Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil

El misticismo mágico del artista fue festejado en España a partir de su consagración en la Bienal de São Paulo en 1965 pero está lejos de ser conocido en su tierra

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil / Alicia Vallina

Alicia Vallina Vallina

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Es hermoso contemplar con calma una obra de arte. En silencio, a solas, sin el atronador y ruidoso barullo que a veces la rodea para confundirnos y hacernos pasar por alto algunos detalles que de otro modo percibiríamos.

Así ocurre también al situarse delante de una obra del ovetense Fernando Odriozola. La que ahora contemplo es de formato horizontal, de un color rojo sangre intenso, oscuro, descorazonador. Lo primero que pienso es que recuerda a la terrible escena de "Lo que el viento se llevó" en la que Vivian Leigh huye en plena noche de una Atlanta en llamas ocupada por el ejército del norte dirigiendo un carro tirado por dos caballos. Dramático, valiente, devastador.

Una línea bien definida divide la escena entre el cielo y la tierra. Ambos rojizos y negruzcos, dolor y muerte, fuego y cenizas. Y en lo alto, la espiral de la luna a medio camino sin llenarse. Una silueta que observa, que nos observa. Testigo mudo de la escena que nos exige pensamiento, esfuerzo, acción para poder descifrar lo que el autor trata de decirnos en un enigmático e inquietante lenguaje. Que ya dijera Federico García Lorca en sus "Bodas de Sangre":

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil / Alicia Vallina

La luna deja un cuchillo

abandonado en el aire,

que siendo acecho de plomo

quiere ser dolor de sangre.

Así comenzó a pintar Fernando Pascual Odriozola, con apenas 15 años, y en un Oviedo de postguerra donde nació en 1921. No había sitio para él allí ni tampoco para su singular modo de interpretar el arte, así que dejó todo atrás y marchó a Brasil en 1953, hace ahora 70 años. Al igual que por esas mismas fechas hiciera el gran artista catalán Joan Ponç, Odriozola se instaló en São Paulo y en 1954 realizó su primera exposición individual en la Galería Portinari.

En 1955 ya había expuesto en el Museo de Arte Moderno de la ciudad y, a comienzos de los años 60 del pasado siglo, comenzó a impartir clases en el Instituto de Arte Contemporáneo de la Fundación Armando Álvares Penteado. Colaboró por esas fechas como ilustrador en los periódicos "O Estado" y "Diario" de São Paulo, y en la revista "Habitat". En 1963 participó por primera vez en la VII Bienal de São Paulo dentro del pabellón brasileño con cuatro paisajes. Su nombre ya sonaba con fuerza en los círculos artísticos más importantes de la ciudad y, en 1964, Odriozola se unió al Grupo Austral junto a compañeros como Wesley Duke Lee, Yoshitome y Bin Kondo.

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil

Odriozola, el pintor ovetense que triunfó en Brasil / Alicia Vallina

El año de 1965 fue el de su consagración definitiva al obtener en la VIII Bienal de São Paulo (bajo el título de Dictadura militar en Brasil) el Premio de Dibujo dentro de la sección brasileña por un conjunto de 8 obras realizadas en tinta sobre papel, una de las cuáles, Desenho nº7 (1963), fue expuesta recientemente en el Centro Niemeyer de Avilés en la muestra titulada Vuelta al revés del revés y comisariada por Genoveva Tussell.

Tal y como Tusell recoge en sus investigaciones, el premio fue celebrado en España y el trabajo de Odriozola especialmente reconocido en nuestro país. Este triunfo le abrió las puertas a su participación en la Bienal del Pop del año de 1967 en una sala especial dedicada a sus trabajos, junto a otras grandes figuras que también expondrían de forma aislada como el pintor estadounidense Edward Hopper o el artista cinético argentino Julio Le Parc.

Obras del pintor ovetense Fernando Odriozola.

Obras del pintor ovetense Fernando Odriozola. / Alicia Vallina

Su última participación en la bienal fue en 1977, justo nueve años antes de su fallecimiento, ocurrido un 9 de junio de 1986, cuando aún no había cumplido los 65 años. En el año de su muerte, el Centro Cultural São Paulo homenajeó a Odriozola con una exposición retrospectiva póstuma en su honor. Fue un gran reconocimiento para uno de los artistas asturianos más reconocidos a nivel internacional y menos conocidos en su propia tierra.

Su pintura pude resultarnos extraña, insondable, enigmática, lírica y silenciosa. Pinceladas casi caligráficas y ligeras de tonos apagados. Diálogos secretos entre el espectador y el artista en los que apenas se susurran las palabras para no ser desvelados los secretos que encierran. Una obra a veces delirante, confusa e intimista donde Odriozola enseña su mundo mágico de sueños.

Pasen y vean.

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