Diana Larrea (Madrid, 1972) es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense (1991-96) y tiene estudios de música en el Real Conservatorio Superior de Música (1980-96) de Madrid. Recibió el primer premio de escultura urbana en la IV Bienal de Artes Plásticas de Alcorcón (2003). No podemos clasificarla como pintora o escultora, pues en su manera de operar se sirve de la fotografía, el vídeo, la instalación y las intervenciones públicas (performances) para provocar la reflexión del espectador, a menudo mediante la sorpresa y la ruptura de hábitos diarios ligados al espacio urbano. A través de sus actuaciones, siempre apoyadas en interesantes hitos culturales o en problemas sociales, esta madrileña ha encontrado su propio estilo y se abre camino con voz propia.

Entremos en su historial artístico, bien fácil de contar, para confirmar lo dicho con algunos ejemplos. En 2001 cubrió la fachada de la Casa de América (Plaza de la Cibeles, Madrid) con centenares de pájaros negros prendidos a una retícula blanca. Era un homenaje a «Los pájaros» (1963) de Alfred Hichtcock, película en la que se invierten los papeles y gaviotas y cuervos tienen enjaulado al ser humano. También en 2001 («Caso público: intrusos») situó barreras humanas en calles y accesos a monumentos públicos de Madrid. Aquí hablaba del rechazo social de unos seres humanos hacia otros. En 2002 («Caso público: zona azul») cubrió con fundas azules los coches aparcados en una calle y tiñó de rojo el agua de una fuente («Caso público: fuente»). En ambos casos rodó las reacciones de los viandantes. En 2003 colocó una parte de la Estatua de la Libertad en la cala de Sant Vicenç de Pollenza, en Mallorca, en alusión al plano final, ya mítico, de «El planeta de los simios» (Franklin Schaffner, 1968). Esta intervención fue titulada «The End», con claro doble sentido, final de película y final del dominio de los humanos sobre el planeta Tierra. En 2007 situó un gran cartel rojo con la palabra LOVE al pie del Viaducto sobre la calle Segovia de Madrid, famoso por ser lugar también mítico de suicidios. La intervención se titulaba «Lets fall in love», «Déjate caer en el amor». Quería la autora llamar la atención sobre ciertos usos curiosos o inquietantes del espacio público.

Ahora, en Espacio Líquido, ha reunido una serie de trabajos inspirados en la obra «Las ciudades invisibles», de Ítalo Calvino, sobre la formación histórica y el uso de los espacios de las ciudades modernas. Piensa en la destrucción de la Naturaleza, la segregación social que se plasma en distintos barrios urbanos, el control del Estado sobre algunos espacios emblemáticos, o el deseo de evasión del habitante de las grandes ciudades.

Realiza Diana Larrea una intervención en el parque de Isabel la Católica incorporando a la ciudad de Gijón en sus trabajos. Se trata de dos telarañas realizadas con cuerda fina de color dorado. Se refiere a las «Xanas» del bosque que hilan junto a los árboles y los arroyos. O sea, la mujer que hila, la mujer creadora, la Penélope de Ulises, que teje de día y desteje de noche, Ariadna que entrega el ovillo a Teseo para entrar en el Laberinto y enfrentarse al Minotauro. No están las telarañas junto a las dos «Xanas» esculpidas por Manuel Álvarez Laviada, sino tras la copia de «El niño de la oca», obra helenística (200-150 aC.) de Boeto de Calcedonia. Aquí hay árboles que la artista necesitaba y además aparecen los niños, con su curiosidad hacia los animales y la función social del Parque Isabel. (Los jardineros del parque andan con la mosca tras la oreja, aunque el pueblo llano no se dejará mover por una obra efímera).

Como es habitual en la Galería Espacio Líquido, habrá sobre esta autora vistas guiadas y sesiones de participación pública en trabajos creativos.

Consultar:

www.dianalarrea.com

(página de internet de la autora).