigi mantenía una relación excelente.

Rafael murió antes de terminar la obra, que quedó en manos de Bernini, que creó las impactantes esculturas de “Daniel con el león” y “Habacuc y el ángel”. Precisamente esta capilla Chigi es considerada en el libro, y también en la película, “Ángeles y demonios” como el “altar terreno”, el primer altar de la ciencia. Si han leído el libro o han visto la película recordarán que en la escultura de Bernini “Habacuc y el ángel” se encuentra la clave para encontrar el próximo altar de la ciencia; el dedo del ángel indica la dirección que deben seguir para localizar el próximo objetivo, el segundo altar de la ciencia.

En el centro de la plaza se eleva hacia el cielo un obelisco egipcio dedicado a Ramsés II. Es conocido como Flaminio. Mide veinticuatro metros y hasta el siglo XVI estuvo ubicado en el Circo Máximo. Será el Papa Sixto V quien decida su traslado a la Piazza del Popolo para que todos los que llegaran a la ciudad por la Puerta Flaminia pudieran verlo.

Los leones y la fuente que protegen al obelisco han sido diseñados por Valadier, que también proyectó las otras dos fuentes situadas en las exedras añadidas a la plaza para darle la forma semicircular o elíptica que presenta.

A la derecha, más cercana al río Tíber se encuentra la fuente de Neptuno, en la que el dios de los mares aparece rodeado de delfines y tritones. A la izquierda, la fuente de la diosa Roma; a sus pies, la loba Capitolina con “Rómulo” y “Remo”.

Detrás de la diosa Roma, las escaleras pobladas de esculturas y adornos florales que llevan a la terraza y jardines del Pincio, donde se puede contemplar una de las más espectaculares puestas de sol sobre la ciudad.

La Piazza del Popolo es una de las más hermosas de Roma y la preferida por los romanos para dar la bienvenida al año nuevo.

Un consejo, aunque conozcan bien Roma, pero no hayan entrado por la Puerta Flaminia, deben hacerlo. Así lo hizo Cervantes, según el poema de Alberti que figura en la misma plaza: “Cervantes entró a Roma”:

“¡Oh grande, oh poderosa, oh sacrosanta

alma ciudad de Roma!,

lo dijo, arrodillándose,

devota, humildemente.

Por sobre los tejados, las torres y las cúpulas,

por sobre el cielo, Roma

levanta la cabeza.

¡Oh, Roma de las puertas grandes para dioses!

Hoy vi salir por una a Polifemo”

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