Memorias (1) | Paz Fernández Felgueroso Histórica socialista y exalcaldesa de Gijón

"Oí explotar una bomba de ETA cuando hablaba con el comisario"

"La etapa más bonita de mi estancia en la política fueron mis doce años como alcaldesa; y la perla, el Jardín Botánico"

Paz Fernández Felgueroso en su casa, contemplando una foto en la que aparece en un acto en Madrid junto a Enrique Tierno Galván, en diciembre de 1985, dos meses antes del fallecimiento del entonces alcalde de Madrid. |

Paz Fernández Felgueroso en su casa, contemplando una foto en la que aparece en un acto en Madrid junto a Enrique Tierno Galván, en diciembre de 1985, dos meses antes del fallecimiento del entonces alcalde de Madrid. | / Marcos León

Paz Fernández Felgueroso (San Sebastián, 28-9-1937), la segunda de tres hermanos, acumula una larga trayectoria política que culminó en la Alcaldía de Gijón durante tres mandatos. Es nieta de Secundino Felgueroso, uno de los empresarios que inició la explotación minera en La Camocha. Lleva el nombre de su madre, aunque su familia y amigas de la infancia la llaman Mapi.

Infancia. "Nací en el barrio de Gros, en San Sebastián. Estábamos en plena Guerra Civil. El gobierno republicano había recomendado a mi abuelo que saliese de Gijón, porque no tenían capacidad para protegerle, y mis padres le acompañaron. Debí ser muy impaciente, porque nací antes de que llegase el médico. Al mes ya estábamos en Gijón. Mis primeros recuerdos son en El Bibio, donde vivíamos en un área de casas de Manuel del Busto, con jardines. Recuerdo mi infancia entre esa casa, que se llamaba Villa Paz, y el colegio de La Asunción, donde trabé gran amistad con Margarita Salas, que era de mi curso y de mi barrio. Mi infancia salió poco de aquella zona. Cuando lo hacíamos decíamos ‘bajar a Gijón’, porque El Bibio estaba un poco separado. Bajábamos en tranvía, en el verano en vagones abiertos. Mi recuerdo del Colegio de La Asunción es el de unas monjas adelantadas para su época, muy tolerantes".

Cuba. "Mi padre nació en Cuba. Al acabar el bachiller, en 1956, me envió un año a la isla, necesario para que no perdiera mi doble nacionalidad. Era un momento muy convulso, con Fidel en la montaña. La casa donde fui era la de uno de mis tíos, Francisco Gutiérrez, jefe de las Fuerzas Aéreas con Batista, y otro de mis tíos fue después Ministro de Comercio con Fidel Castro, Raúl Cepero Bonilla. Entre los dos se salvaron mutuamente cuando los detuvieron, primero a uno y luego al otro. Era una sociedad con muchas diferencias de clase y racismo, con la gente de raza negra que tenía que viajar en la parte de atrás de los autobuses. La isla era maravillosa si vivías bien".

Trabajo Social. "Pensaba estudiar Medicina, pero había que ir a Valladolid y me tuve que quedar como representante familiar ama de casa, al fallecer mi madre en 1957. Comencé en Gijón los estudios de Trabajo Social, que me marcaron para el resto de mi vida. Había vivido siempre bien y empecé a ver Gijón con ojos distintos, un Gijón en el que entonces había muchas diferencias, con barrios degradados y chabolismo. Eso y conocer a Daniel (Palacios), que no era un farmacéutico al uso, sino que estaba también metido en la lucha por la democracia, fueron un punto de inflexión en mi concepto de la vida. También trabajar de ‘au pair’ en Londres en 1960".

Daniel. "Nos presentó un amigo en 1959 esquiando en Pajares. Nos casamos en diciembre de 1963. Yo trabajaba como enseñante en la escuela de Trabajo Social y colaboraba en la farmacia. Nuestros hijos nacieron en 1964, 1965, 1970 y 1971. No era un matrimonio al uso de aquel tiempo, en el que las mujeres no podían abrir cuentas ni trabajar sin permiso. Guardo como un tesoro el poder notarial de Daniel dándome autorización para todo sin pedir permiso".

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El día de su boda con Daniel Palacios

Derecho. "Mi experiencia en el trabajo social me llevó a estudiar Derecho, el primer año en la Universidad de Cimadevilla. Recuerdo que estando embarazada y convocado un examen de Hacienda, el catedrático me dijo ‘Qué pena, va a perder usted la matrícula’ y, muy chula, le dije ‘Nooo, el domingo cambia la Luna y el jueves yo voy a estar aquí’ y así fue, di a luz el domingo y el jueves hice el examen. Creo que bajé el listón, pero se quedó tan impactado que me puso matrícula de honor".

