Luis González comenzó a sentir los síntomas de la sensibilidad química y la electrosensibilidad hace más de una década. "Me dolía mucho la cabeza y tenía pérdidas de memoria pero las pruebas descartaron que hubiera tumores o indicios de alzheimer. Por aquel entonces empecé a notar que el móvil me mareaba y que no toleraba ciertos olores". El diagnóstico le llegó cinco años después, "yo no sabía que existían estas dolencias, me enteré cuando oí una noticia en la radio", explica. Ahora Luis vive aislado para huir de la contaminación y sólo se acerca a la ciudad de forma puntual. "El otro día pasé por una zona complicada y tuve que estar varios días en la cama". Hoy ha acudido a la concentración frente a la Seguridad Social de Oviedo en protesta por la guía que se acaba de aprobar para indicar a los facultativos cómo actuar en los casos de enfermedades como la suya. "Nos sentimos ninguneados", lamenta.