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Los números uno del escanciado y la tonada comparten reflexiones sobre las tradiciones más asturianas: "Donde hay tonada y sidra, hay alegría"

Salvador Ondó y Celestino Rozada: "Asturias nos une; hay que trabajar más por defender nuestra cultura"

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EN IMÁGENES: Salvador Ondó y Celestino Rozada, los números uno del escanciado y la tonada, comparten reflexiones JUAN PLAZA

El cantante Celestino Rozada tararea una tonada mientras se remanga y lleva rodando un balde de madera. Se para y lo coloca ante sus pies: "Que me den esta clase ye un privilegio". Va a salir de su zona de confort: cambia el canto por la sidra. A su lado, le guía el maestro de escanciadores, el guineano Salvador Ondó: "Ye muy fácil. Punto fijo, juego de muñeca y evitar mover el interior de la botella para que genere olas. Brazo estirado y la vista, puesta en el vaso". Consigue un primer culín con el aprobado de su supervisor. "¡Todavía se me va a dar bien esto! Quiero otro intento, que se me derramó un poquitín al principio... Es que soy muy competitivo", pide. Luego cambian los papeles. "Cuando salí de Cabraleeeeees", entona con energía Salvador, amante de este género asturiano. "Soy un visionario. Va a llegar lejos. Ganará algún campeonato de tonada. Estoy seguro. He visto a muchos alumnos... y pocos lo sienten como él", le felicita Celestino.

Este cambio de papeles, una especie de clase improvisada, se produce antes de que los protagonistas se sienten juntos para charlar con LA NUEVA ESPAÑA. Son los mejores en lo suyo, dos números uno en algo tan nuestro como son el escanciado de la sidra y la tonada. Arrasan en casi todas las competiciones y ejercen como embajadores de Asturias de primer nivel a través de dos pilares fundamentales de nuestra cultura. Son, además, viejos amigos. Se sientan en una de las mesas cobijadas en un tonel de madera de la sidrería Tierra Astur de Gijón y entre los dos acumulan... ¡Decenas de trofeos! "Tengo 40 primeros premios de competiciones de élite. Once del ‘Ciudad de Oviedo’, el más significativo de tonada en Asturias", enumera Celestino, vigente campeón regional en este 2022. Salvador tampoco se queda corto y acaba de revalidar su título de mejor escanciador. Ya van cinco, lo que lo sitúa como el profesional más laureado de la historia. "Tiene mucho mérito, eh. En su disciplina hay muchos menos certámenes que en la mía. Eso hay que aclararlo", remata el cantante. Salvador devuelve el piropo: "Pero no te hagas de menos. Si tú eres el Messi de la tonada... ¡Es imposible quitarte la corona! Con lo difícil que es ese registro...".

La complicidad es evidente. Sonríen, sueltan una carcajada, se abrazan... Celestino graba con el móvil a Salvador escanciando, le pide una foto... "¿Te importa que lo suba a las redes? Ye pa tener de recuerdo", exclama ilusionado. Se ve a simple vista que existe un "fuerte vínculo" entre ellos. Incluso, yendo más allá, entre la sidra y la tonada. "A ver. Donde hay tonada y sidra, hay alegría. No se pueden entender por separado. Es parte de la cultura intrínseca de Asturias. La sidra es muy social. Tomas un par de culetes, te animas... Y ahí es cuando la gente arranca a cantar", justifica Salvador. Mientras habla, Celestino asiente con la cabeza y levanta la mano para respaldar la postura de su amigo: "Es que la tonada en los bares supone cantar a capela. Eso intimida. Y la sidra ayuda a pasar el mal trago, pero sin pasarnos en la cantidad", sonríe.

El cantante Celestino Rozada escancia sidra. JUAN PLAZA

–Pero ahora en los chigres no se puede cantar...

–Celestino: Esa prohibición ha sido una pérdida enorme para la canción asturiana. Defiendo abiertamente que vuelva la tonada a los bares. Sin ello, las nuevas generaciones se desconectan de una de sus raíces. Corremos el peligro de que se vaya desgastando la tonada. De que la perdamos.

