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La construcción

Estos son los sectores en los que se puede encontrar trabajo en Asturias: hay miles de puestos sin cubrir

Las compañías asturianas del metal, las nuevas tecnologías, los talleres de coches y la construcción reclaman mano de obra con urgencia, pero no la encuentran por la falta de formación cualificada

La inmensa mayoría de los estudiantes de la Facultad de Ingeniería Informática de la Universidad de Oviedo tiene trabajo mucho antes de acabar la carrera. Algunos de ellos ya firmaron su primer contrato laboral durante el segundo curso y cuando alcanzan cuarto ya han pasado por varias empresas. Se los rifan. Son más de un centenar de profesionales que tienen el futuro despejado. Así lo asegura el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Informáticos del Principado, José García Fanjul. Se trata de un caso de éxito a medias: no son suficientes. La producción de informáticos no llega para atender a la demanda de las compañías. Es una de las paradojas del mercado laboral asturiano.

Al otro lado de las paredes del aula, en las oficinas, los talleres o los andamios, muchas empresas asturianas están desesperadas. No encuentran profesionales para atender la creciente demanda de trabajo que vienen notando desde que la crisis provocada por la pandemia aflojó. Ocurre en una amplia variedad de oficios y ocupaciones, como en las nuevas tecnologías, la construcción, el metal, el naval, el transporte, los talleres de coches... Todo pese a que el Principado cerró octubre con 65.756 demandantes de empleo. Las cuentas no salen.

¿Por qué este desbarajuste?

Rogelio Cuesta, presidente de la patronal asturiana de talleres y concesionarios de coches (ASPA), asegura, gráficamente, que “llevamos años demandando mano de obra con cualificación, pero es que los cursos de Formación Profesional para nuestro sector ni siquiera se llenan”. La sentencia general de los empresarios dicta, entre otras cosas, que falta orientación para que los estudiantes opten por estudios con salida laboral y que no hay suficientes plazas para los puestos que más se demandan. Un callejón.

El problema es el mismo, pero el diagnóstico resulta diferente en función de los sectores. La informática no tiene el problema de vocaciones que sí atenaza a los talleres, la construcción o el metal. “Estamos convencidos de que falla la orientación ya en la escuela, no se les dice a los estudiantes cuáles son las actividades que tienen futuro”, señala Cuesta. El coste es un mercado laboral desajustado. Con formaciones sin salida, y empresas sin trabajadores. Un laberinto. Sin rápida solución, según el análisis de los expertos.

¿Qué hacen las empresas?

Las estrategias van por sectores. Entre las tecnológicas se ha recrudecido la guerra por captar mano de obra en empresas rivales a golpe de talonario. La construcción quiere repescar trabajadores entre aquellos que cobran el salario social. Una vía para engordar sus plantillas que están comenzando a explorar y que confían en que dé éxito para poder afrontar con buenas garantías la avalancha de trabajo que se le viene encima. El naval se mueve entre varias aguas. Trata de formar a su propio personal en las empresas o en centros de formación de la vecina Galicia –comunidad muy próxima a los Astilleros Gondán, uno de los grandes empleadores–, pero no es suficiente y está comenzando a traer empleados de fuera. Y la estrategia de los talleres de coches merece un párrafo aparte. Por ese sector arranca este reportaje sobre los problemas para encontrar personal cualificado para atender la demanda, que ha despertado tras reponerse del coronavirus.

Los talleres de coches y la FP.

Ante el frenazo de alumnos en las aulas, el sector de los talleres quiere tomar las riendas de la situación y va a plantear al Principado la posibilidad de construir su propio centro de formación profesional privado en las instalaciones que ya tienen en Olloniego (Oviedo) y en las que ya llevan tiempo dando formación para desempleados. “Necesitamos de todo, chapistas, electricistas...”, explica Rogelio Cuesta. La escasez está obligando a las compañías a intentar pescar entre sus competidores. Tampoco ayuda, recalca el empresario, que el Servicio Público de Empleo “lleva 13 meses sin pagar las becas del transporte para aquellos que estudian una FP”. Una queja que corroboran los estudiantes y que provoca que muchos, ahogados por los gastos, acaben por tirar la toalla y que, por lo tanto, decidan dejar los estudios. Talento baldío, desperdiciado.