Abogada. "Terminé la carrera en 1973. En ese momento no había ninguna mujer ejerciendo. Lo había hecho Carmina Manjón, que fue concejala, pero entonces ya no. Juré como abogada, entonces no dejaban prometer, con Pedro de Silva como padrino. Abrí el despacho en casa, porque era más fácil conciliar, y después lo pasé a la calle Celestino Junquera. Lo primero que hice fue hacer unas tarjetas en las que ponía ‘Abogada’ y el notario con el que trabajaba lo cuestionó y yo le contesté ‘usted, que es muy católico, rece la Salve’ y empezó ‘Salve, reina y madre, abogada nuestra...’ se disculpó y me dio la razón. Me costó trabajo hacerme con clientela, que fue especialmente de mujeres en un momento en que eran muy complicadas las separaciones, se las podía condenar por abortar o por adúlteras y se impedía inscribir a los hijos fuera del matrimonio. Atendía incluso a mujeres de forma no lucrativa en casos que me mandaban, porque tenía una situación que me permitía hacerlo. Recuerdo con satisfacción y con gusto el ejercicio del derecho".

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En su jura como abogada

El PSP. "En política entré en 1973, en el PSP. Me hablaron del asunto Paco Prendes y Pedro de Silva, con los que formaba parte de la corriente progresista que había en el Colegio de Abogados. Me gustaba el ideario socialista del PSP y me enrolé. Daniel en aquel entonces estaba en el PCE. Yo en el PSP y después en el PSOE. Jamás el uno cuestionó al otro su militancia. Mi padre nunca se metió y mi hermano José Manuel solo hizo una vez un comentario, pero mis tías estaban horrorizadas cuando me vieron en un cartel electoral, pero luego respetaron mi militancia.

El primer atentado. "Estábamos aún en la clandestinidad y había que tener mucho cuidado. En una ocasión me denegaron el pasaporte para viajar a un congreso a Holanda. Fui a Madrid, a la Puerta del Sol, a preguntar por qué y el funcionario volvió con un fajo de papeles sobre mí, entre ellos un escrito que había firmado pidiendo al Ministerio de la Gobernación que comprobase que se maltrataba en las Comisarías a la gente que detenían por motivos políticos. Fui secretaria de la Junta Democrática, luego pasamos a la Platajunta. En mi casa se hicieron varias reuniones de la Junta Democrática. También fui secretaria general del PSP en Asturias en 1976. En febrero de aquel año, Daniel y yo participamos en una gran manifestación en Oviedo, en el Parque de San Francisco, yo en primera fila y él en segunda. La noche siguiente a que se publicara la foto, nos quemaron la farmacia, dejando un gran letrero en la cristalera que decía ‘Morirás’ ‘Guerrilleros de Cristo Rey’. Me personé en Comisaría, me pasaron con los de la Social y el interrogatorio fue kafkiano. Sabían perfectamente quién había quemado la farmacia, pero su actitud era estrambótica y tuve que decirles, ‘oigan, que yo soy la denunciante’".

El PSOE. "Fui de número dos al Congreso por el PSP, con Paco Prendes como cabeza de lista, en las generales de 1977. Mi primer mitin fue en Oviedo, en el Palacio de Deportes. Ingenua de mí, empecé a hablarles de la emancipación de la mujer y al ver que el respetable público me miraba con cara de ‘¿qué dice esta?’, tuve que rectificar el discurso sobre la marcha y hablar de marxismo. En 1978 fui firmante de la integración del PSP en el PSOE, donde fui bien acogida".

