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Lucas Macías Navarro Director de la Orquesta Oviedo Filarmonía

"La música me ha salvado la vida, me lo ha dado todo y más"

"Oviedo filarmonía hizo un gran esfuerzo en la pandemia por la ópera y en la celebración de su 75.º aniversario no aparece por ningún sitio"

Lucas Macías, director de Oviedo filarmonía. IRMA COLLIN

Lucas Macías Navarro (Valverde del Camino, Huelva; 1978) es oboísta, uno de los más reputados de su generación, y director de orquesta. Desde 2018 es el director titular de la Oviedo Filarmonía, la orquesta sinfónica de la ciudad de Oviedo, y desde 2020 director artístico de la Orquesta Ciudad de Granada. Su ascenso profesional es fruto de esfuerzo y sacrificio, de los que no se arrepiente porque la música ha sido su tabla de salvación en sus momentos vitales más duros. El pasado viernes se reencontró con su orquesta y su público en Oviedo.

–Empieza la temporada con Oviedo Filarmonía. ¿Qué esperar de ella? ¿Cuáles son sus propósitos en este inicio de curso?

–Estamos muy felices de que ya no haya ninguna restricción de aforos, ni mascarillas, que nos podamos sentar y mirar las caras. La comunicación es muy importante y después de estos dos largos años de pandemia se aprecia mucho más. Oviedo Filarmonía es una orquesta muy versátil y estaremos en el Auditorio con los conciertos sinfónicos, con buenos solistas y buenos directores, y por supuesto en la temporada de Ópera de Oviedo, haciendo zarzuela... Como siempre. La orquesta es un pilar fundamental en la vida cultural y social de la ciudad, un sello propio. No es una ciudad pequeña, pero para los habitantes que tienen cuenta con una gran oferta. Esto, hoy en día, lo tenemos que valorar más que nunca, porque no está garantizado. En Oviedo Filarmonía estamos muy contentos de empezar la nueva temporada, con mucha energía y motivación, y sabemos que el público nos respalda y nos acompaña. Tenemos un gran publico aquí en Oviedo que se toma la música clásica y la cultura en general como algo muy importante, como una necesidad y no como un artículo de lujo. Oviedo es una excepción en España, tiene mucha tradición.

«Oviedo tiene un gran público, que se toma la cultura como una necesidad, no como un artículo de lujo»

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–Cuando llegó a Oviedo Filarmonía, hace casi cuatro años, ¿se imaginaba el ambiente musical tal y como es ?

–Al principio me sorprendió. Por supuesto yo sabía lo que había, porque Oviedo tiene ya un prestigio, un renombre de ciudad cultural y muy importante en la música clásica. Me alegró muchísimo ver por todas partes las ganas que había, ver que toda la música y la cultura estaban muy arropadas. Siempre es importantísimo el apoyo institucional, que haya una gran conexión entre todos para que el proyecto se vaya desarrollando.

–Oviedo Filarmonía es una orquesta versátil, dice. ¿Algún otro adjetivo que la defina?

–Sí, versátil, porque hay grandes orquestas sinfónicas que hacen solo repertorio sinfónico. Las pones en un foso y no tienen esa flexibilidad de acompañar, y viceversa, muchas orquestas de foso que las sacas a un escenario y no comunican. Oviedo Filarmonía está acostumbrada a hacer un programa sinfónico y a la semana siguiente estar haciendo una ópera, y eso le da a la orquesta mucha flexibilidad. Es una virtud de esta orquesta, durante la preparación de un programa su margen de mejora y progreso es enorme, y hay muchas orquestas que suenan bien el primer día y se queda ahí. La orquesta tiene mucho potencial.

–Al ser una orquesta de titularidad municipal se le presupone cierta vocación social: visitas a centros sociales, los colegios...

«Oviedo filarmonía es un pilar fundamental de la vida cultural y social de la ciudad»

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–Es una labor que enriquece mucho y muy importante. Filarmónica de Berlín o Ámsterdam hacen este tipo de conciertos escolares, para joven público, en centros sociales, etcétera. Es muy importante para que la sociedad, independientemente de la edad, vea la orquesta como algo suyo, algo cercano y no como un museo, subida siempre en un escenario... Hay gente que por no haber ido nunca a un concierto tiene miedo a hacerlo: si no viene la persona, vayamos nosotros a la persona. Esta orquesta siempre se ha tomado eso muy en serio.

