Memorias
Margarita Cuervo-Arango Alonso, exvicepresidenta de la Atlética Avilesina: "Mi mejor momento fue al ganar la Copa Stadium; de allí salió el lema de que la Atlética puede con todo"
"El club se convirtió en nuestra casa, llegábamos todos los días a las cuatro y salíamos a las once; solo parábamos una semana al año"

Margarita Cuervo-Arango, en la actualidad, en el parque del Muelle, de Avilés. / Miki López
Hablar de deporte en Avilés es hablar de Margarita Cuervo-Arango y de su marido, Toso Muñiz. Este matrimonio, avilesinos los dos, fueron claves para el crecimiento de la Atlética Avilesina, una de las mayores entidades deportivas de toda Asturias. Bajo su mandato el club llegó a su máximo esplendor, teniendo hasta dieciséis secciones distintas bajo su paraguas. Amante del fútbol y del balonmano, en gran parte a cuenta de su hijo, Juan Muñiz Cuervo-Arango, no ha tenido una vida sencilla. A una edad muy temprana se puso a trabajar en Ensidesa, como secretaria de una de las personas más importantes en aquella empresa y clave para la expansión del deporte dentro de la ciudad, Juan Muro de Zaro. Al quedarse embarazada decidieron despedirla, pero esta avilesina no sabe lo que es estar en casa. Rápidamente encontró un nuevo hogar laboral, las notarías, donde estuvo trabajando como secretaria hasta su jubilación. Hasta pidió poder trabajar más años de los que debería. Por sus dos facetas es uno de los rostros más conocidos en Avilés, ya que por su faceta en la gestión en las notarías han pasado los empresarios más destacados y, en lo deportivo, aquellos niños que empezaban a hacer sus pinitos en ese ámbito. Prueba de ello es que, a la hora de hacerse las fotos para LA NUEVA ESPAÑA, son varios los que se acercan a preguntarle por su estado de salud. Ya supera los noventa años, pero sigue viviendo sola. Habla con humildad, como si a lo largo de su vida no hubiese alcanzado grandes hitos.
La infancia. "Nací en 1935, en Avilés. Cumplí los noventa años el 5 de marzo. Nací en el barrio de El Carbayedo y mis padres se llamaban José Ramón y Eloína. Era la segunda de siete hermanos. Tuve una buena infancia, sin excesivos problemas. Salí pronto del colegio para ponerme a trabajar en Ensidesa. Empecé en el 53 y ahí estuve hasta el año 60. Luego, cuando me quedé embarazada, me echaron".
Sus primeros años en el mercado laboral. "Era totalmente distinto a lo que se ve ahora. De aquella, tanto en la empresa como en la ciudad éramos todos amigos. Conocías a todo el mundo. Ahora es todo muy diferente. Empecé a trabajar como secretaria, se me daba muy bien la máquina de escribir. De aquella era algo que estaba muy valorado, no había mucha gente que tuviese la habilidad que tenía yo. Fui a una academia para poder aprender. Ahí empezó a crecer mi afición por el deporte, porque fui la secretaria de Juan Muro de Zaro, que fue el impulsor de las instalaciones de La Toba y presidente del Cub de Fútbol Ensidesa".
Su pasión por el deporte, desde la cuna. "Desde pequeña iba al fútbol con mi padre. Me llevó muchas veces. No sé por qué, pero me llevaba a mí más que a mi hermano mayor. Debía ver más interés en mí, que era más futbolera. No era lo más común ver a una mujer viendo un partido, pero a mí me encantaba. En aquella época era de lo poco que teníamos para entretenernos. Allí solían estar mis compañeros del colegio, por lo que me lo pasaba muy bien. Llevo siguiendo al Avilés desde aquella época".