4 |  REPRODUCCIONES DE MARCOS LEÓN

Durante la visita a un pozo minero

Telefónica. "En marzo de 1983 me fui a Madrid en mi primer cargo institucional, de delegada del Gobierno en Telefónica, que entonces era un monopolio del Estado. El ministro Quique Barón no me conocía, pero comentó en el Congreso el perfil que buscaba y fue Pedro de Silva quien le sugirió mi nombre. Al principio no estaba muy convencida, porque me había costado muchísimo levantar el despacho, pero fue Daniel el que me dijo que no le volviera a hablar de infrarrepresentación de las mujeres en cargos si no aceptaba, y que él se ocupaba de la prole. Cuando me propusieron para el cargo, en el Consejo de Ministros Fernando Morán empezó a hablar de mí diciendo que era una abogada estupenda. Alfonso Guerra lo miró y dijo con mucha sorna ‘una abogada estupenda, de causas perdidas’. Y era la verdad, porque reivindicaciones las habíamos perdido todas en su momento. Iba a Madrid de lunes a viernes. La primera vez que entré por la puerta en el edificio noble de Telefónica en Gran Vía, me entró auténtica congoja. Cuando llegué aún se despedía a las telefonistas en cuanto se casaban; yo pude apoyar su reivindicación para acabar con aquello. Dejé el cargo en 1985, al acabarse el monopolio".

Paz Fernández Felgueroso, en su casa, contemplando una foto en la que aparece en un acto en Madrid junto a Enrique Tierno Galván, en diciembre de 1985, dos meses antes del fallecimiento del entonces alcalde de Madrid. |

Paz Fernández Felgueroso, de blanco en el centro, en el Concurso Hípico de Gijón

Correos. "En 1985 cambió el Ministro, vino Abel Caballero y se crea la Secretaría General de Comunicaciones, para Telecomunicaciones y Correos. Me nombró para el cargo en un momento complicado porque Correos estaba perdiendo mucho dinero. Recuerdo que la cartera que llevaban los carteros pesaba, vacía, 15 kilos y había muchas bajas por lordosis. Yo propuse que llevaran el carrito amarillo que tienen ahora, porque había visto que así trabajaban en los países nórdicos. La primera reacción de los sindicatos fue decir ‘como es una señora, nos quiere llevar a la compra’. Luego entendieron y ahora quítales el carrito a los trabajadores, verás tú la que te arman".

Industria. "En 1987 me llamó Pedro de Silva para que me presente con él a las elecciones autonómicas y contar conmigo luego para la Consejería de Industria. Abel Caballero me dijo: ‘No puedo entenderlo, Asturias en plena crisis industrial, cuando aquí estás en el mejor despacho de Madrid con más de 20.000 personas a tu servicio’. Fui la primera mujer en la Consejería de Industria. Por todas las responsabilidades que pasé fui la primera, salvo en Prisiones, donde Victoria Kent lo había sido seis meses en los años 30. Cuando acepté la Consejería sabía lo que había con todos los sectores industriales en crisis. El naval, que se fue resolviendo; lo pasé muy mal con Confecciones Gijón, cuando entré en Industria había 27.000 trabajadores en la minería y pasaron a 18.000. La crisis industrial se palió con las prejubilaciones, para que no fuera tan traumática".

La gente me paraba por Gijón y yo anotaba lo que me sugerían en una libretina

Alfombra y escraches. "Fueron cuatro años muy movidos. Se trabajó con las grandes y pequeñas industrias de la región. Marchaba de casa a las ocho de la mañana y volvía a las diez de la noche. Una noche dormí tirada en la alfombra de la Consejería, con los trabajadores del naval concentrados fuera, aunque los del naval siempre fueron bastante respetuosos, pero, claro, a mí cuando me hablan de escraches... a Pedro y a mí, bueno, con Confecciones Gijón tuvimos de todo. Se concentraban frente a mi casa, pero yo salía muy temprano y se las topó Daniel, que salía mucho más tarde. Quedó parado y empezaron a decirle ‘Daniel, sal, que contigo no va, que la mala es ella’, Daniel asintió con la cabeza y siguió. Cuando me lo contaron le pregunté que cómo había sido capaz y me dijo: ‘Son tus asuntos’. Tengo la suerte de aguantar muy bien la presión y además estar con Pedro de Silva de presidente era un lujo, igual con otro no lo hubiera aguantado tan bien. En Confecciones Gijón había desaparecido el propietario y no fuimos capaces a reflotar la empresa, en un momento en el que todas las industrias textiles como las de Cataluña también estaban desapareciendo.

Inversiones y promesas. "Pedro de Silva y yo siempre recordamos el trabajo para que la Du Pont viniera a Asturias, y la Thyssen. Ahí tuvimos el acompañamiento total del empresariado asturiano y de los sindicatos. Hubo una ley para la implantación de Du Pont y fue de las escasísimas que se aprobó por unanimidad en la Junta General. Pedro me encargó buscar un sitio para hacer el Museo de la Minería, que era un compromiso electoral. Cuando encontré uno que me gustaba, llego al Consejo de Gobierno a explicarlo y Pedro me dice con mucha sorna: ‘Está muy bien, pero resulta que yo lo prometí en San Martín del Rey Aurelio y eso ya está en La Felguera’. Otra vez a buscar. El Museo de la Minería salió muy bien y para ello el asesoramiento de Luis Adaro padre fue fundamental".

