Langreo,

Lorena CANTO

Un museo impide el paso a las salas de sus tesoros más preciados para protegerlos de los curiosos, que sólo pueden admirar las maravillas tras un cristal o dentro una vitrina. Lo mismo ocurre estos días en el Palacio de los Deportes de Langreo Centro. La primera jornada de puertas abiertas arrancó ayer con la sala de musculación y la cancha principal cerradas, y una señal de «prohibido» en el acceso hacia la piscina. Igualito que un museo. Aun así, y sin poder tocar los «tesoros» que custodia el complejo con recelo, los numerosos visitantes que se acercaron ayer pudieron contemplar las «maravillas» deportivas que podrán utilizar a partir del próximo viernes. Eso sí, tras el cristal.

Todos los visitantes con los que pudo hablar ayer LA NUEVA ESPAÑA coincidían en la misma opinión sobre las instalaciones: «Ah, es muy guapo, pero...». Y lo que venía después difería en virtud de cada vecino. Unos echaban en falta algunos aparatos en la sala de musculación, otros reivindicaban un rocódromo y la mayoría coincidía en las pequeñas dimensiones de la sauna. Sin embargo, todos salieron «satisfechos». Óscar Ruiz, monitor en varios gimnasios y piscinas de Avilés y Gijón, quedó «maravillado» con la piscina. «Está muy bien, nueve calles, una pista de competición... Igual pido trabajo aquí», comentó entre risas a su acompañante, Sonia Fuertes, mientras admiraba el vaso lleno de agua. El monitor fue afortunado y encontró a la primera la piscina, pero algunos visitantes tuvieron que echar mano de un plano para guiarse por el centro. «No la encontramos todavía», apuntó Manuela Gallego y Luis Peaguda, de Sama, mientras destacaban el «colorido de las gradas» y criticaban el tamaño de la sauna y la falta de bicis estáticas en la sala de musculación.

Otros visitantes buscaban el ascensor en la parte baja del centro, justo en la zona destinada a las actividades de aerobic, para subir a la piscina, mientras Isabel Bueres y Juan Carlos Cabacillas admiraban los aparatos de la sala de gimnasio. «Estos aparatos nun los usa cualquiera...», susurró Cabacillas mientras Isabel Bueres, justo al lado, comentaba que «ahora ya puedo ir a la piscina. Me queda más cerca y era lo que necesitaba». También Rosalina y Mercedes Trigueros, dos hermanas de La Felguera, dejaron caer sus reivindicaciones. «Queremos un rocódromo en el complejo». De momento, para las felguerinas el centro «está bien», aunque quieren esperar a estudiar los precios para ver si realmente «merece la pena». El centro puede visitarse hasta mañana en horario de diez a dos de la tarde y de cinco a nueve de la noche. El viernes dejará de ser museo y abrirá.