María Teresa Prieto, la compositora ovetense que dejó huella en la música mexicana

Este año que finaliza se ha cumplido el 40.º aniversario de la muerte de esta música de la Generación del 27, que dejó entre sus sinfonías la "Asturiana", realizada en 1942

A la izquierda, María Teresa Prieto, entre Federico García Lorca y Rafael Alberti. A la derecha, retrato de la autora

A la izquierda, María Teresa Prieto, entre Federico García Lorca y Rafael Alberti. A la derecha, retrato de la autora

Alicia Vallina Vallina

Alicia Vallina Vallina

La compositora María Teresa Prieto Fernández de la Llana (Oviedo, 1896) siempre estuvo vinculada a la música aunque su obra tardara en llegar. Su padre falleció siendo ella una niña y su madre, con grandes dotes como pianista, le inculcó el amor y el respeto por la música. Sin embargo, nada iba a ser fácil para la joven María Teresa pues la situación familiar se complicó enormemente tras el fallecimiento de su progenitor. Los primeros años de su formación musical los pasó en el Conservatorio Provincial de Oviedo, bajo la batuta del maestro Saturnino Fresno, afamado concertista de piano y director de la Academia de Bellas Artes de San Salvador. Gracias a él conoció la obra de Johann Sebastian Bach y tuvo contacto con la música popular asturiana, que tanto influyó posteriormente en sus composiciones.

Debido a su débil estado de salud, los médicos le recomendaron un cambio de clima por lo que decidió trasladarse con su madre a Madrid, donde continuó sus estudios en el Real Conservatorio Superior de Música. De la mano del compositor y musicólogo Benito García de la Parra estudió Armonía y escalas modales, y perfeccionó su maestría al piano en las clases del gaditano José Cubiles. Su salud continuó inestable, lo que le obligó a pasar varios veranos en Santander. Allí conoció al padre José María Nemesio Otaño, un guipuzcoano de gran renombre, director del coro de la Universidad Pontificia de Comillas y futuro director del Real Conservatorio de música madrileño, con quien compartió inquietudes y de quien aprendió también composición y técnica.

Tras la muerte de su madre y con el estallido de la Guerra Civil se produjo un giro definitivo en la vida de María Teresa. Con 40 años y escaso futuro como mujer compositora en una España en quiebra que se hundía inexorablemente, surgió una oportunidad para el cambio. Llegó de su hermano pequeño, Carlos, aficionado violinista y titulado en Derecho, afincado en México desde 1922, donde era un reconocido empresario y mecenas (especialmente del violonchelista catalán Pablo Casals y del compositor Carlos Chaves). Carlos le ofreció que fuera a la capital azteca. Llegó el 1 de noviembre de 1936.

En "Sinfonía asturiana" la autora expresó su añoranza por la tierra y sus vivencias de juventud en una composición dividida en tres tiempos: allegro-lento-allegro, un melancólico himno de corte netamente asturiano

Allí entró en contacto con los más importantes intelectuales y compositores de su tiempo, trasladándose a vivir con su hermano, rodeada de comodidades, en la hoy colonia San Ángel de la capital mexicana. Por la residencia de Carlos Prieto pasaron músicos como Stravinsky o Carlos Chávez, dramaturgos como Alejandro Casona o intelectuales como María Zambrano. El musicólogo y compositor madrileño Adolfo Salazar moriría en el domicilio de Prieto pasando allí los últimos años de su enfermedad.

María Teresa realizó allí sus primeras composiciones musicales, influenciadas por los inicios de su formación asturiana, por las corrientes nacionalistas mexicanas (de la mano de Manuel Ponce), por el vanguardismo norteamericano y por las nuevas ideas que llegaban de Europa gracias al madrileño Rodolfo Halffter (introductor de la música dodecafónica y autor de la banda sonora del film de Luis Buñuel "Los olvidados").

Uno de los discos de María Teresa Prieto

Uno de los discos de María Teresa Prieto

María Teresa compuso obras como "Añada", "Marcha de soldaditos", ambas en 1937; "Preludio y fuga en do mayor", de 1938; "Escenas de niños" y "Tema y tres variaciones", en 1939, todas para piano.

A partir de los años 40 comenzó a componer para grandes orquestas y recibió clases del maestro Carlos Chaves, que influyó de modo especial en su obra. Con él concluyó su "Sinfonía asturiana" en 1942, que había comenzado con el maestro Manuel Ponce, y estrenó completa, el 20 de agosto de 1943, la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro de las Bellas Artes de México. La gran acogida entre la colonia española mexicana consagró a María Teresa como una de las grandes compositoras del momento.

En 1944, María Teresa estrenó la obra sinfónica para gran orquesta "Chichen-Itza", bajo la dirección de su maestro Chávez, con la que alcanzó su consagración definitiva entre el público mexicano. Se estrenó en nuestro país en 1957, por la Orquesta Nacional de España. María Teresa fue invitada a la presentación por el régimen franquista, pero declinó la invitación.

María Teresa fue una gran intérprete de arpa y compuso piezas para este instrumento y orquesta, hoy casi olvidadas

El éxito de "Chichen-Itza" fue tal que, al llegar a la capital azteca el compositor francés Darius Milhaud (que empleaba la politonalidad y ritmos derivados del jazz), la invitó para perfeccionar la técnica de la composición en varias estancias en el Mills College de Oakland (California) entre los años de 1946 y 1947. Allí realizó obras como "Mirando a las altas cumbres", "Le colibrí" y "Les peupliers de Keranrouz".

Durante la década de los cincuenta María Teresa compuso varios cuartetos y en 1955 estrenó la "Sinfonía de la danza prima", inspirada en el típico baile asturiano y con clara influencia de Bach en el uso del contrapunto. En 1956 recibió el premio de composición "Samuel Ros" por su obra "Cuarteto modal".

Durante los años 60 siguió los postulados del maestro Halffter y su empleo del estilo dodecafónico en obras como "Fuga serial para aliento". En 1965 compuso una pieza muy breve para orquesta titulada "Asturias" y, dos años más tarde, "El valle de México".

En la última etapa compositiva de su vida retornó a sus raíces españolas realizando composiciones inspiradas en el poemario lorquiano ("Córdoba lejana y sola"), de Juan Ramón Jiménez o de Antonio Machado ("Anoche cuando dormía").

María Teresa Prieto fue una compositora singular y única que combinó en su obra el amor a su tierra asturiana con el uso de las escalas modales, el dodecafonismo y el neoclasicismo de formas sinfónicas, cuartetos, fugas y sonatas. Falleció en México en 1982.

El 10 de marzo de este año que acaba Anne Hinrichsen dirigió a Oviedo Filarmonía en el concierto "En clave de mujer" que tuvo como protagonista del programa a María Teresa Prieto, de la que se interpretaron "Canciones modales", cantadas por la soprano Ana Nebot. La musicóloga Tania Perón presentó también una biografía de la compositora de la Generación del 27 titulada "La compositora asturiana María Teresa Prieto (1895-1982): Creación y añoranza en el México del siglo XX", con prólogo de Emilio Casares.

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