Secretaria de Estado. "Estuve en el Gobierno autonómico hasta 1991, siguiendo después como diputada y volviendo a la vez a ejercer como abogada. En 1993 me llama María Teresa Fernández de la Vega, para decirme que el ministro de Justicia, Juan Alberto Belloch, quería proponerme para el sistema penitenciario. Antes habían pensado en proponerme para el Consejo General del Poder Judicial, pero estaba como ahora, sin acuerdo para renovarlo. Fui a Madrid con la idea de que no iba a aceptar ninguna cuestión fuera de Asturias, pero Belloch, que es un encantador de serpientes, me convenció. Me advirtió del peligro respecto a ETA y yo creí que eso había sido justo mientras estaba en el cargo, pero ese riesgo me acompañó hasta que en 2011 ETA dijo que dejaba de matar. Era el objetivo número dos de ETA, tras el Ministro. Fui secretaria de Estado hasta 1996".

Ortega Lara. "Lo peor fue el tema de seguridad, y el secuestro de Ortega Lara fue la gota que colmó el vaso de la inquietud entre los funcionarios. Para rebajar la preocupación de mis hijos les decía que si me moría de un cáncer nadie se iba a acordar, pero que si me pegaban un tiro sería una heroína. Se ponían furiosos. En estos puestos quien está más preocupado es tu familia, no tú".

Sin ver la luz. "Fue duro estar siempre con guardaespaldas, que son gente estupenda. De vez en cuando me escapaba, aunque me pedían que no lo hiciera. En Madrid me tuve que mudar a un apartamento que tenía Instituciones Penitenciarias encima de su sede en la calle Alcalá, porque en el que vivía antes estaba en un edificio de once pisos y tenía que tener tal cantidad de gente protegiéndome día, noche, abajo y arriba, que era un coste enorme y una locura. Mi vida era levantarme, bajar a la oficina, subir por la noche y no salir prácticamente durante la semana, salvo la ida al Ministerio o a algún acto. En los desplazamientos llevaba un coche delante, otro detrás y en medio en el que iba yo. Prácticamente no veía la luz del día, porque no merecía la pena. Era una época en la que se estaba trabajando para intentar convencer a los presos de ETA de que aquello no tenía sentido y que había que dejarlo. Cada vez que había un atentado, era terrible".

Belloch. "No era un ministro al uso, nos reunía los jueves a comer con él y comentaba con el equipo; Margarita Robles, María Teresa Fernández de la Vega y yo como secretarias de Estado y luego había otro de la droga. El Ministro tuvo muchos problemas en aquella época, con lo de Roldán y con lo de Amedo y Domínguez, que coleaba".

Bomba en la farmacia del marido. "Cesé en mayo de 1996 y vuelvo a ejercer como abogada. En la madrugada del 2 de noviembre me llamó por teléfono el comisario, que me tranquilizó de inmediato. ETA había puesto una bomba en la farmacia, pero les había fallado la ignición y no explotó y ya estaban operando los Tedax. Añadió que también habían comunicado otra en el edificio de los Juzgados de lo penal, y por el teléfono pude oír la explosión que se produjo mientras hablábamos. Fue un momento de enorme tensión porque si hubiera estallado la bomba de la farmacia se habría producido una tragedia, porque había niños durmiendo justo encima. Fue la primera y única vez que ETA se acercó a Gijón y la razón por la que continué con protección hasta que anunció el cese de su actividad terrorista".

Fue duro estar tantos años con guardaespaldas, de vez en cuando me escapaba

Fallecimiento de Daniel Palacios. "En 1997 falleció Daniel. Fue un momento muy duro. Habíamos estado dos días antes en el Mazuco, donde Daniel había organizado un acto con el Ateneo Obrero de Gijón. En aquel acto se excitó muchísimo y me dijo Manolín el pediatra, ‘Paz, ten cuidado, a ver si le va a dar un infarto’. Eso fue un domingo y al martes siguiente empezó con un dolor. Yo le insistí para que volviera a Urgencias, pero él me dijo ya le habían dicho que era una cosa gástrica. Salimos, yo dando un portazo porque no quería ir al médico. Me fui al despacho y él a su tertulia. A la hora y media me llamaron diciéndome que había caído fulminado en la calle. Para quien fallece, una muerte así no es mala, pero para mí y para mis hijos fue un shock muy fuerte. Luego los médicos me explicaron que ante un infarto masivo de ese tipo no hay nada que hacer, aunque estés en un hospital. Me quedaron muy buenos recuerdos de mi matrimonio".