Su matrimonio con Toso Muñiz. "Le conocí cuando ya estaba trabajando, yo tenía 21 años. No nos duró mucho el cortejo, enseguida nos casamos. Estuvimos año y medio cortejando. Después de casarnos no teníamos casi ni tiempo para reñir, porque los dos estábamos siempre a mil cosas. Coincidíamos para cenar, dormir y poco más. En vacaciones nos gustaba ir a Madrid, a ver el teatro. Aquí en Avilés iba mucho al Palacio Valdés, nos encantaba. Era prácticamente el único momento en el que no hablábamos del deporte".

Toso Muñiz, Margarita Cuervo-Arango y Juan Muñiz, en Covadonga. / Miki López
El Avilés de los años 50. "Era totalmente diferente a lo que ves ahora. La ciudad era más pequeña, por lo que todos nos conocíamos. Tengo un gran recuerdo de aquellos años. Salías y podías hablar con todo el mundo, porque se creaban muchas relaciones. No había tanta industria como más adelante, por lo que tampoco había tanta contaminación. Muchas veces quedábamos en la plaza de Abastos, que era donde se cortejaba".
Sus principios en la Atlética Avilesina. "A mí de pequeña ya me gustaba mucho el deporte, siempre he tirado mucho por ello. Mi padre ya había sido presidente de la Atlética y Toso Muñiz, mi marido, también cogió la presidencia. Al tenerlo en casa y vivirlo desde pequeña decidí que yo tenía que ser la vicepresidenta. La Atlética se convirtió en nuestra casa, salíamos de trabajar e íbamos directos allí. Llegábamos a las cuatro de la tarde y estábamos ahí hasta las once, sábados y domingos incluidos. Tan solo nos cogíamos una semana de vacaciones al año, para poder desconectar. A mí lo que más me tiraba era el grupo de montaña, que fue lo que practiqué. Yo solo trabajaba a nivel de oficina, que encima ya estaba acostumbrada de mi labor como secretaria. Hubo una época donde teníamos dieciséis secciones diferentes en la Atlética, fue uno de los mejores momentos de la entidad. Nunca me cansé del club, era mi gran pasión y una parte fundamental de mi vida".
Compaginar la crianza con su trabajo y la Atlética. "Mi hijo, Juan Muñiz, prácticamente se crió en la Atlética. Mientras él iba a clase nosotros trabajábamos, y después, por las tardes, estaba con nosotros en la sede del club. Gracias a eso también pudo probar muchos deportes, las cosas como son (ríe). Ni Toso ni yo teníamos mucho tiempo libre. Era muy revoltoso, pero muy buen niño".

Margarita Cuervo-Arango, en la plaza de Pedro Menéndez. / Miki López
La Copa Stadium. "Fue nuestro mejor momento al frente de la Atlética Avilesina. Esa copa, que la entregaba el Rey, reconocía al mejor club deportivo de toda España. Nos la dieron en 1989. Era un trofeo gigantesco, como el Carranza o ese tipo de copas que se daban antes. Se la dio Juan Carlos I a Toso. Ese día salió uno de los lemas de la Atlética, cuando el Rey le entregó el trofeo a mi marido y le advirtió de que pesaba mucho. ‘La Atlética puede con todo’, le respondió. En aquel momento todo el mundo en Avilés hacía deporte, era el raro el niño que no estaba metido en el club".
Su trabajo en la notaría. "En aquella época era muy raro ver a mujeres trabajando en una notaría, aunque fuese como secretaria. Era un terreno de paisanos. Yo me gané bien mi hueco, no entraba ni salía nadie de allí sin que pasase por delante de mi mesa. El peor día allí fue cuando me tuve que jubilar. Me encantaba, era muy feliz en la notaría. De hecho, pedí alargar mi época laboral, para jubilarme cinco años más tarde. A mí lo de estar sentada en el sofá, sin nada que hacer, no va conmigo. Pero a los 70 me tuve que jubilar, qué remedio".
Pionera en el deporte y en el mundo laboral. "Pionera no sé si es la palabra, pero sí que, cuando yo entré a trabajar en la notaría, en el 1965, era raro ver a una mujer en un mundo así, tan marcado por los hombres. Había que tener un poco de genio para que nadie se te subiese a las barbas, pero nunca tuve ningún problema".