Manuel Álvarez Pulido. | Luisma Murias

Los talleres de coches

Álvarez Pulido: “Quería estudiar algo para hacer un trabajo del que no me cansara”

A Manuel Álvarez Pulido el mundo de los coches le atraía desde hace tiempo, aunque reconoce que barajó varias opciones antes de decidirse por un módulo de chapa y pintura que se impartía “al lado de mi casa”. En el centro de Formación Profesional de Langreo. Había considerado otras opciones, como la de monitor infantil. El curso le pillaba más a desmano.

Así que ya dentro del mundo del automóvil todo fue, más o menos, rodado, acabó el curso y consiguió unas prácticas por tres meses en un taller que también estaba muy cerca de su casa, y una vez acabada esa formación en la empresa se quedó allí a trabajar. Un éxito. “Quería estudiar algo para poder hacer un trabajo del que no me acabara cansando, y acerté”, señala. También manejó entre sus opciones la mecánica –reparar motores y hurgar en las entrañas de los vehículos–, pero acabó descartándolo. “No quería algo tampoco que me generara preocupaciones y acabar llevándome el trabajo a casa”, argumenta.

La formación le pilló en mitad de la pandemia del coronavirus, no supuso ningún freno para él. Sin embargo, muchos de sus compañeros de clase sí que abandonaron antes de tiempo. El curso de chapa y pintura, recuerda, “lo empezamos diez personas, pero al final quedamos solo cinco”. Y añade: “Según están las cosas también buscaba algo con lo que poder conseguir un trabajo de forma rápida”, dice.

La construcción y el salario social.

El virus de la falta de personal tras la pandemia se extiende de los talleres al andamio. La construcción comienza a despegar alentada por la edificación de nuevas viviendas, que va tomando altura; la rehabilitación que –bañada por los millones europeos– también levanta cabeza, y la obra pública que –pese a la crisis de la carestía de materias primas– sigue acelerando. El subidón de actividad está sacando a la luz las carencias formativas de este destacado sector. El presidente de la Confederación Asturiana de la Construcción (CAC-Asprocon), Joel García, trata de enumerar los puestos que las empresas no logran cubrir y le faltan dedos en las manos. Hay carteles de “se busca personal” rogando por albañiles, encofradores, gruistas... De todo. Ahora, el sector está intentando reenganchar a asturianos que estén cobrando el salario social a un mercado laboral que creían cerrado a cal y canto. Lo están haciendo a través de ofrecerles formación para entrar a trabajar. Dejándoles la puerta abierta. Otra vez. Por cierto, la iniciativa, presume Joel García, se la están copiando ya a nivel nacional.

La construcción va nutriendo de alumnos a sus cursos de formación, a través de la Fundación Laboral de la Construcción (FLC), sabiendo que por el horizonte asoma una carga de trabajo como nunca se había visto en este sector gracias al impulso de la rehabilitación de viviendas, cimentada sobre los fondos europeos. “Hay muchos a los que ya les pica la curiosidad por el sector”, asegura Joel García. Muchos, pero aún no suficientes. Ladrillo a ladrillo. Las estimaciones señalan que el sector necesitará unos 15.000 trabajadores durante los próximos años.

Javier Montero. | Juan Plaza

La construcción

Javier Montero: “Quería abrir el abanico, y ahora las expectativas que tengo son muy altas”

Javier Montero había dedicado su vida laboral al pladur, pero ahora a sus 45 años quiere abrir nuevos horizontes en la construcción, uno de los sectores de actividad que más carga de trabajo, se estima, tendrán durante los próximos años en la región. Fueron las nuevas normas de prevención de riesgos laborales las que le empujaron a apuntarse a un curso de albañilería, necesitaba el certificado para buscar un empleo en el ladrillo y la formación que está haciendo ahora se lo permite adquirir. “Quería abrir el abanico”, señala. Es decir, seguir formándose en lo que le gusta para conseguir incrementar sus posibilidades de reengancharse al mercado laboral. Y las posibilidades son muy elevadas. Comenzará las prácticas en unas semanas –a finales de este mes– y, asegura, “las expectativas que tengo son muy altas”. Eso sí, critica que, por el momento, ni él ni sus compañeros de clase están recibiendo las ayudas para el transporte que les habían prometido. Una queja que también tienen estudiantes de otros módulos formativos.

