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Leonardo Padura: "La solución no siempre es irse de Cuba; alguien debe quedarse y yo soy uno de ellos"

El autor cubano regresa con 'Personas decentes', la aventura más desencantada del expolicía Mario Conde y la más policiaca de sus novelas

El escritor cubano Leonardo Padura, durante su visita a Barcelona. Ricard Cugat

Personas decentes’ (Tusquets) es, afirma un siempre generoso en palabras Leonardo Padura (La Habana, 1955), su novela "más policiaca y con más muertos y crímenes", a la vez "inmersión en una Cuba adolorida" en dos épocas distintas. Novena y la más "desencantada" aventura de su veterano expolicía Mario Conde, que aquí ayuda a resolver el asesinato de un viejo represor del régimen castrista, está ambientada en la efervescente Cuba de 2016 que recibe las históricas visitas del entonces presidente de EEUU, Barack Obama, y acoge el primer concierto de los Rolling Stones. Mientras sobrevive vendiendo libros de segunda mano, Conde está escribiendo uno sobre un personaje real, el proxeneta Alberto Yarini, con quien el autor de ‘El hombre que amaba los perros’ y Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 construye una segunda trama que transcurre en 1910.  

A un personaje le entristece leer libros de historia porque le demuestra que venimos del desastre y le revela que, como especie, vamos hacia desastres peores y no tenemos solución. ¿Habla el Padura más pesimista o el más realista? 

Si uno es realista termina siendo pesimista. Soy tremendamente pesimista respecto al futuro. La violencia caracteriza la historia de la humanidad. La humanidad, que ha logrado cosas notables, como una vacuna en apenas un año de pandemia, también es capaz de cosas lamentables, como las manifestaciones de odio y exhibicionismo en las redes sociales. ¿Cómo se puede usar algo tan bueno para fines tan mezquinos? Fui a Brasil a ver a la cárcel al presidente Lula, con quien tengo amistad. Tenía en la mesa ’21 lecciones para el siglo XXI’, de [Yuval Noah] Harari. Me dijo: ‘¿Tú lo leíste, Padura? Es increíble, cómo no aprendemos’. Y el propio Harari, que creía que se había terminado la época de las guerras tuvo que admitir que se había equivocado con Ucrania. Ves lo que pasa con Taiwán, China y EEUU, que una guerra comercial puede derivar en militar... Y los fundamentalismos: mira qué pasó con Salman Rushdie... Ante el futuro de la especie, hay muchos signos alarmantes. Pero creo que al final aparecerá una cierta capacidad de resistencia, una forma de vivir en crisis eternamente. El gran problema es que la clase política puede ser muy perversa y no entiende el peligro

¿Se siente un cronista de su país? 

Cuba es mi obsesión. Tengo muy claro que quiero escribir en Cuba y sobre Cuba. La realidad cubana, por la cantidad enorme de problemas económicos, sociales y políticos que tenemos, es altamente dramática. Y de esa realidad, que afecta a tantas personas, salen los dramas y conflictos de los que me alimento como escritor. Sobre todo con las novelas de Mario Conde he intentado hacer una crónica de la vida cubana contemporánea. La suya, es una mirada de la vida cotidiana en La Habana que es también la mía. Soy cronista por mi compromiso con Cuba.   

Para comprar un pollo en Cuba tienes que hacer seis horas de cola, y cuando te toca puede que se haya terminado el pollo

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¿Por qué tras las visitas de Obama y los Rolling, la situación no mejoró en Cuba como apuntaban?  

En 2016 hubo grandes esperanzas en que muchas cosas pudieran cambiar y mejorar así la vida de los cubanos. En ese momento, lo hicieron: se movía el dinero, vino mucha gente, se abrían negocios… pero pronto todo se desvaneció. El Gobierno temió que se le fuera de las manos ese elemento esencial del poder que es el control, y después vino Donald Trump y les acabó de hacer el favor con medidas que favorecían el bloqueo y el embargo norteamericano a Cuba. Luego, la pandemia paralizó el turismo, del que dependía la economía del país. Y en pospandemia, tenemos un Biden que no ha cambiado demasiado respecto a Cuba y una economía paupérrima en cuanto a capacidad productiva, económica y financiera.

En Cuba, ¿se vive o se sobrevive?  

Todo se ha agravado con la reunificación de monedas, que los cubanos llamamos ‘desordenamiento monetario’, que ha provocado una inflación de niveles incalculables. Y se ha complicado con la falta de electricidad: hemos tenido un verano de apagones sin ventilador, lo más cercano a una temporada en el infierno. Todo ha desembocado en una crisis migratoria. Está saliendo muchísima gente, por cualquier vía posible, hasta por la ‘ruta del horror’: ir a Nicaragua, que no pide visado, y de allí a la frontera de México con EEUU. Necesitamos urgentemente grandes cambios para que haya grandes soluciones. 

    

¿Cómo afecta al día a día? 

Para comprar un pollo puedes tener que hacer seis horas de cola y cuando te toca se puede haber terminado. Ha surgido la figura del ‘colero’, gente que cobra por hacer la cola y comprar por ti o que vende el producto en el mercado negro. Alguien con un trabajo normal no dispone de seis horas para hacer cola. Es una situación desesperada. Miras el refrigerador temiendo que se te acabe la comida porque no sabes de dónde la sacarás. 

¿Qué consecuencias puede traer que tanta gente se vaya de Cuba?