–¿Cree que la ciudad siente como suya la orquesta?

–Yo creo que sí, totalmente. A mí me pasa aquí algo muy bonito, que a veces me para la gente: "¿Es el director de Oviedo Filarmonía? Somos abonados o venimos a los conciertos...". Es muy bonito que la gente se identifique con la orquesta. Bueno, de vez en cuando hay algún comentario de un señor o señora mayores: "A mí me gustaba antes cuando se llamaba OSCO, Sinfónica Ciudad de Oviedo...". No puedo más que decirles: "Bueno, señora, y yo qué hago...". Tenemos un público aquí excelente.

–También dirige la Orquesta Ciudad de Granada, ¿algo en común en el ambiente musical de ambas ciudades, tan distantes y tan distintas?

–En Granada también hay un ambiente muy especial en torno a la música clásica. Está el Festival Internacional de Música Clásica, con mucho prestigio. La diferencia es que la de allí es la única orquesta que hay en la ciudad. Allí, además, tenemos nuestro auditorio, el Manuel de Falla, nuestra sede, y es un auditorio excelente donde podemos ensayar todos los días. Solo ensayamos allí. Se trabaja muy bien, es un auditorio con todas las facilidades y se puede ir muy al detalle, porque hay muy buena acústica, y de ese modo se puede crear un sonido propio. Esto es algo que lamentablemente no tenemos en Oviedo Filarmonía.

–Precisamente, el director de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y primer director de la OSCO, Víctor Pablo Pérez, denunció durante su estancia en Oviedo, para dirigir la ópera "María Moliner", las malas condiciones de la sala de ensayo de Oviedo Filarmonía.

"Mi filosofía de vida ha cambiado, mi mujer falleció hace unos meses y ahora pienso en el momento presente"

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–A mí me llamó por teléfono, y me dijo: "Pero Lucas, ¿cómo trabajáis aquí?, ¿cómo ensayas?, ¿si no hay acústica?, ¿si tienes el techo encima? No hay aire, no hay nada". Cuando yo llegué aquí, hace casi cuatro años, había varios proyectos, motivación y muchas ganas de mejorar y buscar una sede de calidad. Yo me he criado prácticamente en Centroeuropa, me fui a los 17 años, y donde he trabajado, Berlín y Ámsterdam, las salas de conciertos acogen al día dos y tres orquestas, todas se van turnando en el escenario, está muy bien organizado. A mí me ha sorprendido mucho Oviedo, porque tiene una gran infraestructura: tenemos el Auditorio, el Palacio de Congresos de Calatrava, una vez visité la Fábrica de Gas... Son sitios que se podrían acondicionar y crear un centro cultural paralelo al Auditorio, al teatro Campoamor. Por supuesto, hay que gastarse un poquito el dinero, pero podría hacerse un centro cultural con una visión amplia. Me sorprendió, pensé que solo estaba el Auditorio, pero cuando hemos ido a ensayar a un sitio, al otro... La primera vez que entré en el Calatrava pensé: "¡Pero qué maravilla, que edificio, se podría acondicionar y sería una maravilla!". Uno de los mejores auditorios del mundo está en Zaragoza y no tiene orquesta. Es increíble, para un alemán eso sería impensable. En Oviedo tenemos una programación muy amplia, muy rica, y la orquesta siempre ensayando en un sitio diferente, porque nos hace falta una sede de calidad, en la que la orquesta se sienta bien y se pueda trabajar acústicamente bien.

–Sin una buena sala de ensayo la orquesta no solo queda constreñida, sino que corre el riesgo de ir a menos, pese a la calidad de sus profesionales.

–Me he reunido con el señor Canteli y me recibió muy bien. Él también estaba por la labor, pero tenemos que empezar a concretar, intentarlo. La intención está ahí, pero tenemos que pasar de las palabras a los actos. Es importantísimo.