Alcaldesa. "Seguí ejerciendo como abogada hasta que en 1998 me convencen, entre otros José Manuel Sariego, para ser candidata a la Alcaldía de Gijón. Hacía tiempo que ya se corría el rumor, aún en vida de Daniel, que me dijo un día tras escuchar que igual me proponían: ‘A mí me hundes en la miseria, ¿qué voy a hacer en la tertulia, yo, que soy el crítico?’, porque tenía muy buenos amigos, pero de derechas. Yo creo que le hubiera hecho muchísima ilusión verme en la Alcaldía. En mis primeras elecciones municipales sacamos 16 concejales. Tini había sido un alcalde que había transformado mucho la ciudad y, por lo tanto, la marca PSOE pesó mucho en aquellas elecciones. Tú personalmente puedes agregar algo, pero si antes tienes un desastre, pues es difícil. Mi trayectoria pudo aportar un pelín, pero lo importante es que tuve una excelente herencia. Se tiende a pensar que tú eres el mocín de la película, pero en política no es así, pesa mucho más la impronta partido que otra cosa.

La libretina. "La cercanía que tienes que tener a la gente en un Ayuntamiento a mí no me costó trabajo por cómo es la gente de Gijón. Me paraban por la calle, yo llevaba una libretina y anotaba lo que me sugerían. Gijón es reivindicativa, pero afectuosa. Llegaba a las siete y media de la mañana al Ayuntamiento y me volvía a mi casa a las nueve o diez de la noche. Tuve muy buenos equipos, pero para bien o para mal al final todo se achaca a la Alcaldía. Y no solo las actuaciones municipales. Inaugurando con Tini una remodelación de un centro de salud que había hecho el Principado me vino antes a dar las gracias una señora, a la que le expliqué que lo había hecho el Principado. Luego Tini habló 20 minutos y yo dije dos palabras y al salir, llega otra: ‘estupendo todo, Alcaldesa’. Tini miraba para mí y le dije, que él había sido Alcalde y sabía que aunque aquello lo hubiera hecho él, para la gente lo había hecho yo".

Micropolítica. "Mi peor momento fue la anulación del PGO, que para mí fue una puñalada y el disgusto que me llevé en el Ayuntamiento. Si en 2011 hubiéramos vuelto a gobernar se hubiera resuelto, porque era un tema formal. Se perjudicó a mucha gente que, de acuerdo con el plan, se había posicionado en distintos sitios. El PGO fue un problema y las marchas verdes, pero hay que entender que la gente se posicione cuando considera que no estás haciendo algo bien. Tuve muchas satisfacciones, pero para mí el Botánico fue la perla. También Talasoponiente, a pesar de que no era lo que yo había previsto, y el desarrollo del Parque Tecnológico. Y la micropolítica, que es lo que a la gente le importa al final, que del banco que le pongas se pueda levantar bien, no que no pueda; la gente da por descontadas las grandes inversiones".

Sin crispación. "En el Ayuntamiento, en el debate con Mercedes Fernández y luego con Pilar Fernández Pardo no se sobrepasaban nunca los límites de lo razonable. Tampoco en la Junta General cuando fui consejera. Ahora cada vez me parece más complicado hacer política por la crispación. La etapa más bonita de mi estancia en la política fueron mis doce años como Alcaldesa. Incluso hoy me para por la calle gente que no me votó, muy afectuosa. En 2011 tenía fuerzas suficientes para volver a presentarme, pero pensé que hay que renovarse y que 12 años era un plazo suficiente para haber hecho las cosas y uno no debe intentar perpetuarse en los sitios".

Siempre activa. "Tras dejar la Alcaldía, durante ocho años presidí el Consejo de Comunidades Asturianas. Ahora sigo participando en la Tertulia Feminista Les Comadres, en el Club Rotario de Gijón, en el Archivo de Indianos y también en representación del Principado en el Consejo Social de la Universidad de Oviedo. Sigo dándole vida a la vida, que es lo que hay que hacer".

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