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análisis

No es el cambio climático, es el despoblamiento: la verdadera causa de la ola de incendios en España

El origen del problema está en el abandono del monte, la falta de limpieza y una legislación excesivamente proteccionista: es la tesis que defienden los geólogos José Antonio Sáenz de Santa María y Enrique Ortega con los datos del último medio siglo en la mano

"El cambio climático mata", proclamó solemne Pedro Sánchez el pasado 18 de julio, tras visitar la zona del incendio en la localidad cacereña de Casas de Miravete que afectó al Parque Nacional de Monfragüe. El presidente del Gobierno achacaba así al calentamiento global del planeta derivado de la actividad humana el supuesto incremento de los fuegos forestales en España y de la virulencia de las llamas durante este verano.

Pero esta explicación no convence a todos. Ni mucho menos. Se trata de una tesis que el geólogo asturiano José Antonio Sáenz de Santa María, expresidente del colegio profesional en la región, y su colega Enrique Ortega Gironés, también profesional de amplia experiencia, rechazan de plano. A su juicio, estamos ante una "distorsión" de la problemática del cambio climático ajena al ámbito científico e impulsada por los dogmas de lo que califican como "religión climática". Y es que, para empezar, afirman que la situación de los incendios en este 2023 no es para nada excepcional, atribuyéndolos a unas políticas forestales mal enfocadas y no a las consecuencias de las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Una disculpa

"Atribuir la responsabilidad de los incendios al cambio climático no es más que una disculpa, un reconocimiento de facto de la incapacidad política para resolver problemas reales. Por ello, parece razonable sugerir la necesidad de realizar una revisión profunda de las políticas forestales", concluyen los arqueólogos en un artículo que acaba de aparecer en la revista digital "Entrevistas".

Sáenz de Santa María y Ortega parten de la base de que el cambio climático– "una excusa para esconder y justificar las deficiencias en el cuidado de la naturaleza"– no es más que "un fenómeno cíclico bien conocido por los geólogos". Si ha saltado a las principales preocupaciones de la sociedad actual es "a causa de la difusión de informaciones sesgadas, tergiversadas o directamente falsas que se encuentran sistemáticamente en los medios de comunicación".

Paisaje calcinado tras un incendio en el suroccidente de Asturias. Miki López

Múltiples ciclos

Según detallan estos expertos, el ciclo actual de calentamiento que atraviesa el planeta no se inició con la industrialización, sino hace ya unos 20.000 años. "Es uno más de los múltiples ciclos que, por razones naturales y ajenas a la actividad humana, se vienen produciendo al menos desde hace 65 millones de años", sin que exista una relación directa entre la emisión a la atmósfera de grandes cantidades de CO2 con estos fenómenos, explican, para añadir que la evolución de la temperatura durante los últimos 800.000 años muestra que el presente ciclo no es muy diferente de los precedentes procesos de calentamiento. "Las temperaturas globales han oscilado unos nueve grados centígrados arriba o abajo en los diferentes ciclos climáticos naturales y, en el presente, aun no se han alcanzado las temperaturas máximas de ciclos anteriores, algo que podría ocurrir en un futuro próximo (es decir, no muy lejano, pero en términos geológicos), dentro de algunos siglos o unos pocos milenios", subrayan los geólogos.

Si Sáenz de Santa María y Ortega Gironés niegan que la mano del hombre tenga que ver en un cambio climático que enmarcan dentro de proceso un totalmente natural, tampoco encuentran evidencias que permitan relacionar como causa principal de los incendios forestales que se registran este verano con el supuesto calentamiento del planeta. Más bien todo lo contrario.

Incendio en zonas húmedas

Y es que, en un primer acercamiento a los datos, los geólogos alertan de que, tomando como base la cartografía sobre el periodo 2006-2015 realizada por el Área de Defensa Contra Incendios Forestales y la Estadística General de Incendios Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica, la mayor concentración de incendios en ese decenio se dio en el Noroeste del país (Galicia, Asturias, El Bierzo, Sanabria y parte de Cantabria), en unos territorios que pertenecen a la España húmeda y cuyas temperaturas estivales no son precisamente excesivas. "El calentamiento global y el cambio climático no parecen ser variables importantes en el control de los incendios, mucho más abundantes en las áreas más húmedas y de menor temperatura", apuntan los geólogos, que sí llaman la atención de que en esas zonas más castigadas por las llamas persiste la ancestral costumbre de realizar quemas del monte en verano con el objetivo de erradicar malezas.