–Salvador: Es que las instituciones tienen que involucrarse para preservar nuestras costumbres. Vamos a ver, si estamos en un chigre, se tiene que poder cantar. Esto no es un Parlamento, no tienes que estar en silencio como en misa. Y quien no quiera disfrutar del ambiente de un chigre de toda la vida que no entre y se vaya a otro lado. Lo que no tiene sentido es separar dos elementos que llevan toda la vida unidos. Ahora parece que evolucionamos hacia que lo absurdo prevalezca sobre la cultura. Y eso está pasando en Asturias. La tonada debería volver a los chigres. Eso ayudaría a que los jóvenes se involucrasen. Algo tan nuestro no puede morir así.

Ambos coinciden en que Asturias "une". "Y nos tiene que unir todavía más. No solo a nosotros dos, sino a miles de asturianos", invita el cantante. Su compañero le escucha con atención y le responde: "Las instituciones, agentes sociales, medios de comunicación... Hace falta trabajar más por reivindicar nuestra cultura". Celestino pone encima de la mesa varios ejemplos. "He estado hace poco en el País Vasco, en Oyarzun. ¿Sabes cómo defienden ellos su sidra? ¡Como una religión! Y a veces aquí...", deja caer. Salvador ahonda más en esta postura con una pequeña clase de historia: "Es que está demostrado que la sidra proviene originariamente de Asturias. A ellos les llegó posteriormente, por eso la toman posada como el vino. ¡Si es que les llegaron las migajas de nuestra cultura sidrera!".

Otro denominador común entre ambos es la dura experiencia que supone salir de tu país para ganarse la vida. Celestino trabajó durante diez años en Alemania y sabe perfectamente el esfuerzo que ha hecho su amigo para asentarse en Asturias: "Tiene doble mérito y me siento muy orgulloso de él. Es una gozada ver cómo alguien de fuera se involucra así con esta tierra. Es un embajador de nuestra cultura, un asturiano más. Tiro de refranero: uno es de donde pace". Salvador, que nació en Guinea y llegó aquí con 13 años, se ruboriza ligeramente y se quita mérito. "Cuando camino por la calle, no pienso en el color de mi piel. Ni en el de nadie, porque es lo que me inculcaron en casa. Llevo 28 años aquí. He vivido desde que llegué la cultura asturiana y he querido formar parte de ella. He tenido la suerte de tener esa oportunidad. No te puede preocupar lo que piense la gente, tienes que escucharte a ti mismo. El 90% del éxito está en la constancia, más que en el talento. Eso te lleva a caminos que a veces te llevan a lugares muy bonitos que no te esperas", confiesa. Y para rematar su respuesta devuelve el halago: "Celestino también es un emblema de nuestra cultura... ¡Y es un monstruo! No le tose nadie en lo suyo".

Continúa la charla y la pregunta es obligada. ¿Es más difícil escanciar un buen culete o cantar tonada? Curiosamente, hay fumata blanca. "La tonada, sin duda", se adelanta Salvador. "A ver, puede parecer feo que lo diga yo, pero los expertos dicen que la tonada es el género más difícil", corrobora el cantante. Salvador zanja rápido el asunto: "Mira, es muy fácil. Si te encuentras mal en un concurso, siempre puedes escanciar de mejor o peor forma. Si te quedas sin voz, en una competición te llevas un cero. No hay marcha atrás. Es un todo o nada". Y es que todo el mundo tiene días malos o momentos complicados, incluso los mejores. "Me acuerdo del primer Campeonato de Asturias de escanciado que gané... ¡Me temblaban hasta las pestañas! Pensaba en lo que suponía conseguir el triunfo y me ponía de los nervios. Llevas tu cuerpo al límite física y emocionalmente", recuerda Salvador. "Es que él (por Salvador) es muy competitivo. Se exige muchísimo. Entrena muchas horas. Y le entiendo. Llevo 20 años en la música. Me apasiona como el primer día. He tenido que usar corticoides y otros medicamentos cuando la voz no me salía y había que actuar. Es una dedicación total", añade el cantante.