Sus profesores, de hecho, destacan la buena actitud que está teniendo en las clases lo que, señalan, aumenta exponencialmente sus posibilidades de conseguir un empleo. Por si las moscas, ya le tiene echado el ojo a otro módulo formativo de ventilación de fachadas. Otra de las especialidades más demandadas por las empresas de la construcción regional.

El naval ya importa mano de obra.

Al igual que Joel García, el asturiano Álvaro Platero, presidente de Astilleros Gondán y de la patronal nacional de los astilleros Pymar, echa mano de la lista de necesidades laborales del sector y resulta que le hacen falta unas ocupaciones muy similares a las que precisan también la construcción o el metal. “Necesitamos soldadores, caldereros, electricistas o informáticos”, enumera. Perfiles que son, todos ellos, viejos conocidos en la lista de necesidades de las empresas asturianas. Ante ese bloqueo el sector ha intentado fortalecer los pilares de la Formación Profesional, pero con poco éxito. Poco gancho más bien. El mensaje no cala entre los jóvenes. Por eso las compañías están dando su propia formación en perfiles muy específicos que no encuentran en el sistema regional de formación. Curiosamente, están pescando empleados en los centros de FP de la vecina Galicia (en Ribadeo) –donde sí que se da la formación que necesitan– y, cuando todo eso falla, los están buscando fuera. “En el astillero hemos traído una subcontrata de Lituania para todo el tema de carpintería, porque aquí no los encontrábamos”, señala Platero.

La encrucijada del poderoso metal.

La industria está, no solo en Asturias, ante un cambio de hábitos que provocará una vuelta de tuerca a su actividad y, por lo tanto, aviva la necesidad de nuevos perfiles profesionales que hasta ahora eran impensables, según el análisis de la patronal asturiana de este poderoso sector, Femetal. “El entorno en el que opera la industria del metal en Asturias se está viendo alterado por la incidencia de dos procesos de transformación que debe asumir para seguir siendo competitivo y que también está marcando las necesidades profesionales de las empresas para poder asumir estos cambios”, señala la asociación. Los cambios a los que aluden son el camino hacia la descarbonización de la actividad industrial y la transformación digital. “Estos dos procesos eliminarán determinadas profesiones, pero también se crearán otras exigencias profesionales, pero en una proporción no equitativa, lo que está generando un ‘gap’ (algo así como un hueco) en determinadas habilidades que la empresa del metal no está consiguiendo localizar en el mercado laboral”, explican. Un problema que se ha acentuado ahora pero que viene de bastante atrás. “Llevamos varias décadas padeciendo la escasez de mano de obra cualificada”, señala la patronal.

¿Qué está haciendo el sector? Buscar fuera. Como el naval, pero a mayor escala. La falta de determinados perfiles “está obligando a las empresas a tomar decisiones en el corto plazo, buscando la mano de obra en otras comunidades o países, o creando sus propias unidades de formación para instruir perfiles en función de sus necesidades o externalizando el servicio”. El problema de la falta de perfiles es un quebradero de cabeza para el sector. Tanto que la propia Femetal, a través de la red de socios de la FP industrial y con el apoyo del Gobierno del Principado, está organizando diferentes actividades para intentar atraer jóvenes al sector. El gran reto. Precisamente, el próximo miércoles el sector ha organizado en Gijón unas jornadas tituladas “FP Innovation Day” para reflexionar sobre la importancia de la Formación Profesional para el desarrollo del sector del metal en Asturias.

Las TIC, a golpe de talonario.

La guerra por atraer personal bien formado al sector de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se ha recrudecido en los últimos meses. Las empresas tratan de pescar profesionales bien preparados en la competencia, a golpe de talonario. Hay varios perfiles, señala el secretario general del Clúster TIC –la asociación que aglutina a estas compañías–, Enrique Jaímez, para los que las empresas tienen serias carencias. Son los programadores, de todo tipo, apunta; profesionales que se dediquen a la ciberseguridad –a luchar contra los delincuentes virtuales–; analistas de datos, y especialistas en inteligencia artificial.