"Cualquier profesional que trabaje en el campo puede observar cómo han crecido por doquier arbustos de gran tamaño"

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Pero hay más factores que contribuyen a que las llamas se desaten. A su juicio, también hay que tener en cuenta el despoblamiento que sufren las áreas rurales del Noreste peninsular como una de las causas de los altos índices de incendios que registran. "Casi nadie aprovecha ya los recursos del monte, la madera caída para leña, los helechos y los tojos para cubrir los establos etcétera", detallan Sáenz de Santa María y Ortega Gironés, quienes también citan el hecho de que los bosques de esta parte de España son mucho más densos que en otras áreas.

Esa falta de excepcionalidad en los incendios de este año que subrayan los geólogos se hace "aún más evidente" si se compara con las tendencias registradas desde 1961, primer año del que hay datos oficiales. "Las estadísticas desde entonces son concluyentes para poner en evidencia que este 2022 no está registrando valores excepcionales, ni en número de incendios ni en hectáreas quemadas ni en grandes fuegos", sostienen los expertos.

Un incendio cerca de Oviedo. Miki López

Buscar el verdadero foco

Sáenz de Santa María y Ortega se cuestionan en su estudio cuáles son en realidad las causas de los incendios que se registran en estos meses, si el calentamiento global tiene que ver en ellos o si, por el contrario, la principal responsabilidad habría que buscarla en el mal estado de conservación y la falta de mantenimiento que presentan los montes. Así, a partir de la "evidencia" de que "las condiciones climáticas no han sufrido un cambio brusco y acusado que permitan atribuir al calentamiento global una incidencia significativa en los incendios cuando su número está atravesando una tendencia netamente regresiva", los veteranos geólogos apuntan directamente al hecho de que "desde hace varias décadas, el campo se está despoblando en grandes zonas de nuestro país, la España vaciada".

"Las condiciones climáticas no han sufrido un cambio brusco, pero desde hace décadas el campo se está despoblando"

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Un paseo por el monte

"La falta de población campesina y ganadera se traduce, en un gran desarrollo de vegetación de sotobosque, que no está siendo reducida por los trabajadores del campo o por la práctica de la ganadería extensiva", sostienen los autores del artículo. Aunque reconocen que "siempre hay excepciones", advierten de que "la situación de nuestros montes y bosques ha sufrido un deterioro notable durante las últimas cuatro décadas, como puede ser apreciado sobre el terreno por cualquiera de los profesionales, como nosotros los geólogos, que desarrollan su trabajo en el campo (...). Se puede observar cómo han crecido por doquier arbustos de gran tamaño, (piornos, tojos, zarzales...), que incluso llegan a sobrepasar en altura a los árboles jóvenes y hacen muy difícil caminar entre los mismos. Lo que antes era un paseo monte a través, se ha convertido en un deporte difícil y no exento de riesgos, algo desconocido para quienes, como muchos otros, llevamos más de 40 años monte arriba y monte abajo desarrollando nuestro trabajo".

El bosque legal

En este contexto, Sáenz de Santa María y Enrique Ortega se refiere a "las numerosas y abrumadoras disposiciones legales relativas al medio ambiente". "La declaración de grandes zonas de nuestro país como parques nacionales, zonas protegidas, reservas o áreas pertenecientes a la red Natura 2000 ha permitido que los montes hayan sido abandonados a su suerte, y que las personas capacitadas (especialmente agricultores y ganaderos) no puedan intervenir para contribuir a su limpieza", subrayan. Además, denuncian que esas normativas "han impedido mantener abiertos algunos caminos o abrir otros nuevos", cuando "esas vías cumplen, en el monte, dos funciones fundamentales: hacer de cortafuegos y permitir el acceso para poder transitar y cuidar el ganado y también, llegado el caso, facilitar el acceso para la extinción de los siniestros que pudieran producirse". "Tampoco debe olvidarse que, en realidad y de un modo general, nuestros montes no son primitivos y vírgenes, sino que están ya moldeados desde hace milenios por la mano del hombre y, en este sentido, no pueden ser calificados como naturales", añade.

Política forestal mal concebida

En resumen, que, a juicio, de los geólogos, "son las políticas forestales mal concebidas y ejecutadas las que han conducido a la situación actual". "La falta de mantenimiento y la despoblación de grandes zonas no tienen nada que ver con el calentamiento global, son problemas de carácter estrictamente político, cuyas soluciones, por lo tanto, han de serlo también. Atribuir la responsabilidad de los incendios al cambio climático no es más que una disculpa, un reconocimiento de facto de la incapacidad política para resolver problemas reales", defienden Sáenz de Santa María y Ortega. Como colofón, y frente a las apelaciones al cambio climático como origen de todas nuestras desgracias, afirman que "lo que parece razonable sugerir es la necesidad de realizar una revisión profunda de las políticas actuales y, sobre todo, de interpretar correctamente la realidad mediante la adecuada utilización de la abundante información existente".

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