Indignante. Sólo puedo usar este calificativo para describir lo que está ocurriendo en nuestro país tras 30 años de democracia. La situación que está viviendo el juez Baltasar Garzón, motivada por una denuncia de la Falange, después del intento del magistrado por investigar los crímenes franquistas, me produce una indignación creciente.

Quién nos iba a decir a los miles de demócratas y antifranquistas que luchamos contra el régimen por lograr las libertades democráticas, a los familiares de quienes perdieron su vida o su libertad en esta lucha, a los que hemos tenido que hacer concesiones importantes formulando la política de reconciliación nacional, a los que sufrimos la persecución de la Falange, que hoy, 30 años después y con una democracia imperfecta, pero de la que nos sentíamos orgullosos, íbamos a tener que ver cómo la Falange vuelve a hurgar en una herida que nosotros intentábamos limpiar para cerrar. No podemos cerrar la herida en falso, aunque recordar el pasado nos cause un gran sufrimiento.

En estos 30 años, incluso los gobiernos de izquierda que proponían el cambio han realizado una política pusilánime y errónea, permitiendo que muchos poderes fácticos y antidemocráticos siguieran ocupando los mismos puestos. En estas tres décadas se ha ido menoscabando la democracia que conseguimos a base de lucha, cárcel, sufrimiento y renuncias.

Prueba de la denigración de la democracia son los ejemplos de corrupción y aprovechamiento de algunos cargos públicos y/o políticos en beneficio propio que lamentablemente estamos viendo. Los últimos ejemplos son de todos conocidos: «caso Gürtel», Palma Arena...

Pero más grave aún, más peligroso y más indignante para nuestra sociedad es ver cómo Manos Limpias y la Falange pretenden malograr nuestra esperanza, basada en la recuperación de la memoria histórica, en la anulación de los procesos y condenas impuestas por un régimen ilegal, en el reconocimiento público e institucional, en el respeto que merecemos por nuestra lucha y sacrificio para lograr una España democrática y constitucional que ahora este grupúsculo de extrema derecha está denigrando. Manos Limpias y la Falange están truncando con esta acusación aberrante todas las posibilidades de regeneración, intentando aniquilar el trabajo del juez Garzón, reconocido internacionalmente.

¿Cuáles son las verdaderas razones de la Falange? Ellos fueron los que cometieron las más humillantes vejaciones, los que se ensañaron con nuestros padres y familiares, los que formaban parte de la Contrapartida y los que ahora pretenden atentar contra la línea de flotación de la democracia con el apoyo de los hijos del franquismo, los mismos que se permiten el lujo de calificar de disparate, barbaridad y atentado clarísimo contra la democracia y el Estado de derecho el acto legítimamente convocado por los sindicatos mayoritarios en apoyo del juez Garzón.

Son ellos precisamente, los herederos del franquismo, quienes quieren atentar contra la democracia, quienes están empeñados en recuperar la caduca práctica de las dos Españas a través de sus declaraciones y sus actos. Los auténticos demócratas no podemos consentirlo. El silencio social nos haría cómplices.