La migración, el exilio, la diáspora… es un fenómeno que acompaña la historia de Cuba. El desarraigo y la pérdida de referencias culturales se ha agudizado desde los 90. Se va la gente mejor preparada y los jóvenes, y eso provoca un empobrecimiento cultural e intelectual. Hace un año, fueron 24 jugadores a México a un campeonato de béisbol sub-23 y volvieron menos de la mitad. 

Padura, como Conde, no se va. 

Tengo razones personales muy fuertes para permanecer en Cuba y necesidades creativas. La solución no siempre y para todos es irse. Alguien tiene que quedarse y yo soy uno de ellos. 

En julio del año pasado hubo protestas. ¿Pueden cambiar algo? 

Eso fue un alarido que dio la sociedad cubana, pero la respuesta del Gobierno, con condenas de muchísimos años de cárcel a los protagonistas de las protestas, fue un escarmiento para que la gente se lo piense dos veces antes de salir a la calle. Una manifestación no cambiará el Gobierno porque no se han permitido alternativas políticas. Estamos en un túnel, y la luz al final del túnel, el bombillo, se fundió. Vemos un panorama oscuro y estrecho. 

Ser político y estar al frente de los destinos de un estado no garantiza que seas decente

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Crea en 'Personas decentes' el personaje de Quevedo, un censor de los años 70 que se enriquece con las pinturas que roba a los que represalía.  

El Abominable Quevedo. Quería que fuera bien perverso, un tipo odiable. Con él me permití una venganza poética al humillarle y mancillarle con una mutilación y una violación. Es la síntesis de varias figuras que protagonizaron procesos de represión contra intelectuales como José Lezama Lima o Virgilio Piñera, dos de los grandes escritores cubanos. Los marginaron y les cortaron su posibilidad de expresión.  

¿Sufrió Padura coletazos de aquella censura? 

Yo era universitario, pero en 1983 dijeron que tenía problemas ideológicos e increíblemente me sacaron de una revista cultural en la que trabajaba, de la que se editaban 30.000 ejemplares al mes, para mandarme a un periódico con 300.000 lectores. Pero sufrí ese temor, esa censura que cuando te quejabas de algo, aunque fuera de la calidad del café, te venía alguien y te decía: ‘no es el momento’. Pero soy un privilegiado, tengo a mi editorial en España, Tusquets, a la que mis textos llegan directos para publicar, sin pasar por ningún filtro de censura. Gracias a ello escribo lo que necesito escribir con la mayor libertad e independencia posible. 

En sus libros no se muerde la lengua. 

Mis libros pueden considerarse como algunos de los elementos más radicales que se han escrito en Cuba durante estos años. Pero la distribución y promoción no me competen, dependen de las instituciones culturales cubanas y la propaganda. Por eso salgo muy poco en los periódicos y la tele cubana y las presentaciones de mis libros no se promueven. 

Cuba está en un túnel oscuro... y la luz del bombillo final se fundió

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Pero sí se leen en Cuba.

Sí. Igual que hay una estrategia de supervivencia para conseguir pollo o huevos, la hay para conseguir los libros. ‘Personas decentes’ salió al mercado el 31 de agosto y el 1 de septiembre ya circulaba una copia pirata. Económicamente es un desastre, pero culturalmente es una satisfacción, porque lo que me interesa es que los cubanos los lean. En épocas de crisis florece la picaresca y pese a las carencias la gente tiene ansias de ir al teatro, ver cine, exposiciones, leer libros… En medio de tanto pesimismo, es alentador. 

Como cuando en 2016 la gente acudió al concierto de los Rolling.  

Fue increíble que cuando aquellos septuagenarios fueron a Cuba por primera vez la gente fuera masivamente a verlos. Durante 50 años ellos han creado belleza y el ser humano necesita consumir belleza. 

Conde se pregunta, ¿a quién le interesa ser una persona decente? ¿Están desapareciendo la moral y la ética? 

Mi padre decía: ‘en esa familia son muy pobres, pero son decentes’. La gente debería percibir que ser decente implica ser sincero, no perjudicar a los demás, tener una buena actitud civil, ética y moral. Respetar ese código social hace que no nos devoremos los unos a los otros. Defender mis derechos es sagrado siempre que no vulnere los tuyos. Conde es decente, necesitaba que lo fuera porque juzga mucho a otros. Y en esta novela hay personajes que quieren ser decentes pero las circunstancias de la vida, que es muy complicada, les lleva a romper sus códigos de la decencia.  

Descubre al lector la figura real del no tan decente Alberto Yarini, que pudo llegar a presidente de la República.  

Fue un proxeneta, un hombre magnético de una familia de la aristocracia cubana, educado y con altas aspiraciones políticas. Hemos visto llegar a presidentes a tipos tan desvergonzados que no habría sido raro. En Perú, los últimos siete presidentes han sido juzgados por corrupción… Mira a Bolsonaro, Sarkozy, Trump y los informes secretos… Ser político y estar al frente de los destinos de un estado no garantiza que seas decente. 

Aborda la prostitución en la Cuba de 1910, única forma de sobrevivir para muchas mujeres. 

Al escribir sobre Yarini tenía claro que debía tener una mirada comprensiva, no compasiva, respecto a las mujeres que se prostituyen. Cuba había salido de la guerra de Independencia y el horrible capitán general Valeriano Weyler dictó una Reconcentración, avanzándose a los campos nazis. Murieron muchos hombres, y muchas mujeres, la mayoría amas de casa con hijos, encontraron en la prostitución la única forma de vivir. Y alrededor de la prostitución se desarrollan la droga, el juego, la violencia… un mundo de perversión.

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