Lucas Macías, director de Oviedo filarmonía. | | IRMA COLLÍN

–¿Es lo más importante en este momento para Oviedo Filarmonía?

–Totalmente, y también se la debería apoyar un poco más publicitando todo lo que nosotros hacemos, y hacemos tanto... Hace dos días en el Café de la Ópera una señora me reconoció y me dijo: "Ahora que empezáis la temporada con la Ópera de Oviedo...". "No, no, señora, pero si hacemos dos conciertos de verano aquí en el claustro de la Universidad". Nos hace falta más apoyo y mucha más publicidad de toda la actividad de la orquesta, que es magnífica y amplísima. Oviedo Filarmonía es un pilar fundamental para el mundo cultural de la ciudad. La temporada de Ópera de Oviedo sale adelante por supuesto gracias a la colaboración de Oviedo Filarmonía, la zarzuela, todo... Tenemos que estar todos bien conectados y apoyándonos. Y si hay que hacer un esfuerzo extraordinario, hacerlo, como hace dos años con la pandemia, cuando Ópera de Oviedo se encontró con un problema sindical que había en la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias) y antes de anular la producción de "Madame Butterfly" Oviedo Filarmonía se puso a su disposición: "La haremos nosotros", y se salvó. La orquesta siempre está dispuesta a que todo funcione y vaya hacia adelante.

–Ese esfuerzo para mantener la ópera fue reconocido por muchos profesionales, nacionales e internacionales, como un caso ejemplar.

–Milagroso, sí.

–Pero quizás en Oviedo no se les ha reconocido debidamente un esfuerzo que quedó en evidencia cuando otras temporadas renunciaron.

–Totalmente de acuerdo. En ese momento la orquesta hizo un gran esfuerzo y, si no me equivoco, la Ópera celebra su 75.º aniversario y el concierto principal, o uno de ellos, una gala lírica, lo va a hacer la OSPA. Oviedo Filarmonía no aparece por ningún sitio y eso a mí me parece incomprensible. Ya se nos ha olvidado todo. Una orquesta dijo que no porque eran dos días más de trabajo; la otra orquesta dijo: "Venga, hay que sacar esto adelante", y ahora... Es muy importante estar conectados y apoyándonos. Nosotros no pisamos el terreno de la OSPA, para nada, la temporada de Ópera la compartimos... Tenemos que cuidar más los detalles, ser más profesionales.

–¿Tomarse más en serio la gestión de Oviedo Filarmonía?

–Exactamente.

–La cultura es la principal industria de Oviedo, dicen. ¿Qué repercusión económica tiene Oviedo Filarmonía en la ciudad?

–En relación a la plantilla, la segunda más pequeña de toda España, es de las orquestas que más actividad genera y la peor pagada. Hay un salto muy grande entre lo que produce y lo que recibe.

–Usted era un reconocido oboísta y dio el salto a la dirección de orquesta. ¿Qué le empujó a dar ese paso?+

«La vida me ha dado un palo grande y no quiero hablar a largo plazo, pero mi idea es seguir en Oviedo»

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–Empecé a pensar en ello cuando conocí a Claudio Abbado, por su forma de dirigir, por su filosofía. Él no hablaba mucho en los ensayos, prácticamente nada, pero nos obligaba a escucharnos mucho, a estar todos pendientes de todos, a respirar todos juntos. Esto rápidamente despertó mi curiosidad por la dirección, compré muchas partituras y empecé a estudiar. Conocí al profesor de Viena (Mark Stringer) y me dijo que tenía muchos alumnos, que yo profesionalmente estaba muy establecido y que tenía que esperar un par de años. Así lo hice. Le localicé en Viena, él vino a verme dirigir en Alemania y me dijo: "Lo haces tan mal que no sé por dónde comenzar, pero se nota que eres músico. Ven a hacer la prueba de acceso, no te garantizo nada". Me fue muy bien y empecé a estudiar Dirección, con la condición de que no me lo tomará como algo paralelo a mi carrera de intérprete, porque él no estaba dispuesto a sacrificar una plaza que podía aprovechar otro estudiante. Le expliqué que no, que mi idea era dejar mi trabajo en la orquesta. Y dejé Ámsterdam.