Misma pregunta: ¿Qué hacen las TIC? Pagar por el talento. El treletrabajo, apunta Jaímez, abrió una nueva ventana de posibilidades a las compañías del sector. Es habitual que las empresas asturianas salgan a buscar profesionales fuera de la región, permitiéndoles trabajar desde sus casas. Sin necesidad de pisar Asturias. Pero lo que es una ventaja también supone una amenaza. Está ocurriendo que grandes empresas del sector están viniendo a “pescar” profesionales bien formados a la región, sin necesidad de viajar. Pudiendo trabajar desde sus casas. Lo hacen a fuerza de talonario también, pagando sueldos imposibles para las compañías asturianas. Ocurre cada vez con más frecuencia. Incluso tecnológicas del otro lado del globo –de Australia– han contratado a personal en Asturias usando esas armas: el talonario y el teletrabajo.

José García Fanjul, decano del Colegio de Ingenieros Informáticos del Principado y coordinador del grado de Ingeniería Informática de Gijón, presume de que todos los alumnos de las promociones salen con empleo. Muchos ya lo tienen mucho antes de acabar la carrera. En segundo, tercero o cuarto. “El de la falta de personal en nuestro sector es un problema global, no solo de Asturias”, matiza Fanjul. Aunque también pone de relieve que la región se está convirtiendo en un polo de atracción de grandes empresas multinacionales tecnológicas. “La ingeniería informática es muy vocacional, pero hay gente a la que la palabra ingeniería le sigue dando un poco de miedo porque considera que van a ser unos estudios muy complicados. Nada de eso. Hay que quitar ese pánico”, asegura.

César del Río Fernández

La informática

César del Río: “Salgo de la carrera con una oportunidad laboral”

A César del Río le gustan los retos. Cuando se planteó qué estudiar tenía pocas dudas, la ingeniería informática era su prioridad. “Quería un trabajo que no fuera monótono, y la informática se amoldaba mucho a ese requisito”, asegura. Está ya en cuarto curso y se está especializando en el desarrollo de programas informáticos de “software”. Ya tiene apalabradas unas prácticas en una empresa por más tiempo de lo habitual y con muy buenas perspectivas para quedarse trabajando después. Cruza los dedos. “Lo importante es que voy a salir de la carrera con una oportunidad laboral, que es algo que no todo el mundo puede decir”, señala. El suyo es uno de los oficios de futuro para la región, uno de los más demandados. Sus estudios han cumplido con sus expectativas de no caer en las garras de una actividad que fuera monótona y, además, acabará con unas prometedoras prácticas seguidas de una posibilidad de contratación. “Estoy bastante contento, la verdad”, asegura. También sus profesores, que aseguran que es un alumno destacado. “Esta es una carrera que tiene muchísimas especialidades, he tratado de buscar una que me gustara”, dice. En la especialidad de programador es, precisamente, donde más escasez existe.

El análisis: mala orientación.

Vanessa Argüelles Rodríguez, pedagoga lavianesa, presentó este mismo año su tesis doctoral –que recibió la calificación de sobresaliente cum laude (la máxima nota posible)– en la que analizaba las necesidades laborales de las empresas asturianas. Para realizar el estudio entrevistó a 267 directivos de compañías con sede en la región. El objetivo era conocer sus necesidades. La conclusión fue que lo que piden las compañías y directivos y lo que les ofertan los centros de formación y la propia Universidad está muy lejos de converger. A años luz.

“El problema radica en que las competencias que demanda el mercado no son las mismas que se trabajan en los centros educativos”, expone. El desfase es total. “Del campus del Milán salen cada año bastantes filósofos, pero en los colegios solo hay un par de profesores de Filosofía, ¿dónde van a trabajar?”.

Otra complicación. “Las empresas suelen contratar por las aptitudes que tiene el candidato (es decir, por sus conocimientos) y despiden por actitud (por la forma en la que encara las tareas)”, argumenta. Y la actitud no se suele enseñar en los centros de formación. “Hay falta de diálogo entre quienes forman al personal y los servicios de empleo”, añade. También las empresas tienen algo de culpa. “Las planificaciones de selección del personal no se planifican, se hacen de un día para otro”, indica. Y los estudiantes están, en muchas ocasiones, desorientados. “Las empresas tienen que acercarse más a la Universidad y explicarles a los alumnos en qué están trabajando”, dice. Y viceversa.

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