El escanciador Salvador Ondó canta una tonada. JUAN PLAZA

Un buen oído es otra de las destrezas que ambos necesitan. "Es que hay que escuchar cómo rompe la sidra en el vaso. Es fundamental", incide Salvador. "Es curioso. En eso el escanciado se parece a la tonada. Necesitas esa precisión con la muñeca para balancear la botella, como sucede de otra forma con la voz. Hay que graduar el tono correcto en el que tienes que estar... Y en mi caso, cambia mucho dependiendo si es con o sin gaita. Si desafinas, en la tonada estás muerto. En alguna ocasión he tenido muchos nervios por pisar el escenario, hasta el punto de tener vómitos", añade su amigo.

–¿Se escancia mejor con música y se canta mejor con sidra?

–Salvador: ¡Siempre se escancia mejor con música! Es un símbolo de hermanamiento.

–Celestino: Fíjate, la sidra tiene algo mágico para cantar, como una especie de antídoto. A mí me sienta de maravilla. Es como si me anestesiase la garganta. Podría cantar dos días seguidos con ella.

La charla continúa distendida y se asienta sobre otro frente abierto. Se reconoce de sobra el arte de la tonada. De hecho, es un Bien de Interés Cultural (BIC). Pero, ¿qué pasa con el escanciado? "¡Es un arte milenario! Antaño, disponer de escanciadores era un privilegio del que solo gozaba la realeza. No era algo que se viese en la calle. Cuando la sidra se asoció como una bebida para las clases más pobres, es cuando comenzó a instaurarse en las calles", responde Salvador con seguridad. Cómo no, el cantante también sale al quite: "Claro que es un arte. Escanciar tiene mucho mérito. Se necesita un gran pulso, una técnica muy exigente... Y tiene un factor cultural. Por ejemplo, como pasa en la música asturiana, la sidra conlleva una conexión con el asturiano, con nuestro lenguaje. Es inseparable a nuestra forma de hablar y expresarnos".

De hecho, ambos coinciden en que sería "una gran noticia" que la Unesco reconociese la cultura sidrera como Patrimonio Mundial Inmaterial, una candidatura ya ratificada que será presentada por España a esta importante organización internacional en marzo de 2023. Eso sí, Salvador añade unas pinceladas de escepticismo: "Lo importante no es en realidad el reconocimiento, más allá del posible dinero que eso suponga para esta región. Lo que necesita de verdad la cultura asturiana es que no se limite desde nuestras instituciones. Una fuerte promoción, apostar por ella de verdad. Y eso está en nuestras manos. Y yo lo pienso hacer con toda mi alma. No hacerlo es una falta de respeto a Asturias". Sin embargo, el cantante es más optimista. "Pues mira, yo tengo un buen presentimiento. Creo que vienen buenos tiempos para nuestra identidad. Confío en que defenderemos lo nuestro, las costumbres de nuestros antepasados. Me gustaría ver la tonada de vuelta en los bares y una consolidación de la sidra por encima de otras bebidas. Antes, cuando yo era un chaval, estábamos aislados en los pueblos. No salía de Porrúa salvo para ir a Oviedo al hospital. ¡No conocí la capital hasta los 18 años! Ahora estamos más conectados y eso debe ser un nexo de unión", incide Celestino.

Poco a poco se apaga la charla. Llega a su fin poniendo la vista en el futuro, en la dificultad de mantenerse en lo más alto. Da pie Salvador: "¿El éxito? Hay que tener talento, pero también ser constante. Los resultados son brillantes si tienes cualidades, entrenas y te rodeas de los mejores. Hoy en día, no solo en el escanciado, hay una guerra de talentos. Ser el primero es muy difícil, aunque parezca fácil. Y mantenerse, aún más". Celestino asiente. "Como bajes la guardia un poco... Te pasan por la derecha. Más allá del talento del que hablas, hay que creer en lo que uno hace. A mí, por ejemplo, la música me apasiona desde pequeño. Si llega un punto en el que no me motive, todo deja de tener sentido. Por eso es muy importante cuidarse mental y físicamente muchísimo para seguir ahí arriba y no perder la ambición", zanja. ¿Habrá más títulos en sus vitrinas en 2023? "¡Por supuesto que lo intentaremos!", exclaman al unísono entre risas. La entrañable conversación deja abierto un posible segundo encuentro: "Pues mira, no sería mala idea juntarnos en un chigre para cantar y escanciar...". Ahí queda la propuesta sobre la mesa y plasmada negro sobre blanco.

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