Langreo,

Lucía CORTINA

La televisión emite desde hace algunos años crudas campañas en las que se muestran los peligros del consumo de alcohol y drogas. Sin embargo, los educadores se quejan de que estos planes para frenar el consumo de sustancias parece no hacer mella en los adolescentes, hecho que queda demostrado en las estadísticas, que muestran que la edad para comenzar a consumirlas ha descendido.

Lo que sí parece ser más efectivo es ponerles nombres y apellidos a las numerosas historias de jóvenes que, tras habituarse a tomar alcohol los fines de semana, se aventuran a probar la cocaína o el hachís y, en algunos de los casos, acaban en la cárcel por tráfico y consumo y con graves problemas de adicción. Así lo creen los directores de las unidades de terapia del penal de Villabona. En en año 1994 pusieron en marcha actividades con las que hacer reflexionar a los presos acerca de las diversas problemáticas que los llevaron a esa situación. Entre ellas, figura la de ofrecer charlas en los institutos para acercar sus experiencias personales a los adolescentes.

Luis Vicente Llaneza, Ramón Alcalá y María de Prado son los nombres de tres de los 25 internos que el pasado jueves acudieron a Ciaño para relatar sus respectivas historias a los estudiantes del IES La Quintana. Luis Vicente Llaneza ingresó en prisión hace cinco meses y medio, para cumplir una condena de un año. Comenzó a consumir cocaína porque, según explica, «el alcohol te hace valiente y te induce a probar otras cosas, cuando yo nunca creí que de lo primero se pudiera derivar a esto». En su caso, también tuvo parte de culpa «la gente que te ofrece la droga», afirma.

Contar su historia les sirve además como terapia, para aprender de sus errores al contárselos a otros jóvenes. «En nuestras charlas con los estudiantes nunca les decimos "no hagáis esto o aquello"; de lo que se trata es de darles nuestra propia vivencia para que ellos tomen ejemplo y no lo repitan». Además de relatarles a los alumnos del IES La Quintana qué los llevó a la cárcel, insistieron en mostrar la adicción como un grave problema de salud y en descubrirles cómo «cambia tu relación con tus familiares y tus amigos», cuenta Luis Vicente.

Julio Fernández y Lucas García son dos de los educadores que organizan las actividades de la unidad de terapia de Villabona. El primero asegura con rotundidad que el consumo de alcohol y drogas ha aumentado entre los adolescentes «por su normalización». Según explica, «parece que beber es algo totalmente natural, cuando la necesidad de tomar alcohol todos los fines de semana indica un problema de adicción». Otro error en el que incurre la sociedad es, a su juicio, «argumentar que fumar hachís es más sano que el tabaco y normalizar igualmente su uso».

Los alumnos del IES La Quintana también asistieron a la representación de la obra «El vuelo de Ícaro», puesta en escena por los internos de la unidad de terapia de Villabona. La pieza fue escrita por un antiguo preso de la cárcel, Baltasar Díaz, que en la actualidad se recupera en Proyecto Hombre, y en ella habla de la importancia de prevenir a los escolares acerca de prácticas nocivas para la salud. Esta actividad les sirve como terapia y además les permite pasar algún día fuera del penal. En la unidad, la complementan con varios talleres ocupacionales y cursos para favorecer su reinserción social.