Sus aficiones. "Ahora veo mucho deporte por la televisión y voy siempre que puedo a ver los partidos de la Atlética de balonmano. Eso sí, te tengo que confesar que lo que más me gusta es el fútbol. Me tiran mucho los equipos asturianos, el Avilés como es obvio, y el Atlético de Madrid. Soy colchonera. Esa afición me salió en mi viaje de novios, que cuando estábamos en Madrid coincidió que se jugaba un Madrid-Atlético en el antiguo Santiago Bernabéu. Toso era del Madrid y claro, para reñir un poco, yo tiré por el rojiblanco".
El fallecimiento de su marido. "Fueron los momentos más duros de mi vida. Toso falleció de cáncer de próstata en 1991. Estábamos muy muy unidos, teníamos muchos proyectos juntos. Estuvimos 36 años casados. Al final es ley de vida, y de aquella no había los medios que hay ahora, pero fue una época durísima".
Su época en Cáritas, ya como jubilada. "Iba todos los miércoles y tenía un papel parecido al de la notaría. Hasta que llegué había bastante descontrol, pero yo me puse a hacer actas y llevar todo a rajatabla. Apuntaba todo lo que entraba. Era a lo que estaba acostumbrada y lo que veía más práctico. Fue una buena época".
Su vida como jubilada. "Solo me dedico a cocinar (entre risas) y a ver los partidos de la Atlética. Suelo bajar a dar un paseo por Avilés y aprovecho para hacer las compras. También tomo el café con mis amigas, sobre todo por las tardes. Por ahora vivo sola, por suerte no necesito que nadie me ayude".

El matrimonio en el puerto de Avilés. / Miki López
La diferencia entre el Avilés de antes y el de ahora. "Yo lo veo totalmente diferente. Ahora las relaciones con la gente no son lo mismo que antes. En mi época era todo más familiar, conocías a todo el mundo. Ahora prácticamente no sabes quién es nadie, la ciudad es demasiado grande. Antes también había más trabajo, al final la industria aquí tiró mucho por la gente. A mí no me gustan mucho los cambios, no tengas muy en cuenta mi opinión".
La mujer en el deporte. "Yo peleé mucho por la igualdad en la Atlética, que todo el mundo, daba igual el sexo o su clase social, pudiese hacer deporte. Abogué por crear equipos femeninos en las diferentes secciones, para mi algo era algo muy importante. Por ello, veo con muy buenos ojos todo lo que se ha ido consiguiendo a lo largo de los años. Cuando empezamos en la Atlética parecía algo impensable, ver que muchas podrían vivir del deporte".
Los deportistas de la Atlética que más le han marcado. "A lo largo de todos estos años hay muchos que se te quedan, en la Atlética hemos tenido mucho nivel, Falín del Busto, Yago Lamela... Alguien que tiene un hueco especial en mi corazón es Dacal, el boxeador. No te imaginas el cariño que siempre le tuve. Era muy buena persona. Con él tengo una anécdota curiosa. Le acompañamos Toso [Muñiz, su esposo] y yo a Londres para disputar el campeonato de Europa y, justo ese día, se produjo el golpe de estado de Tejero. Juan, además, estaba haciendo la mili en Madrid. No sabes los nervios que pasamos. Encima no era como ahora, que te enteras de todo por el móvil. Entramos en el autobús, para volver al hotel, y todo el mundo miraba para nosotros y nos decían ‘pum, pum’. No entendimos nada de aquello hasta que nos lo explicaron".
El momento del deporte en Avilés. "Es cierto que, en Avilés, salvo contadas excepciones, hace tiempo que no tenemos una buena hornada de deportistas. Los Yago Lamela y Dacal quedan muy lejos. Yo creo que hay buena cantera, paso por la Atlética y veo a muchos niños con grandes cualidades, pero eso solo lo puede decir el tiempo. Creo que las bases que hay son buenas y me gusta ver que la juventud sigue apostando por el deporte".
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