La pregunta era sencilla: ¿Cómo suena el genoma? Y la respuesta llegó ayer al Instituto Aramo, donde varios de los centros participantes lo demostraron en directo o entraron por Skype para mostrar sus versiones. Los alumnos de ocho centros escolares han utilizado la secuencia del gen Notch2 y sus mutaciones relacionadas con la leucemia linfocítica crónica, para ponerle música.