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La Universidad de Oviedo pierde un poco de sabiduría: en septiembre se jubilan 52 profesores

Juan Vázquez, Julio Bobes, Santos González y Herminio Sastre, algunos de los rostros más conocidos entre los que se retiran: «Queremos ver una Universidad más creativa, ambiciosa, rápida en la gestión y conectada con la empresa», afirman los investigadores que se van

Santos González, Julio Bobes, Herminio Sastre y Juan Vázquez.

El mes que viene se jubilan profesores de la talla de Juan Vázquez, catedrático de Economía Aplicada y exrector; Julio Bobes, catedrático de Psiquiatría y jefe de servicio de Psiquiatría del HUCA; Santos González, catedrático de Álgebra y exdecano de la Facultad de Ciencias; Luis Fernández-Vega, catedrático de Oftalmología, responsable del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega y presidente de la Fundación Princesa de Asturias; Herminio Sastre, catedrático de Tecnología del Medio Ambiente y exconsejero del Principado; Marino Pérez, catedrático de Psicología de la Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos... Son, en total, 52. 

Algunos de ellos confiesan a LA NUEVA ESPAÑA que lo que hoy sienten por la Universidad de Oviedo es ante todo «gratitud». «Es un enorme privilegio haber formado parte de esta casa universitaria. Y un lujo haber podido trabajar en lo que nos gusta y vivir de ello», señalan. 

Todos echarán de menos las clases y los alumnos, que, aseguran, les «revitalizaban». Esperan que la Universidad del futuro sea aún mejor: «Más creativa, estimulante, ambiciosa, más rápida en la gestión, referente en lo nacional e internacional, y muy conectada con la realidad asturiana». «Tenemos un gran capital humano, tal vez el mejor de la historia, y una empresa que los necesita. Trabajemos juntos», animan.

Según datos del Rectorado, este año en la Universidad de Oviedo se jubilarán un total de 52 profesores, la cifra más elevada de al menos los últimos cinco años. 

De ellos, 21 (un 40%) dejará las aulas y los laboratorios de forma voluntaria, mientras que los 31 restantes se jubilarán al haber alcanzado la edad máxima permitida: los 70 años. Este último número también es superior al de cursos anteriores. Prueba de ello es que en 2021 solo se retiraron por esta vía 18.

Juan Antonio Vázquez García

Llega a la jubilación con una mezcla de sentimientos. «Por un lado -cuenta-, el de misión cumplida y de cambio de ciclo a una vida más pausada, más centrada en la familia y con más tiempo para mí mismo. Y por otro lado, una sensación de nostalgia de mi casa universitaria de tantos años y de gratitud por el enorme privilegio que para mí ha sido la vida universitaria»  

Su vinculación con la Universidad de Oviedo pasa de los 45 años. En este tiempo, «han pasado muchas cosas», admite. «Como profesor de economía me ha tocado explicar crisis y recuperaciones, declives y auges, subidas y caídas de la coyuntura. Pero en conjunto, si hubiese que resumir en una sensación todos esos años, sería la de sentirme parte de una generación que ha contemplado, contribuido y participado en el formidable cambio y el avance de este país en esas décadas».

Para el catedrático de Economía Aplicada, uno de los mejores momentos que conserva de su vida académica fue su llegada al Rectorado en el año 2000, un «punto culminante», dice, en su carrera. En el sillón de mando estuvo ocho años (hasta 2008) y gracias a este cargo ejerció de presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) de 2003 a 2007. 

«Igualmente ha habido muchos otros momentos felices y no han faltado tampoco otros de inquietud, dificultades o conflicto, pero francamente no han quedado en mi recuerdo como momentos malos. Si acaso, los peores han sido las pérdidas de algunos amigos queridos en el camino», confiesa.

Cuando llegue septiembre, el ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales echará de menos «las clases y los alumnos». Y explica por qué: «Primero porque, como hijo de maestra, me gusta mucho la docencia y creo que es mi verdadera vocación. Y segundo, porque estar en contacto con los jóvenes te revitaliza. Cada comienzo de curso, tenía una sensación de rito iniciatico, de renovación, de reinicio, con unos estudiantes cada vez más jóvenes, a los que no solo iba a enseñar, sino con los que iba a aprender y de cuyas vidas ya formaría un poco parte».

Mirando al futuro, a Vázquez le gustaría ver una Universidad de Oviedo «creativa, estimulante, sensible, conectada con las necesidades sociales...». En definitiva, «una verdadera factoría del conocimiento y una fábrica de oportunidades. Una universidad que contase con los tres principales requisitos que caracterizan a las mejores del mundo: reunir una alta concentración y atracción de talento, abundantes recursos y financiación y una gobernanza ágil y profesional».

Julio Bobes García

Es otro de los que culminan una etapa. El catedrático de Psiquiatría tiene la sensación de haber obtenido los logros de un «corredor de fondo», aquel que «siempre requiere múltiples esfuerzos sostenidos y bien dosificados y sin apenas reconocimientos externos». «Esfuerzos -añade- a los que los médicos estamos acostumbrados y preparados para hacer un intenso trabajo de fondo y obtener resultados a largo plazo». 

