Dar buena imagen como empresa es una suma de grandes y pequeños detalles, ninguno accesorio. Uno de ellos es el vestuario de sus profesionales. Reflejar en él la cultura de la organización es el servicio que ofrecen empresas como la gijonesa Atuenda 2006 S.L.U. instalada desde hace cuatro años en el polígono de Mora Garay.

Sus clientes provienen principalmente del sector servicios: balnearios, hoteles, restaurantes..., también del sanitario, e incluso han sabido llevar al sector industrial su filosofía de producto. Una visión que Miguel Sampedro, gerente de Atuenda, resume asegurando que «el vestuario de los trabajadores es lo primero que ve el cliente. Hay que saber plasmar en él la imagen corporativa de la empresa, por eso hay que ofrecerle a ésta una ayuda integral a la hora de diseñar, elaborar y mantener ese vestuario. Es justamente lo que hacemos nosotros y al final nos ven como parte de la empresa, como los responsables del vestuario de sus profesionales».

¿Estamos hablando de empezar de cero en el vestuario de los trabajadores de una empresa?

En muchos casos sí. Ese es precisamente nuestro valor añadido, esa respuesta integral al cliente. En nuestro primer contacto con él intentamos que nos traslade sus necesidades e inquietudes en todos los sentidos con respecto al vestuario de sus trabajadores. Con esa información nuestro equipo de comerciales y diseñadores preparan una propuesta en la que se pormenoriza por departamentos el tipo de prenda, su diseño, los tejidos, los colores... siempre en relación con la imagen corporativa de la empresa. Les proponemos plazos de entrega y estimamos un presupuesto.

-¿Y el cliente se deja asesorar o suele tener ideas muy rígidas al respecto?

-Se deja asesorar cada vez más porque es verdad que el perfil de empresario o directivo de empresa ha cambiado mucho. Tienen interés en escuchar propuestas porque saben que das ideas, que ofreces alternativas a su forma habitual de hacer las cosas.

-¿Hasta el punto de dar un giro radical en la uniformidad de sus trabajadores?

-Bueno, el cambio completo de uniformidad es complicado porque en general los empresarios son poco atrevidos y les cuesta, por ejemplo, abandonar un color o un tipo de tejido, pero en el mercado existen muchas posibilidades diferentes de productos que nos pueden facilitar ese cambio. Vale la pena porque hoteles, restaurantes, clínicas... se dan cuenta de que el vestuario es lo primero que ven sus clientes y que te vean diferente al primer vistazo es un plus.

-¿Cuándo se pueden ir haciendo esos cambios de imagen?

-Un buen momento es el cambio de temporada, no olvidemos que hay sectores cuyo convenio exige dar dos uniformes al año a sus trabajadores. Es una buena ocasión para introducir modificaciones en la uniformidad, siempre manteniendo una imagen.

-¿Escuchan la opinión de quienes van a utilizar la vestimenta de trabajo?

-Por supuesto, su opinión nos interesa mucho porque nos da claves muy interesantes. De hecho, una vez que les entregamos la mercancía, además de recibir las impresiones del empresario, siempre recavamos la de los trabajadores.

-¿Y reciben muchas quejas?

-No. Aunque en algún caso hay que hacerles entender que el vestuario profesional no es un traje a medida, evidentemente va por tallas. De todas formas, nosotros realizamos un trabajo previo muy importante que consiste en llevar a las instalaciones del cliente un muestrario de prendas y probarlas con quienes las van a usar para asignar tallas. Además, si es preciso hacer arreglos, tenemos acuerdos con costureras para adaptar la pieza a la persona. Al final hacemos una entrega personalizada, cada trabajador recibirá su vestimenta en una bolsa a su nombre. En muchos casos, la empresa pide que el nombre de cada profesional figure serigrafiado o bordado en la prenda.

-¿Y cómo se resuelve el problema de las empresas con mucha rotación de trabajadores?

-Nosotros aconsejamos siempre que al realizar un pedido, la empresa cuente con un margen de entre un 10 y un 15 por ciento más de prendas, de manera que las pueda tener en stock para entregar a los nuevos empleados.

-¿Trabajan ustedes con un esquema básico de vestuario para según qué funciones?

-Sí. Por ejemplo, si se trata de un hotel, podemos estar hablando de seis departamentos diferentes. Para recepción, hablamos de traje y camisa; para los botones, pantalón con casaca y abrigo; para el personal de limpieza puede ser casaca y pantalón; para el del spa, uniforme de tejido transpirable y muy cómodo; en el restaurante, camisas cuello mao con pantalón; el maître, camisa y corbata; en la cocina, casacas con bandanas...

-¿Ha creado algún problema la elección de falda o pantalón en el caso de las mujeres?

-Ninguno. Tenemos patrón de hombre y mujer para cada prenda y, en el caso de las mujeres, lo hay para falda y pantalón; nos adaptamos a lo que nos pidan.

-Ponga un ejemplo de buen hacer en la adaptación de la vestimenta a la cultura de la empresa.

-El balneario de Las Caldas es un excelente ejemplo. Para ellos hicimos uno de los trabajos más integrales porque abarcamos absolutamente todos los departamentos, desde el spa hasta el mantenimiento y con la imagen corporativa de la empresa como referencia. El resultado fue muy bueno.

-No confeccionan, ¿con qué fabricantes tienen acuerdos para desarrollar su trabajo?

-Contamos con diferentes fabricantes que se adaptan a cada sector. Los asturianos, por ejemplo, están más orientados al sector servicios; los de fuera de Asturias, Murcia y La Rioja especialmente, a la industria.

-¿Ofrecen otros servicios además de la vestimenta profesional?

-Somos distribuidores para Asturias de la bota Tao Safety, que cumple todas las especificaciones de seguridad para la industria, pero añade puntera de aluminio y sistema de ventilación, y de la marca de lencería Ezpeleta: manteles, cubres, servilletas, sábanas, toallas, colchas, todo adaptado a los colores corporativos. Por cierto, somos proveedores oficiales de vestuario profesional y lencería para todos los hoteles integrados en la Unión Hotelera de Asturias.

-¿La crisis ha cerrado el grifo de la inversión en prendas de trabajo?

-En general, se nota miedo a gastar y el vestuario profesional suele pasar a un segundo plano en estos casos porque el empresario piensa «puedo tirar con el del año pasado y dedico el dinero a otras inversiones prioritarias». De todas formas, quizá porque somos una empresa joven, por el momento estamos vendiendo más que el año pasado.

Miguel Sampredo Carrera (Lugo, 1971) es economista por la Universidad de Oviedo, magíster en Dirección Comercial por la Escuela de Negocios de Asturias y en Prevención de Riegos por el Instituto de Empresa. Ha trabajado en el área de distribución de Eroski, en Zamora y Huesca, y posteriormente como responsable del área comercial de Formastur. En 2007 se incorporó como gerente a Atuenda 2006 S.L.U. Está casado y tiene un hijo de 2 años. En sus ratos de ocio practica el fútbol y le gusta leer, viajar y fotografiar la naturaleza.