–No debe ser fácil "desencasillarse" en el mundo de la música.

–A mí mucha gente todavía me tiene encasillado y a veces noto cierto prejuicio: "Ha tocado muy bien el oboe, ha brillado, pero..." Parece que no fuera compatible tocar un instrumento y dirigir bien. Bueno, la verdad es que si lo tengo que dejar mañana me puedo quitar el sombrero y decir: "Ha sido un bonito, ha merecido la pena y no me arrepiento de nada".

–¿Cómo se vive con más intensidad un concierto, con la batuta en la mano o cómo intérprete?

–Es igual, pero a mí la batuta me permite disfrutar más. Estoy en el mejor sitio del auditorio, delante de la orquesta. Es otro tipo de nerviosismo, porque tienes la responsabilidad del sonido.

–Es cómo tocar un gran instrumento, mucho más complejo.

–Claro, y sabes que no tocas, que la batuta no suena. Y tienes que confiar cien por cien.

–Usted se marchó de España a estudiar música con 17 años. La vida del músico comporta grandes sacrificios, algo así como un deportista de élite.

–Yo he hipotecado toda mi adolescencia, todo el tiempo y la compañía de mis amigos y mi familia, y todo por la música. En años en que aún eres muy blando y todo lo que llega de afuera te afecta. No me lo pensé, pero ahora tendría más dificultad en tomar esa decisión.

–¿Lo pasó mal?

–Sí, lo pasé muy mal. Era una época en la que no había teléfono móvil. A mí me llegaban las cartas, mi madre me escribía cartas, mis amigos... Me fui en el año 95 en Zúrich, fueron muchos años en Alemania, años muy duros, de mucha soledad. Tardé dos o tres años en comprender el idioma. Miro hacia atrás y pienso: "¡Qué duro!". Mi padre me llevaba al aeropuerto y me iba llorando.

–¿Le pesa?

–En aquel momento no. Ahora ha cambiado mi filosofía de vida, mi mujer falleció hace unos meses y ahora veo la vida de otra manera, pensando en vivir el momento presente. Espero que mis dos hijos no se vayan tan pronto de casa como me fui yo, que estén conmigo y los pueda disfrutar.

–¿No quiere que pasen por lo mismo que usted?

–No, no.

–¿Qué edades tienen sus hijos?

–Cinco y ocho. El grande ya toca piano, clarinete, viola, y el pequeño ya toca piano y ahora tiene que elegir un segundo instrumento, le gusta la trompeta.

–¿Qué tal llevan todo lo sucedido en los últimos meses?

–Ellos increíblemente bien, es una auténtica lección de vida. Hablan todos los días de su madre pero de una forma muy positiva, con mucho amor, como si estuviese todavía aquí. No hay nostalgia. Para nosotros es mucho más difícil, ese anclaje con el recuerdo es más fuerte en los adultos.

–¿Le gustaría que se dedicaran a la música?

–Me encantaría que fuesen músicos, no por mí, sino por ellos. Dedicarte a lo que te apasiona es una fortuna. Yo lo noto ahora, que estoy en un momento muy difícil. La música me ayuda muchísimo, espiritualmente.

–En aquellos años de adolescencia en Zúrich, ahora... ¿La música ha sido su refugio?

–La música me ha salvado la vida, me lo ha dado todo y más.

–En enero de 2023 se cumplirán cuatro años de su llegada a Oviedo Filarmonía. ¿Se ve otros tantos años más aquí?

–La vida me ha dado un palo grande y no quiero hablar ya a largo plazo, pero yo estoy muy contento aquí y mi idea es seguir. Tengo un contrato vigente sine die, sin fecha de caducidad. La orquesta suena tan bien, hacemos tan buen trabajo, en una ciudad como Oviedo, y no veo que el respaldo que se nos da esté a la altura del trabajo que hacemos nosotros artísticamente. Por supuesto, mi futuro con Oviedo Filarmonía está muy ligado a cómo sea ese respaldo y si el proyecto puede crecer o no.

–No le faltarán trabajo ni ofertas...

–Por eso, hay otras puertas que se están abriendo y quiero quedarme con ganas, es algo que tengo que valorar.

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