El jefe de servicio de Psiquiatría del HUCA lleva unido a la Universidad asturiana desde 1971, contando su época de estudiante. Durante ella, recuerda con cariño, llegó a trabajar un verano como peón en la construcción de las bases del actual edificio de la Facultad de Medicina.

Para el prestigioso psiquiatra, lo mejor de su paso por la institución académica asturiana fueron dos momentos: la obtención del título de licenciado en Medicina y Cirugía, primero, y la obtención de la cátedra de Psiquiatría, después. De hecho, Bobes fue el primer alumno de la Facultad de Medicina en lograrlo. «Los peores momentos afortunadamente se me han borrado de la memoria histórica», dice con ironía.

¿Y qué echará de menos el doctor Bobes? «Al magnífico y amplio grupo de colaboradores y doctores que se han formado con el equipo del área de Psiquiatría, y particularmente, a las profesoras Mª Paz García-Portilla y Pilar A. Saiz». 

El médico sueña con una Universidad de Oviedo «más ambiciosa y rápida para resolver las disfunciones de gestión y con mayores índices de reputación internacional fruto del trabajo docente y de investigación que se desarrollan en ella».

Santos González Jiménez

El matemático resume sus casi 50 años en la institución académica asturiana con una palabra: gratitud. Porque, se explica, «me han permitido hacer lo que me gusta y, además, vivir de ello; todo un lujo». A ella llegó procedente de Zaragoza y de la mano de su esposa, la también catedrática de Álgebra Consuelo Martínez. Hoy González es toda una eminencia en la Facultad de Ciencias, la cual le tocó dirigir en el pasado. 

Echando la vista atrás, el ex vicerrector de Estudiantes habla de «años apasionantes», en los que siempre luchó por «el progreso de las matemáticas en Asturias». «Desde Pedrayes y Rey Pastor las matemáticas siempre habían sido una laguna en esta región. La Facultad que me tocó poner en marcha era una esperanza y creo que hoy tenemos una pléyade de brillantes matemáticos en la enseñanza, la investigación y la empresa. Y además que son cada día más necesarios», expresa. 

Solo hay que ver el crecimiento de matrículas que registra la Facultad, con el doble grado de Matemáticas y Física como una de las carreras más solicitadas de la Universidad y que atrae a los estudiantes más brillantes.

Aunque se jubile, Santos González anuncia que seguirá peleando. «En la forma que sea, y mientras la salud me acompañe, espero seguir luchando por el progreso de las matemáticas y ayudando siempre a los más jóvenes». De hecho, ha solicitado una de las plazas de profesor emérito de la Universidad. 

«En mi memoria solo tengo buenos momentos. Los peores fueron la pérdida de académicos entrañables, entre otros Pedro Gil y Lorenzo Pueyo», afirma. Como el resto de maestros que se jubilan, a Santos González le gustaría llegar a ver «una Universidad de referencia en el contexto nacional e internacional, y muy conectada a la realidad asturiana». 

«Vienen nuevos tiempos y debemos procurar que nuestros alumnos y titulados trabajen conjuntamente con la empresa por el progreso de Asturias. Tenemos un gran capital humano, tal vez el mejor de la historia, y una empresa que los necesita. Trabajemos juntos», sentencia.

Herminio Sastre Andrés

El catedrático de Tecnología del Medio Ambiente afronta la jubilación con «entusiasmo y alegría», y procurando dejar a un lado la melancolía de lo que queda atrás. Sastre cierra una etapa con el sentimiento del «deber cumplido», aunque avisa que no se quedará parado. 

«Hay que evitar la inactividad y, por tanto, seguir estudiando y valorando el conocimiento», dice. O eso al menos hará él. Hace 45 años y 11 meses -lleva bien la cuenta- que entró en la Universidad de Oviedo, contabilizando el tiempo que estuvo de estancia en Canadá y Estados Unidos, así como sus doce años de servicio público como consejero de Medio Ambiente, viceconsejero de Ciencia y Tecnología y, finalmente, consejero de Educación y Ciencia. 

«En un sistema dinámico y complejo como el universitario seguramente han existido muchos momentos difíciles, pero lo importante es olvidar los malos momentos y quedarnos con los más positivos: lectura de la tesis, consecución de plazas titulares, estancias en centros extranjeros, dirección de tesis doctorales y colaboración con investigadores», comenta. Entre todos ellos, Herminio Sastre se queda con uno: «Cuando acaba el curso y compruebas que el alumnado agradece y se ilusiona con el aprendizaje recibido». 

La Universidad ha sido para él su «dedicación y pasión» durante muchos años, por lo que ahora echará de menos muchas cosas. Sobre todo, «al alumnado, estar en contacto con gente joven, que te obliga a permanecer atento a todos los cambios sociales. Y a los compañeros que me han acompañado, algunos de los cuales han pasado a ser amigos». 

Sastre apuesta por una Universidad «con capacidad de adaptarse a las demandas futuras con la introducción y consolidación de la digitalización». También dinámica «en los cambios de formación e investigación para formar alumnos y profesionales con capacidad crítica para la sociedad, con los cambios que será necesario abordar». 

Por ejemplo, «en el área de tecnología del medio ambiente e ingeniería química habrá que ofrecer soluciones técnicas para procedimientos y productos sostenibles, es decir ,abordar la solución y formación técnica de la nueva economía circular».

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